Pelador de fruta se nace, no se hace. Más de alguno se sentirá identificado con esta frase, bien porque no es muy de pelar fruta o bien porque directamente no le guste este tipo de alimento. Todos sabemos que de la fruta no podemos prescindir pero, al menos, ¿podemos evitar mancharnos las manos?
Los supermercados se han sumado a la moda de los zumos recién exprimidos para hacernos la vida más fácil, algo que también prometen algunos tipos de batido. Seguro que has caído en ese magnífico exprimidor de naranjas con sus diferentes tipos de botella, y precio desorbitado. Llegas y exprimes un litro de zumo en unos segundos. Al día siguiente tienes un delicioso desayuno con un zumo de naranja, o dos.
Fieles al mandamiento de las cinco piezas diarias, muchos creen cumplirlo ya que consideran que el zumo cuenta como una de esas frutas diarias o como una bebida sana. Esto es falso. La dietista y nutricionista Carolina Curbelo define el zumo como "el resultado de exprimir una fruta, obteniendo un líquido rico en azúcares y pobre en fibra". Sí, sí, el zumo casero, el mismo que te exprimes con tus manos o con la licuadora que te regalaron cuando te independizaste o el de la sofisticada máquina de los supermercados.
Cuando exprimes un zumo por las mañanas para llenar un vaso se utilizan entre tres y cuatro naranjas. Pero, ¿acaso te comerías cuatro piezas de esta fruta si fueran enteras? Hay que tener en cuenta que a ese contenido hay que sumarle el de las tostadas con mermelada (que consideras fruta también), el café con su pelín de azúcar y cualquier otro elemento que quieras añadir a un supuesto desayuno saludable.
Pero la realidad es que es mucho mejor tomar la naranja entera, con su fibra y su pulpa. Una naranja contiene unos 18 gramos de azúcar; si la consumimos entera, no pasaría nada, ya que no se consideraría azúcar libre. Pero tomarla en zumo supone la eliminación de la fibra, lo que hace que su azúcar se convierta automáticamente en libre. En concreto, por poner sólo un ejemplo, en un zumo de naranja de unas cuatro piezas, nos tomamos 72 gramos. Hay que recordar que el consumo máximo de azúcar libre que debe tomar un adulto son 25 gramos y un niño 17.
La licuadora tiene un mecanismo que separa la fibra de la fruta y el azúcar, que es finalmente lo que se consume. En resumen, ese liquido que consideras un perfecto sustituto de la engorrosa fruta que hay que pelar lo único que contiene es el agua de la misma y su fibra convertida en azúcar.
Una vez desmontado el mito del zumo de naranja saludable, aquellos a los que no les gusta el contacto con las frutas pensarán que pueden respirar tranquilos: todavía les queda la opción del batido o del smoothie que, por cierto, son dos conceptos distintos. Lo que diferencia al segundo del primero es que el smoothie tiene un componente congelado, como por ejemplo una fruta. Ninguno de los dos lleva obligatoriamente leche.
La dietista Curbelo recalca que "en un batido, al igual que pasa con un zumo, normalmente no se utiliza una sola pieza de fruta, siempre se tiende a añadir varias, por lo que se aumenta la densidad energética aparte de que se pierde la masticación y disminuye la percepción de consumo".
Sin embargo, para los más perezosos esta será la mejor alternativa, porque hay frutas que se pueden poner en la batidora con su propia piel. Al igual que el zumo, es fácil de digerir, pero al ser más espeso tardamos más en tomarlo.
En la batidora se introduce la fruta pelada, o sin pelar. "Como resultado tenemos un líquido espeso también rico en azúcares, pero manteniendo su contenido en fibra", define Curbelo. La fibra es lo que desaparece cuando hacemos zumos. Este componente hace "que, a nivel del tracto digestivo, se ralentice el vaciamiento gástrico y se prolongue la sensación de saciedad", comenta.
Entonces qué eres, ¿más de zumo o de batido?
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