Los fármacos probióticos están empezando a posicionarse como una alternativa de mercado en lo que a salud se refiere, más si cabe teniendo en cuenta el fenómeno de la resistencia bacteriana provocada por el abuso en la toma de antibióticos. Sin embargo, estos nuevos productos sanitarios ni son la panacea para un problema global ni tampoco son capaces, en muchas ocasiones, de brindar los beneficios que se les atribuyen.
Así lo sugiere un nuevo estudio publicado en Frontiers in Medicine, que concluye que la mayoría de la información que se ofrece en las webs sobre probióticos no es digna de confianza, y que las afirmaciones sobre sus beneficios frente a las enfermedades suelen ser inexactas.
Cabe destacar que los estudios sobre probióticos se encuentran en una fase temprana y ello no significa que sean inútiles, sino que de momento la evidencia es insuficiente. En este caso, según el nuevo trabajo llevado a cabo por los investigadores de la Brighton & Sussex Medical School, debería desconfiar de la información que pueda encontrar sobre ellos en la red.
La mayoría de las páginas web que los publicitan, recogen, basan su información en fuentes con poca credibilidad que otorgan a los probióticos beneficios para la salud con escasa evidencia al respecto. En la mayoría de los casos, además, se basan en estudios llevados a cabo en ratones pero no en humanos.
De hecho, los investigadores advierten de que si bien Google clasifica de forma adecuada los sitios web, siendo los primeros de la lista los más confiables, la mayoría de los que hablan sobre probióticos son webs comerciales.
Como bien comentan los investigadores, dichos portales web proporcionan información incompleta, donde no aparecen efectos secundarios o posibles problemas asociados al uso de estos productos sanitarios y complementos nutricionales, otorgándoles beneficios sin evidencia científica en humanos.
Los probióticos son organismos vivos con un gran potencial, según la evidencia científica actual, que podrían otorgar diversos beneficios para la salud. Sin embargo, su venta en Estados Unidos ha crecido exponencialmente sin clara regulación, algo, que también ha ocurrido en la Unión Europea pero a nivel más restringido.
¿Quién publica la información?
Para llegar a esta conclusión, los investigadores evaluaron la información disponible al público general cuando se realizan búsquedas online sobre probióticos. En total, se analizaron las primeras 150 páginas web generadas por una búsqueda en Google con esa palabra clave.
Como destacan los mismos investigadores, sin embargo, la inmensa mayoría del público general suele usar tan solo los primeros diez resultados arrojados por una búsqueda normal. Tuvieron en cuenta por tanto que dichos diez resultados serían, en este caso, los de mayor visibilidad e impacto.
Se evaluó tanto la evidencia científica sobre los posibles beneficios para la salud de los probióticos y su supuesto potencial contra enfermedades, siempre según los portales web, en comparación a la evidencia científica disponible actualmente. Para ello, los investigadores usaron la base de datos Cochrane, basada en ensayos clínicos y metaanálisis de medicina basa en la evidencia, con el objetivo de catalogar el rigor científico de los portales web analizados.
Según sus resultados, las publicaciones no científicas y las páginas comerciales constituían la mayor parte de las 150 webs estudiadas, y su análisis demostró que precisamente dichas páginas eran las menos dignas de confianza.
A menudo en estos portales se obviaban los efectos secundarios de los probióticos en individuos inmunodeprimidos, y tampoco se mencionaban posibles problemas secundarios de los mismos por su uso continuado en la población general. Además, destacaba el hecho de que la mayor parte de las afirmaciones sobre beneficios para la salud en humanos se basaban en estudios en ratones.
Aún así, para los investigadores no todo son malas noticias: progresivamente, Google está mejorando sus criterios para clasificar sitios web relacionados con la salud, aunque siempre aconsejan investigar adecuadamente las fuentes en las que se basa cualquier información de este tipo.