Aunque el calendario indique lo contrario, el panorama de las principales cordilleras en España es más propio de primavera que de pleno invierno, pues la nieve brilla por su ausencia. La temporada invernal está siendo atípica no sólo por las altas temperaturas y la escasez de lluvias, sino que también se está notando en las cotas más altas.
"Es preocupante que las montañas estén así a estas alturas. Hay muy poca nieve", advierte José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored. El experto se remite a los datos que semanalmente presenta el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y que no son para nada halagüeños. A fecha de 28 de enero, las reservas de nieve en el territorio español se encuentran en torno a los 586 hectómetros cúbicos.
Para que el lector se haga una idea, en el mismo periodo del año pasado la cifra ascendía hasta los 2.268 hm³. "Es casi la cuarta parte de la nieve que había en 2023", apunta Viñas a EL ESPAÑOL. La comparación es más dramática si se realiza con 2019. Aquel año, las reservas de nieve a finales de enero superaban los 6.500 hm³; es decir, un 91% más que el presente año.
En los Pirineos se produce el caso más llamativo de pérdida de nieve. Como señala el meteorólogo de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) Juan Jesús González Alemán en esta publicación de X (antes Twitter), se trata de la peor cobertura de nieve a principios de febrero desde que se tiene registro.
"De los casi 600 hm³, algo más de 500 están en el Pirineo. Esto significa que en el resto de sistemas montañosos no se llega ni a los 100", añade Viñas. La evolución de las reservas de nieve es muy similar en las cuencas del Duero, Miño-Sil, Sierra Nevada y Tajo. En esta última, el valor acumulado desde el inicio del año hidrológico hasta el 28 de enero es muy inferior al equivalente del año pasado y a la media de los últimos 20 años.
Con los ríos ha ocurrido justamente lo contrario. Las precipitaciones predominantes de los últimos meses han dejado varias crecidas importantes en la cara sur del Pirineo. A esto se le ha sumado el deshielo de las últimas semanas, que ha dejado la reserva hídrica española al 50,8% de su capacidad.
Cuáles son los motivos
Como es lógico, para que haya nieve tiene que nevar. Sin embargo, si estas nevadas se producen en un contexto de temperaturas por encima de lo normal el resultado parece también evidente: "La poca nieve que hay se funde rápidamente", incide Viñas.
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De hecho, en los meses de enero y febrero es común que no haya grandes precipitaciones. La nieve acumulada es resultado de la caída a finales del año. Pero, como indica el meteorólogo de Meteored, si en la montaña tenemos 10 grados más durante la noche, como ha sucedido en estas últimas semanas, la pérdida de nieve se dispara.
Es una situación que se lleva observando en los últimos años. La nieve dura muy poco, ya sea por la entrada de potentes y persistentes dorsales subtropicales o por la llegada de vientos del suroeste templados y cargados de humedad desde el Atlántico.
También influye la escasez de precipitaciones. Como ya advirtió EL ESPAÑOL en este artículo, el conjunto del país se encuentra inmerso en una sequía meteorológica desde finales de 2022. Hay puntos, como las cuencas del Guadiana, Guadalquivir y Sur, en los que esta situación se remonta hasta 2016.
Las reservas, en riesgo
Una señal evidente de que las reservas de nieve estén bajo mínimos es que algunas estaciones de esquí continúan cerradas hasta la fecha. Pero más allá de esta consecuencia ociosa, los meteorólogos advierten del efecto que puede tener a corto plazo.
Y es que en un año normal la nieve sirve como reserva de cara a la primavera y al verano. "Es importante contar con esa agua de nieve ante una posible sequía que se prolongue más allá abril o mayo. Pero, de momento, no vamos a poder tener mucha agua de reserva", lamenta Viñas.
Este meteorólogo no descarta al 100% que las reservas de nieve puedan alcanzar los números que se registraron en 2023 por estas fechas. "El año pasado también teníamos unos valores parecidos porque se dio un periodo muy largo sin nevada".
La diferencia es que las máximas no eran tan anómalas como las actuales: "Con la insolación que hay y las temperaturas que seguro subirán, gran parte de esa nieve se perderá en poco tiempo".
Pese a que todavía existe cierta incertidumbre, la previsión para la segunda mitad de febrero apunta a que se producirán precipitaciones importantes. Que haya lluvias abundantes tampoco será beneficioso para las reservas de nieve. Como ejemplifican desde Meteored, si los siguientes meses son secos en las cordilleras y no hubiera nieve en la época normal del deshielo, los recursos hídricos estarían en mínimos.