Cuando se habla de gemelos idénticos, se suele creer erróneamente que tanto la apariencia física como la personalidad realmente será idéntica o al menos muy similar entre ambos individuos. De hecho, teóricamente, su organismo debería responder de forma similar tanto a alimentos como a medicaciones.
Sin embargo, recientes investigaciones han ido desdeñando poco a poco dichas creencias, siendo la última de ellas un gran proyecto que ha contado con 14.000 gemelos idénticos de Estados Unidos y Reino Unido que han sido seguidos durante 25 años. Según este trabajo dirigido por un equipo internacional de científicos del King's College London, el Hospital General de Massachusetts y la empresa de ciencia nutricional ZOE, los gemelos idénticos son cada vez menos idénticos: frente a un mismo alimento, sus respuestas orgánicas son únicas y diferentes.
El estudio, que se ha presentado recientemente en las conferencias de la American Society of Nutrition y la American Diabetes Association, demostraría que las pautas dietéticas actuales son anticuadas y simplistas, dado que incluso en gemelos idénticos un mismo alimento puede provocar reacciones totalmente diferentes. Por tanto, la nutrición personalizada ofrecería mejores resultados y mayores beneficios para la salud a largo plazo.
Para llegar a tal conclusión, los investigadores tuvieron en cuenta diversos marcadores analíticos, tales como los niveles de azúcar, la secreción de insulina o la grasa en sangre; además, se analizaron datos de actividad como el descanso nocturno y el sueño, el hambre y las bacterias intestinales o microbioma. Así pues, usando datos procedentes del Twins UK Study, los investigadores Tim Spector, Jonathan Wolf y George Hadjigeorgiou obtuvieron diversas conclusiones.
Por un lado, se estudió a 1.100 adultos de Reino Unido y Estados Unidos, siendo el 60% de ellos gemelos idénticos, durante dos semanas, controlando regularmente sus niveles de azúcar, insulina y triglicéridos o grasa sanguíneos, en respuesta a la ingesta de diferentes combinaciones de comidas. A pesar de que se creía que las respuestas de dichos parámetros serían similares en los gemelos, se pudo comprobar que existían múltiples respuestas, dependiendo de si las comidas contenían carbohidratos o grasa.
Por ejemplo, algunos de los participantes eran propensos a sufrir aumentos rápidos y prolongados de azúcar e insulina en sangre, dos parámetros relacionados con el desarrollo de diabetes. Otros participantes eran propensos a alcanzar puntos máximos de grasa en sangre durante horas tras las comidas, un factor de riesgo conocido para desarrollar enfermedades cardiovasculares.
La genética no puede explicar la respuesta a los alimentos
Si bien es cierto que estas variaciones pueden implicar factores genéticos, estos no serían los de mayor peso. Por ejemplo, el aumento de glucosa en sangre solo se puede explicar en un 50% o menos con la genética, mientras que los aumentos prolongados de insulina o triglicéridos solo poseen un 30% y un 20% de carga genética, respectivamente. De hecho, los gemelos idénticos comparten todos sus genes, y tenían respuestas diferentes a los mismos alimentos.
Por su parte, se detectó que los gemelos idénticos solo compartían el 37% de su microbioma intestinal. Se trata de un porcentaje escaso, dado que dos personas no relacionadas pueden compartir hasta un 35% del microbioma intestinal.
Así mismo, las proporciones de nutrientes (grasas, proteínas y carbohidratos) de las etiquetas de los alimentos tan sólo explicarían un 40% o menos de las diferencias entre las respuestas nutricionales de los diferentes individuos, a mismas cantidades de calorías. Y la hora del día también es importante, dado que la respuesta de un individuo era diferente al consumir la misma comida pero a diferentes horas. Se trata de un dato que lleva años defendiéndose por parte de la crononutrición.
En definitiva, según los investigadores, el etiquetado nutricional sería un parámetro simplista: las diferencias interpersonales entre dos individuos, incluso cuando se trata de gemelos idénticos, requieren tener en cuenta otros factores como el microbioma intestina, la crononutrición o el nivel de ejercicio físico, entre otros parámetros.
Según Andrew Chan, profesor de medicina de la Escuela de Medicina de Harvard y especialista en medicina digestiva en el Hospital General de Massachusetts asegura que, dado que la genética solo explica parcialmente la respuesta del organismo a los alimentos, sería posible cambiar y mejorar el metabolismo y adaptar las dietas al microbioma intestinal, dado que este tiene un importante papel en el metabolismo de los nutrientes.
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