Los montes gallegos son pasto de la mayor población de caballos salvajes de toda Europa. Convertidos en una particularidad de la zona, muchas localidades de Galicia llevan siglos celebrando fiestas y actos sociales en torno al animal. Una tradición que, en ocasiones, sirve de anzuelo al negocio ilegal. Desde hace años, redes organizadas y bandas de cuatreros roban los ejemplares para lucrarse con la venta ilegal de su carne o envían camiones llenos de caballos a zonas como Asturias para cobrar indemnizaciones por los daños del lobo.
En San Lorenzo de Sabucedo, en el término municipal pontevedrés La Estrada, cada año se celebra la Rapa das Bestas. Es una suerte de ceremonia tradicional en la que los besteiros -como se conoce a los dueños de los caballos salvajes (bestas)- reúnen a sus animales en un recinto que llaman curro y les cortan las crines, les desparasitan y les curan las heridas que tengan. También se lleva a cabo la venta de algunos de los ejemplares a tratantes que acuden al evento. Sin embargo, en los últimos años, están viendo cómo desaparecen manadas enteras a cuentagotas.
La población de caballo salvaje en Galicia está en riesgo de desaparición, a pesar de ser una de las más importantes del mundo. Es la conclusión a la que llegaron investigadores de la Universidad de A Coruña en un estudio presentado ante la Comisión Europea en el marco del proyecto Life GrazeLIFE. Jaime Fagúndez, doctor en Biología y líder de la investigación, cuenta que, aunque no existe un censo oficial de estos caballos, sus estimaciones apuntan a que la población de hoy es la mitad de la que existía en los años 70.
No hay una única causa dentro de esta disminución progresiva del caballo salvaje en Galicia. Como comenta el profesor, son varios los condicionantes que están mermando la supervivencia de esta especie en los montes gallegos. Entre ellas, las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) europea, que penalizan a un animal en libertad como el caballo, porque no están contemplados; o una normativa relativa a la identificación de los équidos en libertad o semilibertad que obliga a colocarles un microchip. "Al final, tienen que capturarlos, pagar por esos microchips… Son pequeñas cosas que se van sumando y, de alguna forma, todas contribuyen a este proceso", lamenta Fagúndez.
El lobo es una amenaza para el ganado que ha llevado a distintas administraciones locales a ofrecer ayudas económicas para compensar los daños causados por el animal. Es, sin duda, una de las causas naturales que influyen en la reducción progresiva de la población de caballos, pero no es la única responsable. Según apuntaba en su tesis doctoral Laura Lagos, investigadora de la Universidad de A Coruña, existe una depredación del lobo en el Centro de la Dorsal Galega del 50% de los potros nacidos. De esto, puede desprenderse que, la otra mitad, deja espacio a otro tipo de prácticas y factores ambientales que potencian su disminución.
El negocio de las bandas de cuatreros
Paulo Vicente Monteagudo, presidente de la Asociación Rapa das Bestas, confiesa a EL ESPAÑOL que desde hace 15 años, por lo menos, hay un movimiento alrededor del caballo salvaje en Galicia donde desaparecen por robos. "Nosotros tenemos manadas, en la zona de As Lamas (en Pontevedra) donde en tres años desaparecieron unos 50 animales. Desapareció una manada entera a cuentagotas, semana tras semana. Eso no lo hace ni la naturaleza ni el lobo. Ahí hay más".
En el mes de noviembre, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) detuvo a tres grupos organizados que operaban en el sur de Galicia. Según sus pesquisas, robaban ejemplares de caballos y potros para introducirlos en el mercado negro. Se movían desde las localidades de Ponteareas, As Neves y Gondomar hasta el otro lado del río Miño, en Portugal. Y esta no es la primera vez.
Desde hace por lo menos una década, el Seprona viene deteniendo grupos organizados con negocios ilegales en torno al caballo salvaje gallego. En 2017, por ejemplo, llegaron a retener hasta 300 kilos de carne de potro ilegal que pretendía consumirse en las fiestas de la localidad gallega de Meis. Los allí presentes comentaron que sabían que procedía "dun matadoiro" (de un matadero).
El precio de la carne de caballo salvaje, y muy especialmente de macho de un año de edad, se ha revalorizado en los últimos años. Como explica Monteagudo, el valor real que ofrece un tratante es de 50 euros por un macho de un año. Si roban el animal, de inicio son 50, y si se coloca en un mercado, la ganancia es mayor, porque se ejerce de ganadero y de tratante a la vez.
"Se pueden llevar unos 300 euros por animal, así que estamos hablando que con 10 animales ya estás ganando 3.000 euros", asegura. Además, el robo está poco penalizado, las sanciones son pequeñas. Lo que está más castigado es introducir la carne ilegal en el mercado para consumo, que puede llegar a dos años de cárcel y multas millonarias según qué caso.
Por su parte, Santi Bas, besteiro de una localidad de Pontevedra, cuenta que ahora hay una cuadrilla muy organizada que actúa en la provincia de Pontevedra. A él le robaron algunos ejemplares. "Uno no me lo quitaron de chiripa, porque ese mismo día a esa misma hora, ya lo tenían encerrado en un remolque con más caballos", recuerda. "Hablé con ellos en tono de broma, porque cómo me voy a enfrentar yo solo a cinco ladrones en medio del monte. Estaban metiendo unos 10 caballos, entre ellos, el mío".
Las distintas fuentes consultadas por este periódico aseguran que es fácil robarlos. Los cuatreros aprovechan la soledad del monte y conocen las zonas en las que pueden llevar a cabo los robos sin ser advertidos. Lugares, además, en los que la población es más envejecida y encuentra más dificultades para defender a sus animales.
Estos caballos acaban, en su mayor parte, en mataderos clandestinos de Portugal y, como asegura Bas, tiene referencias de que también llevan a algunos a Cantabria. Monteagudo señala, además, que tiene claras sospechas de que "parte de los caballos robados están pasando a la cadena alimenticia".
Hecha la ley, hecha la trampa
El microchip obligado por la normativa local no es un inconveniente para estas redes de delincuencia. Bien sea compinchados con un veterinario o a través de prácticas como la extracción del microchip o su anulación a través de una descarga eléctrica de trifásico, las mafias dedicadas al robo de caballos salvajes introducen los ejemplares robados en el mercado. Monteagudo apunta que "hay mataderos ilegales donde se coloca el caballo en circulación y sino, a algunos caballos con chip, los matan y utilizan su carne para comida para perros de caza. Es un mundo vivo y a nosotros nos faltan animales constantemente".
El término salvaje para referirse a estos équidos gallegos hace referencia a su modo de vida. No necesitan del cuidado ni de la manutención del ser humano, pero tienen dueño. La entrada en vigor en 2012 de la normativa relativa a la aplicación del decreto de identificación equina de la Xunta imponía la obligatoriedad de colocar microchips a los caballos salvajes (a un precio de unos 30 euros) o al pago de un seguro, entre otras cosas. Esto provocó que mucha gente los vendiera, porque, en palabras de Bas, "no daban beneficio y daban muchas complicaciones".
Desde la Asociación Rapa das Bestas, por ejemplo, cuentan que tienen el 70% de los caballos que hay en Sabucedo, el otro 30% es de particulares. Como asociación, explica que, a través de varias ayudas, pudieron pagar los gastos de la nueva normativa, pero a muchos particulares no les compensa. "Mucha gente se deshace de los animales. Es una decisión legislativa y hay que cumplirla, pero mata la tradición de tener a esos animales en el monte", asegura Monteagudo.
Camiones rumbo a Asturias
En los curros, cuando se llevan a cabo las rapas, acuden también tratantes que ofrecen un precio por algunos de los ejemplares. Se trata de un valor de compra acordado entre vendedor y comprador. No obstante, a veces, incluso se los llevan gratis. Así lo cuenta Monteagudo, que explica que el hecho de que sólo pueda haber un macho en una manada -porque de lo contrario, se disgrega- provoca que haya una necesidad de venderlos y, en ocasiones, a un precio muy bajo: un macho de un año puede venderse por unos 50 euros.
Como cuenta Monteagudo, hay tratantes que se llevan el ganado a otras zonas, sobre todo a Asturias. "Si tu compras un caballo por 50 euros, te lo llevas a Asturias, lo sueltas en el monte, te lo mata un lobo y cobras 600 euros, la ganancia es cojonuda".
El Seprona de Vegadeo, un concejo que hace frontera con Galicia, puso en marcha una operación que denominó Colmillo Blanco. Tras varios meses de investigaciones, los agentes detuvieron a seis ganaderos y se imputó a tres guardas por participar en un presunto fraude a la administración. Consistía en abandonar los potros en el monte de Asturias para que fueran atacados por los lobos y después poder cobrar así la indemnización por los daños. El caso está siendo ahora judicializado.
Roberto Hartasánchez, del Fondo para la Protección de Animales Salvajes (FAPAS), fue quien hizo saltar las alarmas para que el Seprona dependiente de la Comandancia de Oviedo investigara el caso. "Estos caballos gallegos son muy baratos. Un caballo de estos -nosotros hemos comprado algunos- te vienen a costar unos 50 euros. Muy poco", apunta.
En Asturias existe una raza autóctona de caballo salvaje que es el asturcón. Este ejemplar está declarado en peligro de extinción y el Principado de Asturias, para favorecer el incremento de su población, los subvenciona. Además, si un lobo mata a un potro de esta raza, la administración puede indemnizar los daños con hasta 600 euros por animal.
Como consecuencia, la picaresca se ha abierto camino. Como explica Hartasánchez, el negocio está en los potros. "Llevas las yeguas preñadas al monte, dejas que paran ahí, y una vez que tienen sus crías, son una presa muy fácil de los lobos", cuenta. Añade además que "el fraude consistía en que se hacían pasar estas crías de caballos de yegua de muy poco precio por asturcones. Es decir, compras una yegua por 100 euros, tiene una cría, te la matan los lobos y cobras 600 euros. Ni los chinos tienen fondos de inversión de este calibre".
El trapicheo de animales entre Galicia y Asturias no es complicado. El experto cuenta que es tan fácil como preguntar en los pueblos por un tratante que pueda conseguir "unas burras viejas gallegas" y, en seguida, te cuentan quién puede llevar a cabo la operación. "Es todo el boca boca" y "la inmensa mayoría, o casi siempre, es en dinero negro".
En 2018, el último año del que se tienen datos, los daños del lobo por cada caballo en Asturias estaban en torno a los 300 euros. Aquel año, se vieron afectados, al menos, unos 1.000 ejemplares.
La población actual de caballo salvaje gallego -el garrano- está hoy en torno a los 10.000 ejemplares, según las estimaciones de los investigadores de la Universidad de A Coruña. Su valor cultural y sus beneficios ambientales -sobre todo en cuanto a trabajo del campo- son incalculables. Sin embargo, el negocio en cuanto a este animal lleva años permeando en el monte gallego. Como cuenta Monteagudo, "hay un mundo oculto de gente con ganancias y es bastante deplorable. El caballo salvaje es eso que queremos salvar y que queremos cuidar en Galicia, y después hay otra gente que no tiene estos parámetros en cuanto al respeto del animal".