Un estudio llevado a cabo por la Dra. Leigh A. Frame, investigadora de la Universidad George Washington (EEUU), concluye que los hábitos nutricionales que priorizan la comida ultraprocesada, por ser más barata y cómoda, están directamente relacionadas con la epidemia de obesidad que sufre el mundo industrializado y sus enfermedades derivadas, como la diabetes o las cardiovasculares.
Las carencias en consumo de legumbres, vegetales y fruta van también en ese sentido, algo que se relaciona con una pobre ingesta de fibras alimenticias y un aumento en la ingesta de aditivos de efecto obesogénico, como los emulsificantes o las gelatinas.
Los emulsificadores se han relacionado en pruebas in vitro con alteraciones del microbioma intestinal, lo que eleva la glucosa en sangre en ayunas, causa hiperfagia -aumento descontrolado del apetito-, incrementa el peso corporal y la adiposidad, e induce la esteatosis hepática.
En ese mismo sentido, las comidas ultraprocesadas se relacionan con los marcadores bioquímicos de la inflamación, el colesterol, y con una ingesta más compulsiva de la comida.