La presa del embalse del Gergal en Sevilla es de categoría A: su rotura puede afectar gravemente a núcleos urbanos.

La presa del embalse del Gergal en Sevilla es de categoría A: su rotura puede afectar gravemente a núcleos urbanos. EFE/David Arjona

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España tiene 904 presas con un "grave riesgo potencial" para la población en caso de rotura: "Urge ponerse en marcha"

La clasificación oficial de cada presa tiene en cuenta el impacto que supondría para los núcleos urbanos e infraestructuras que se rompiera. 

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Cerca de la mitad de las 2.292 presas construidas en los embalses y ríos de España supondrían un riesgo grave o importante en caso de rotura para núcleos urbanos, servicios esenciales o entornos protegidos. Así se desprende de la 'clasificación en función del riesgo potencial' que recoge el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y que establece tres grados de posible impacto en caso de que la infraestructura sufriera daños o fugas por cualquier motivo.

Según la Guía Técnica elaborada en 1996 por la Dirección General de Obras Hidráulicas y Calidad de las Aguas, y actualizada en 2023, todas las presas de titularidad estatal y gran parte de las concesionarias reciben una de tres calificaciones. La 'A' implica que la rotura "afectaría gravemente a núcleos urbanos o servicios esenciales, o produciría daños materiales o medioambientales muy importantes". La 'B' implica que esos daños afectarían solo a un número "limitado" de viviendas, y la 'C' es para los casos en los que habría solo pérdidas de vidas "accidentales".

Los datos de MITECO actualizados a diciembre de 2023 muestran que un 40% de las presas de los sistemas españoles -904- está considerada de máximo riesgo potencial en caso de rotura, recibiendo la categoría 'A'. El porcentaje asciende al 46% -1050- si sumamos las presas de categoría 'B' (146). En el otro extremo, el 'C', queda el 54% de las infrestructuras restantes (1.242). El Ministerio admite que, si bien este informe está ya "en una fase muy desarrollada", quedan aún por clasificar "un buen número de presas de titularidad privada, en general, de pequeña entidad".

Los criterios marcado por la Guía Técnica permiten establecer las prioridades para las revisiones periódicas de seguridad en cada una de las cuencas. Para ello, se realiza primero un inventario de los hogares, infraestructuras (energía, transportes, cultivos), entornos medioambientales y bienes culturales que entrarían en el radio de la avenida de agua para cada presa en particular. 

El umbral que se considera "grave" -riesgo vital para los residentes de la zona- puede darse en tres situaciones, especifica la guía. En primer caso, "que el calado sea superior a 1 m"; en el segundo, "que la velocidad sea superior a 1 m/s"; o finalmente, "que el producto de ambas variables sea superior a 0,5 m2/s". Esto implica que presas más pequeñas pueden tener una categoría de mayor gravedad que otras mayores en función de dónde se encuentran.

Un ejemplo es el de la presa de Furacón (Oviedo) en el Nalón, que suministra 1.658 hm3 anuales de media. Su baja afectación a núcleos urbanos en caso de rotura hace que reciba la clasificación C. La presa del Pardo, en Madrid, solo suministra en comparación 153 hm3, pero gestiona la crecida del Manzanares que ha tenido en vilo a la capital, por lo que recibe la categoría A. También lo hace la presa de la Forata en el Magro, con sólo 29 hm3, que centró durante la DANA de octubre las primeras preocupaciones de los servicios de Emergencia.

Dónde están las principales

El sistema Miño-Sil es una auténtica 'turbina' hidroeléctrica que concentra en su cauce grandes presas de máximo riesgo potencial. Van desde la presa de Velle en Ourense y San Martín en Lugo hasta las de Boeza, Montearenas y Bárcena en Ponferrada, pasando por Las Ondinas en Palacios del Sil o Peñadrada en Páramo del Sil (León). Las presas de Sequeiros, Los Peares, San Esteban, San Pedro, Pumares, Castrelo/Miño, Peñarrubia o Frieira son todas de categoría A. 

En el Cantábrico Occidental encontramos grandes presas de categoría A en Asturias, en el río Navia -Grandas de Salime, Arbón-, el Narcea -presa de la Florida, en Tineo, o la de la Barca-, y en Vizcaya, la presa de Undurraga en el Arratia. En el Cantábrico Oriental destaca la presa del Añarbe en Arano (Guipúzcoa).

El recorrido del Duero está jalonado de presas de categoría A: Virgen De Las Viñas, Castro Collado, Nuestra Señora Del Agavanzal, Villalcampo, San Roman, Castro Aldeadavila y Saucelle en Salamanca, y San José en Castroñuno (Valladolid). En el Órbigo se halla la imponente presa de Barrios De Luna, en el Esla la de Ricobayo y la de la Almendra (Salamanca) en el Tormes.

Mapa de presas por categorías en función del riesgo potencial en caso de ruptura.

Mapa de presas por categorías en función del riesgo potencial en caso de ruptura. ING

La cuenca del Ebro rivaliza sobre todas las demás por sus infraestructuras, destacando la presa de Mequinenza (Zaragoza), Flix (Tarragona) y otras como la de Ribarroja, Puentelarra,  Cillaperlata, y el Cortijo. En el Segre, la de Lleida, Rialb y Oliana. En Noguera Pallaresa, la presa de Talarn (Lleida), Terradets en Llimiana, Camarasa, Canelles, Escales y Santa Ana en Castillonroy (Huesca). A reseñar en el Irati la presa de Itoiz; en el Aragón, la de Yesa (Navarra); y el Cinca, la de El Grado (Huesca).

La del Tajo, no obstante, lidera en cantidad de presas construidas. Despuntan las de Castrejón, Azután, Torrejón-Tajo (categoría B), Alcántara II, Almoguera, Bolarque, Cedillo en Cáceres, La Ermita en Trillo y la de Zorita de los Canes, ambas en Guadalajara. En el Tiétar, la del Rosarito y Torrejón-Tiétar; en el Alagón, la de Guijo de Granadilla (Cáceres): y en el Alberche, la de Cazalegas (Toledo). 

En la extensa cuenca hidrográfica del Guadalquivir, encontramos en el Genil la presa de Iznájar, el mayor embalse de Andalucía entre las provincias de Córdoba, Granada y Málaga; en el Guadilamar, la presa de Giribaile en Ibros (Jaén); y en la Rivera de Huelva la presa del Gergal en Guillena (Sevilla).

En el Guadiana, destaca la presa de Cíjara en Cáceres limitando con Badajoz, y el azud de Montijo en Mérida, así como la presa de la Serena en el Zújar. En el Segura figuran la presa del Cenajo, entre Albacete y Murcia; y en el Júcar, las importantes presas de Cortes de Pallás (Valencia) y Tous, así como la de Contreras en el Cabriel.

"Estos protocolos deben cambiar"

Pese a la reciente actualización de los parámetros técnicos, la rápida alteración de los patrones atmosféricos que lleva experimentando España en los últimos años puede haberlos dejado obsoletos, valora Antonio Ruiz de Elvira Serra, catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Alcalá de Henares y pionero de la divulgación climática. "Seguimos con la idea de que 'en marzo hace viento y en abril llueve'. Pocos aceptan que estamos en un clima nuevo, y que los planes y protocolos que se referían a situaciones anteriores también deben cambiar".

Desembalse de la presa de Casasola, en Almogía, Málaga, una presa de categoría A.

Desembalse de la presa de Casasola, en Almogía, Málaga, una presa de categoría A. EFE/Jorge Zapata

Ruiz de Elvira incide en la necesidad de adaptación a una nueva realidad que ya no va a frenarse "ni con molinos de viento, ni con centrales fotovoltaicas, ni con coches eléctricos". Eso implica hacer un trabajo de resiliencia para hacer frente a veranos secos y áridos que ya casi se alargan seis meses, seguidos de periodos de lluvias torrenciales. Y las cuencas de España no están preparadas para precipitaciones extremas en intensidad y extensión que obligan a desembalses como los actuales.

"Al desembalsar, se está llevando el agua a los ríos. Pero lo que hay que hacer es repartirla en grandes superficies. Acumularán un metro de agua, pero será agua quieta". El catedrático recuerda que, al calcular el potencial impacto de rotura de la presa, la energía del agua en su cauce es relativa al cubo de su velocidad. "Una velocidad de 10 es sostenible, pero cuando aumenta al cubo supone una energía de 1.000, una fuerza enormemente destructiva contra materiales como el hormigón. Es precisamente eso lo que hay que controlar". 

La propia Guía Técnica establece que para una presa de arco y bóveda -de estructura curvada-, se calcula que la rotura se produce en apenas 5-10 minutos. Para una presa de gravedad y contrafuertes -que resisten la presión por su propio peso-, el tiempo es de 10-15 minutos. "El hormigón, que es cemento y chinarro, aguanta muy bien el peso, pero nada bien la tensión", explica Ruiz de Elvira. "Para eso se introducen varillas de acero que forman el hormigón armado, pero al extenderse el óxido por el hierro, se forman grietas que se extienden a mucha velocidad".

La conclusión, poco halagüeña, es que cerca de la mitad de las presas de España suponen un riesgo potencial elevado para los ciudadanos que viven aguas abajo, una realidad de la que la que no es consciente la inmensa mayoria. Esto implica una falta de concienciación sumada a la ausencia de protocolos de emergencia adecuados en zonas desacostumbradas a las inundaciones. Al mismo tiempo, la nueva realidad climática acentúa el estrés sobre las infraestructuras. "Es urgentísimo que nos pongamos en marcha", concluye.