A medida que envejecemos, los seres humanos cambiamos la forma en que interactuamos socialmente. En lugar de seguir haciendo nuevos amigos, la vejez conlleva que mantengamos una red más pequeña de buenas amistades, más cercanas y beneficiosas. Es lo que se conoce como la Teoría de la Selectividad Socioemocional, sobre todo impulsada por la perspectiva del tiempo que nos queda por vivir.
"Este cambio ocurre debido a nuestra capacidad humana para monitorizar nuestros propios horizontes de tiempo personal, es decir cuánto tiempo nos queda de vida. Esto nos hace priorizar las relaciones emocionalmente satisfactorias cuando se percibe que el tiempo se está agotando", explica a SINC Alexandra G. Rosati, profesora de Psicología y Antropología de la Universidad de Míchigan en EE UU.
Este comportamiento parecía hasta ahora ser más propicio a los seres humanos, que exhiben un razonamiento complejo único sobre su futuro, pero pocas investigaciones han evaluado si esta conducta en las relaciones sociales es influida de forma explícita por la sensación de inminente mortalidad.
Aunque estudios anteriores habían sugerido que los cambios en las metas socioemocionales durante el envejecimiento podían ser independientes de la perspectiva del tiempo futuro, el equipo de Rosati quiso comprobar si los humanos compartían esta conducta con los chimpancés salvajes, que carecen del conocimiento o conciencia de que su vida se acaba.
El estudio, publicado en la revista Science, ha permitido analizar los datos recogidos durante dos décadas en el Parque Nacional Kibale, en Uganda, sobre las interacciones sociales entre 21 chimpancés machos salvajes, con edades comprendidas entre los 15 y los 58 años.
Big Brown es uno de los chimpancés más ancianos del grupo. / John Lower
"Descubrimos que los chimpancés salvajes comparten patrones de envejecimiento social con los humanos al priorizar los lazos sociales fuertes e interactuar con otros de formas cada vez más positivas a medida que envejecen", recalca la investigadora de la universidad estadounidense, autora principal del trabajo.
Los resultados de la investigación muestran que, mientras los chimpancés más jóvenes tenían relaciones más unilaterales, desiguales y antagónicas, los más viejos tendían a tener amistades más equitativas y positivas. Además, aunque es más probable que estén solos, los chimpancés mayores también socializaban más con importantes interlocutores sociales dentro del grupo.
"Los individuos más mayores también mostraron un sesgo de positividad en su comportamiento general al disminuir su agresividad mientras mantenían los niveles de aseo entre miembros del grupo", señala Rosati.
Un cambio social
El estudio revela así que humanos y chimpancés comparten esta característica social, sin que estos últimos sean conscientes de su propia muerte. "Si bien los chimpancés son capaces de pensar en el futuro en unas pocas horas o tal vez en unos días, no hay evidencia de que ningún animal pueda pensar en sí mismo en un futuro lejano o comprender su propia mortalidad", destaca la científica.
Según los investigadores, si la perspectiva del tiempo en los animales no influye en el desarrollo de este cambio de comportamiento social en la vejez es posible que entren en juego otras habilidades cognitivas. Entre ellas, está la posibilidad de que "los chimpancés mayores puedan ser menos reactivos emocionalmente", subraya Rosati.
El trabajo propone de este modo que el patrón social compartido por humanos y chimpancés podría ser en realidad una respuesta adaptativa. "Los adultos mayores se centran en relaciones sociales importantes que brindan beneficios y evitan interacciones que tienen consecuencias negativas a medida que pierden la capacidad competir a través de la lucha", indica la experta. En este sentido, los chimpancés mayores pueden obtener beneficios reproductivos si tienen amistades sólidas y forman coaliciones.
Al saber que estos grandes simios envejecen con éxito, tienen buenos amigos y son bastante populares en el grupo a pesar de tener un estatus social más bajo, los científicos sugieren que se podría aplicar al envejecimiento humano "más saludable". "Esto puede ayudarnos a comprender cómo envejecer con éxito", concluye Alexandra Roseti.