Un nuevo estudio, que arroja luz sobre las razones por las que los grandes mamíferos desaparecieron al final de la era glacial, sugiere que su extinción fue causada por el calentamiento del clima y la expansión de la vegetación que creó un hábitat inadecuado para los animales.
Los hallazgos, publicados en la revista PNAS, tienen importantes implicaciones para las propuestas de evitar el deshielo de los suelos del Ártico en la actualidad mediante la reintroducción de animales como el bisonte y el caballo, resaltan sus autores.
Hace unos 14.000 años, al final de la última glaciación, los paisajes abiertos y herbáceos que se extendían hacia el este desde Francia, a través del ahora sumergido mar de Bering, hasta el Yukón, en Canadá, se transformaron por la rápida expansión de los arbustos. Al mismo tiempo, varias especies emblemáticas de mamíferos que habitaban lo que hoy es Alaska y el Yukón, como el mamut lanudo, se extinguieron, y la arqueología registra la presencia humana en la región.
Estas antiguas coincidencias han llevado a sugerir que la caza humana causó la desaparición de los mamíferos, y su pérdida provocó la expansión de los arbustos, ya que no estaban allí para pisotear la vegetación y devolver los nutrientes al suelo. En la actualidad, con el fuerte calentamiento del Ártico, los arbustos se están extendiendo aún más hacia el norte en las regiones de tundra.
En la actualidad es popular la idea de que una forma de resilvestración, en la que se devuelve a los animales a sus ecosistemas originales para restaurar unas condiciones más "naturales", podría invertir la tendencia al aumento de la cubierta de arbustos, con el posible beneficio de mantener el carbono almacenado en el suelo. Esto se debe a que la vegetación de bajo crecimiento expone el suelo a condiciones más frías que la cubierta de arbustos, y así el suelo y el carbono que contiene permanecen bien congelados.
Otros defienden que el cambio climático impulsó los cambios en la vegetación y el paisaje, y éstos provocaron la pérdida de los animales al desaparecer su hábitat.
Para poner a prueba estas hipótesis alternativas, un equipo de investigación internacional examinó los registros de polen fósil conservados en los sedimentos de los lagos de Alaska y Yukón durante miles de años.
Centrándose en los registros que cumplían estrictos criterios de datación, el equipo pudo determinar con precisión el momento de la expansión de los arbustos en esta región. A continuación, compararon estos datos con la evolución del número de huesos fechados por radiocarbono de caballos, bisontes, mamuts y alces, lo que les proporcionó una estimación de la evolución del tamaño de sus poblaciones.
Sus resultados mostraron que los arbustos de sauces y abedules empezaron a expandirse por Alaska y el Yukón hace unos 14.000 años, cuando los registros de huesos fechados indican que los grandes mamíferos de pastoreo seguían siendo abundantes en el paisaje.
"Nuestro estudio utiliza una clara prueba de predicción para evaluar dos hipótesis opuestas sobre los grandes animales en los ecosistemas de tundra antiguos y modernos: que los animales desaparecieron antes de que aumentaran los arbustos, o que los arbustos aumentaron antes de que desaparecieran los animales", resalta la profesora Mary Edwards, de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, que formó parte del equipo del estudio.
No desensibilizan los ecosistemas
El doctor Ali Monteath, autor principal de las Universidades de Alberta, en Canadá, y Southampton, añade que "los resultados apoyan la idea de que al final de la última edad de hielo un cambio importante hacia condiciones más cálidas y húmedas transformó el paisaje de forma muy desfavorable para los animales, incluidos los mamuts".
Los resultados sugieren que el cambio climático fue el principal controlador de los ecosistemas del norte y que los grandes herbívoros no fueron capaces de mantener su entorno a medida que los arbustos se extendían. "Aunque los seres humanos pueden haber agravado el declive de las poblaciones, nuestros resultados sugieren que el cambio de vegetación impulsado por el clima fue la principal razón de la desaparición de los mamíferos", explica el profesor Edwards.
Volviendo al concepto de resilvestrar del Norte con grandes mamíferos que actualmente están ausentes de la región, el equipo de investigación concluye que esto probablemente no transformaría la vegetación en grandes áreas y, por lo tanto, haría poco para reducir la liberación de carbono del permafrost ártico.
El coautor del estudio, el profesor Duane Froese, de la Universidad de Alberta, explica que "los experimentos de repoblación a escala de praderas locales, como se ha hecho, por ejemplo, en el Parque del Pleistoceno (al noreste de Siberia), muestran que los megaherbívoros pueden alterar su entorno, impulsar cambios en la vegetación e incluso enfriar la temperatura del suelo, pero estas densidades de animales son mucho más altas de lo que cabría esperar para los ecosistemas del Pleistoceno".
"Nuestro estudio demuestra que el efecto del pastoreo de la megafauna es pequeño a escala subcontinental, incluso con la presencia de mamuts, y que el clima, una vez más, es el principal impulsor de estos sistemas", añade.
Por su parte, Benjamin Gaglioti, de la Universidad de Alaska-Fairbanks, añade que "la hipótesis de que la reintroducción de la megafauna impedirá o ralentizará el deshielo del permafrost y el cambio de la vegetación en el Ártico provocado por el calentamiento se ha visto reforzada por la idea de que la megafauna del Pleistoceno fue fundamental para mantener los ecosistemas de la edad de hielo".
Según resalta, "en contraste con esta predicción, los nuevos resultados muestran que los ecosistemas de alta latitud respondieron de manera sensible a los eventos de calentamiento del pasado, a pesar de que la megafauna era abundante en el paisaje. Estos resultados apoyan la hipótesis de que la reintroducción de la megafauna en la actualidad no contribuirá a desensibilizar los ecosistemas de alta latitud al calentamiento provocado por el hombre", concluye.