Vas regularmente al gimnasio, o intentas convencerte a ti mismo de hacerlo tras ver la factura de la suscripción. Te has apuntado a comer quinua -que no quinoa- con tus compañeros de trabajo pese a que odias el sabor, y compras zumos detox carísimos a ver si alguno funciona. (Spoiler, no lo hacen).
Hay mil y una recetas para perder peso. Algunas son auténticos bulos, pero hay personas utópicas que consiguen acudir a un dietista profesional, practicar deporte regularmente y alimentarse de forma saludable. Y aún así, puede suceder que su masa corporal continúe sin inmutarse ante los sacrificios realizados. ¿Qué se está haciendo mal?
Estos son los diez consejos, de acuerdo con The Huffington Post, que pueden ayudar a dar ese empujón final para comenzar a perder kilos de forma definitiva.
1. La paciencia es la madre de la ciencia
Igual sí estás en proceso de perder peso. Pero la naturaleza es sabia y todo conlleva un bioritmo determinado. Es por ello que es recomendable acudir a un dietista o un nutricionista de confianza. No solo puede aconsejarte remedios saludables, sino que también controlará los tiempos en los que perderás un determinado número de kilos.
Además hay ciertas partes del cuerpo, como las piernas, que se resisten a eliminar toda la grasa acumulada rápidamente. Hay que ser constante y esperar los resultados tras un tiempo.
2. No bebes suficiente agua
Te han repetido durante toda tu vida que son necesarios dos litros diarios de agua, pero has optado por ignorarlo. Quizás hubieras más caso a esta recomendación de haber sabido que la quema de grasas no se produce si tu cuerpo se encuentra deshidratado. Aquí Medical News Today no te ofrece una, sino seis razones por las que beber agua te ayuda a controlar el peso.
3. Duerme más
A estas alturas estos consejos parecen escritos por tu madre, pero es cierto. Este estudio de Psychology Today estudió el comportamiento nutricional de dos grupos de personas. El primero dormía la cantidad de horas recomendable, ocho horas diarias; el segundo no llegaba a las seis. Los miembros de ambos grupos habían ingerido alrededor de 1.500 calorías. Adivinen que grupo había perdido más grasa a las dos semanas.
4. Cuidado con la medicación
Hay que asegurarse de que las pastillas que se toman para otras condiciones de salud pueden afectar a nuestro objetivo dietético (de ahí la importancia, una vez más, de contar con asesoramiento médico profesional). Hay muchas alternativas a dietas que puedan verse afectadas por antidepresivos, medicamentos contra la diabetes, la tensión, etcétera.
5. Sí, comes sano. O eso te dices a ti mismo
Esa pequeña concesión con la que se interrumpen temporalmente las dietas puede acabar con un proceso de varios meses de duración. Dicho de otra forma, las excepciones serán tu ruina. Es más fácil adaptarse a una rutina nutricional durante los dias laborales que en períodos vacacionales, por ejemplo. Lo ideal, como siempre, es abandonar el concepto de dieta estricta y disponerse a abrazar un estilo de vida más constante y saludable.
6. El gimnasio no me resulta tan duro como pensaba
Quizás se ha alcanzado una serie de rutinas que ya no desafían al cuerpo como antes. Los entrenadores disponibles en las salas de gimnasio pueden ayudar a descubrir nuevos retos físicos a los que enfrentarse. Cambiar de clases, en este caso, o practicar otros deportes más allá del habitual acostumbrarán al cuerpo a fortalecerse de otra manera.
7. Respira. No te estreses
El cuerpo no es una máquina infalible, e interpreta los altos niveles de estrés como una señal de que se encuentra en proceso de quemar calorías. Por lo tanto, envía señales al cerebro que te hace pensar que estás hambriento. ¿Y qué es lo mejor para reducir la sensación de estrés en el cuerpo humano? Exactamente: practicar tu deporte favorito, o simplemente desconectar y dar un paseo. Después te puedes permitir cenar tranquilamente: son todo buenas noticias.
8. Apunta lo que comes
La gente no suele llevar la cuenta de la cantidad de veces que ingiere comida a lo largo del día. De hecho, el picoteo y los aperitivos pueden ser mucho más perjudiciales que una comida normal. Muchas apps en Google Play o Apple Store pueden ayudar a llevar mejor ese diario gastronómico.
9. Tolerancia cero frente al alcohol
Muchas dietas no lo tienen en cuenta, y es un auténtico desestabilizador del peso. Tanto un vaso de vino como la cerveza, más demonizada, tienen el mismo número de calorías, aunque una sea más beneficiosa para la salud a largo plazo. Además, el alcohol puede aumentar el apetito considerablemente.
10. Consulta a tu médico
Se ha repetido hasta la saciedad, pero prefabricar una dieta en casa es un error. Factores como un desequilibrio hormonal o dejar sustancias como el tabaco aumentan las ganas de comer. También el priorizar ciertos nutrientes por encima de otros que ayudarían a reducir los desequilibros. Cada persona, en este último caso, es un mundo.