Que si unas tostadas con tomate y jamón serrano en el desayuno, que si unas lentejas con chorizo para comer, que si un bocadillo de mortadela para merendar. La dieta mediterránea tiene muy buena fama en todo el mundo, pero peca de un sobreconsumo de embutidos asociado a ciertas recetas tradicionales. Los especialistas recomiendan reducirlos en la dieta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha explicado que abusar de la carne procesada, entre la que se encuentra el embutido, se relaciona con el desarrollo de ciertos cánceres como el colorrectal.
Los embutidos concentran los beneficios de la carne: son una fuente de proteínas, tienen un contenido considerable en fósforo, en hierro y en zinc, y contiene las vitaminas B1, B3 y B12. Pero también concentran un mayor contenido en grasas que la carne. Según ANICE, la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España, los embutidos han mejorado en los últimos años en el aspecto de la grasa gracias a la genética y a una mejor alimentación de los animales. Contienen menos grasas y, en ocasiones, se incluyen grasas de origen vegetal y, por tanto, de mejor calidad.
La industria cárnica destaca que la mayoría de las grasas presentes en el embutido son grasas insaturadas. Estas son las que evitan la acumulación del colesterol de lipoproteínas de baja intensidad (LDL, por sus siglas en inglés), es decir, el colesterol malo. Sin embargo, no puede decirse que el embutido evite enfermedades cardiovasculares, sino todo lo contrario. Es cierto que la grasa insaturada está presente en una mayor proporción, pero el porcentaje de grasa saturada es considerable. Esta última es la que favorece la adhesión del colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL, por sus siglas en inglés) a las arterias y, por lo tanto, favorece los problemas de salud cardiovascular.
Cada gramo de grasa contiene 9 calorías. Según advierte ANICE, es importante especificar que las calorías y porcentajes de grasa que se adjudican a cada embutido son aproximados. La diversidad tradicional y los procesos a los que se someten, como el de secado, hacen que los datos finales sean variables.