Algunos animales son capaces de entrar en estado de criptobiosis, un proceso que les permite sobrevivir en entornos extremos. Los osos de agua, por ejemplo, han podido permanecer con vida en el espacio exterior, como demostró un experimento realizado en 2007. Ahora, un estudio publicado este jueves ha demostrado que gracias a la criptobiosis hay especies que pueden sobrevivir durante miles de años.
En esta ocasión, no ha sido un oso de agua, sino un nematodo del suelo. Como su propio nombre indica, estos organismos invertebrados son buenos indicadores de la calidad del suelo ya que se adaptan a casi todos los ambientes de la Tierra. Tanto es así, que un grupo de investigadores ha conseguido reanimar un nematodo del suelo que había permanecido latente durante aproximadamente 46.000 años.
No es la primera vez que se reanima un individuo de esta especie; ya se había realizado a partir de una muestra recogida en una madriguera fosilizada en el noreste del Ártico. En el estudio de la revista PLOS Genetics, el análisis por radiocarbono reveló que los depósitos helados, que se encontraban a 40 metros bajo la superficie, no se habían descongelado desde finales del Pleistoceno, entre 45.839 y 47.769 años atrás.
[Éste es el gen que convierte al tardígrado en indestructible]
Tras realizar la secuenciación del genoma y el análisis filogenético, los científicos detectaron que pertenece a una especie no descrita anteriormente, a la que han llamado Panagrolaimus kolymaensis. También lo compararon con el organismo modelo (Caenorhabditis elegans), e identificaron genes comunes implicados en la criptobiosis. Ambas especies aumentaban la producción de trehalosa, un azúcar poco frecuente, que podría explicar su capacidad para sobrevivir a la congelación extrema, según los autores.
También han descubierto que la exposición a una desecación leve antes de la congelación ayuda a preparar a estos gusanos para la criptobiosis y mejora su supervivencia a -80 ºC. En el caso de los C. elegans, el proceso sirve para que sobrevivan durante 480 días a -80 ºC sin que se reduzca su viabilidad ni su reproducción tras la descongelación.
Como destacan los autores, el estudio amplía en decenas de miles de años la criptobiosis más prolongada de la que se tiene constancia en nematodos. Y es que el primer oso de agua —también conocido como tardígrado— al que se consiguió resucitar había estado más de 30 años congelado en el Polo Sur, con condiciones extremas de temperatura, presión o radiación.
Estos hallazgos no sólo son importantes para comprender la capacidad que tienen estas especies para sobrevivir tanto tiempo, sino que puede servir para liderar la refundación de especies extinguidas. De hecho, otra especie del nematodo también ayuda a entender el cambio climático.
El conocido como microgusano de Jaén, con un tamaño de entre 0,5 y 0,8 milímetros de largo, basa su alimentación en consumir bacterias que se encuentran en la materia en descomposición. Según los investigadores de la universidad andaluza, estos animales servirían como un "bioindicador" de la calidad del suelo donde se hallan: nos pueden decir si hay residuos, desertificación y, en última instancia, descubrir señales de cambio climático en una zona.