Investigadores de la Universidad de São Paulo (Brasil) han encontrado señales de daños que podrían estar relacionadas con la inflamación en los cerebros de adolescentes obesos. Aunque la obesidad se asocia principalmente con el aumento de peso, estudios recientes sugieren que la enfermedad desencadena inflamación en el sistema nervioso que podría dañar regiones importantes del cerebro.
En su nuevo trabajo, que se presentará la próxima semana en la reunión anual de la Sociedad de Radiología de Norteamérica (RSNA, por sus siglas en inglés), los investigadores utilizaron la resonancia magnética por tensores de difusión (DTI), una técnica que rastrea la difusión del agua a lo largo de los tractos de materia blanca que transportan la señal del cerebro.
Los investigadores compararon los resultados de la DTI de 59 adolescentes obesos y 61 adolescentes sanos de 12 a 16 años de edad. A partir del DTI, los investigadores derivaron una medida llamada anisotropía fraccional (AF), que se correlaciona con la condición de la materia blanca del cerebro. Una reducción del AF es indicativa de un aumento de los daños en la materia blanca.
Los resultados mostraron una reducción de los valores de AF en los adolescentes obesos en regiones localizadas en el cuerpo calloso, un conjunto de fibras nerviosas que conecta los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro. También se encontró disminución de la AF en la corteza orbitofrontal, una región cerebral relacionada con el control emocional y el circuito de recompensa. En ninguna de las regiones cerebrales de los pacientes obesos había aumentado la AF.
"Los cambios cerebrales encontrados en adolescentes obesos se relacionan con regiones importantes responsables del control del apetito, las emociones y las funciones cognitivas", explica la coautora del estudio, Pamela Bertolazzi.
Este patrón de daño se correlacionó con algunos marcadores inflamatorios como la leptina, una hormona producida por las células grasas que ayuda a regular los niveles de energía y las reservas de grasa. En algunas personas obesas, el cerebro no responde a la leptina, lo que hace que sigan comiendo a pesar de las reservas de grasa adecuadas o excesivas. Esta condición, conocida como resistencia a la leptina, hace que las células grasas produzcan aún más leptina.
El empeoramiento de la materia blanca también se asoció con los niveles de insulina, una hormona producida en el páncreas que ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre. Las personas obesas a menudo sufren de resistencia a la insulina, un estado en el que el cuerpo es resistente a los efectos de la hormona.
La investigadora puntualiza que se necesitan estudios adicionales para determinar si esta inflamación en los jóvenes con obesidad es una consecuencia de los cambios estructurales en el cerebro. "En el futuro, nos gustaría repetir la resonancia magnética cerebral en estos adolescentes después del tratamiento para evaluar si los cambios cerebrales son reversibles o no", ha concluido.