La rápida expansión de la epidemia por el nuevo coronavirus de Wuhan atemoriza a gran parte del mundo. También ha dejado sin respiración a la economía mundial, con importantes caídas en las bolsas y problemas de abastecimiento. Hasta hoy, los registros de casos superan a las 100.000 personas infectadas, de las cuales han fallecido más de 3 100.
Siguiendo con los números, hay un centenar de países que han declarado casos. A nivel mundial, las cifras aumentan día en día. ¿Hasta cuándo? Todo parece apuntar que hasta mayo-junio.
No es que adivinemos el futuro, ni mucho menos. Es que los coronavirus, como otros virus respiratorios, suelen reducir su transmisión en las épocas estivales. Es justo lo que pasó con la epidemia del SARS en 2002-2003. Y es de esperar que la historia se repita esta vez.
Remisión veraniega del coronavirus
Son varias la razones que explican la remisión veraniega de pandemias respiratorias víricas como la del coronavirus. Fundamentalmente cinco:
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La temperatura elevada reduce la estabilidad viral en superficies de contacto. Se estima que en verano no va más allá de 4 horas.
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Los rayos ultravioleta solares inactivan el virus, de modo que los días largos actúan como antisépticos.
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La ausencia de frío ambiental reduce el riesgo de faringitis e infecciones de vías respiratorias. Por el contrario, en invierno se favorecen las infecciones por virus respiratorios.
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Pasar más tiempo en espacios cerrados cuando hace frío, con agregación y mayor proximidad entre las personas, favorece la transmisión viral.
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La exposición masiva al coronavirus en la estación fría solo deja una población residual susceptible de padecer nuevas infecciones a partir de primavera.
El drama chino
Gran parte de la tragedia vivida en la provincia de Hubei, cuya capital es Wuhan, ha sido producida por una crisis de atención sanitaria. La avalancha de pacientes a los hospitales y a los servicios de urgencia en un plazo de 2 a 3 semanas ha desbordado las prestaciones sanitarias y los servicios médicos en el gigante asiático.
En un país donde un gran número de ancianos viven solos, la cuarentena a la que ha sido sometida Wuhan, una ciudad de más de 11 millones de habitantes, ha supuesto que muchos ancianos no hayan recibido cuidados mínimos. Gran parte han fallecido por desatención social y sanitaria. Por no hablar de la carencia de alimentos y la imposibilidad de salir del domicilio.
Quizás muchos hubieran sobrevivido asegurando una buena hidratación, medicación de otras enfermedades acompañantes (diabetes, insuficiencia cardiaca, etc.) y el tratamiento antibiótico de sobreinfecciones respiratorias.
Contención del Covid-19 en Occidente
En Europa y Norteamérica, el objetivo fundamental es que la propagación del coronavirus se ralentice. La suspensión de actividades que suponen la aglomeración de personas, esto es, conciertos, colegios, universidades, transportes públicos, etc. es deseable durante varias semanas, para que las infecciones se den del modo más escalonado posible.
Cabe esperar que muchos nos infectemos, puesto que no hay inmunidad previa contra el SARS-CoV-2, que es como se llama este nuevo coronavirus. Como tampoco hay vacuna preventiva.
La parte positiva es que el cuadro clínico parece no distinguirse mucho de uno gripal, esto es, tos, fiebre y cefalea autolimitados en unos pocos días. Solo los sujetos con edad avanzada y/o con otras patologías previas (bronquitis crónica, insuficiencia cardiaca, cáncer, etc.) pueden experimentar complicaciones respiratorias más graves. Especialmente deben tratarse las sobreinfecciones bacterianas y las neumonías.
La mortalidad no llega al 2%, pero eso es siempre y cuando los pacientes puedan ser bien atendidos médicamente. Esto resulta más fácil si no se colapsan las urgencias la misma semana y los casos fluyen de forma escalonada.
Lo que está por venir
La información actual permite prever que durante el mes de marzo van a comunicarse un elevado número de casos en Europa y Norteamérica. A diferencia de la estructura sanitaria china, los sistemas de salud son mejores en occidente y podrán hacer frente a la epidemia (o una eventual pandemia) en mejores condiciones.
Para mayo, es de esperar que la epidemia retroceda, gracias a la elevación térmica, la exposición a un mayor número de horas solares y la reducción en el número de personas susceptibles de infectarse (esto es, que todavía no han pasado la infección).
Es previsible que cuanto más se conozcan los mecanismos de transmisión, mejor se gestione la prevención de contagios. En resumen, aunque no se desarrollen vacunas ni antivirales eficaces, hay motivos suficientes para el optimismo.
* Facultad de Ciencias de la Salud & Centro Médico, UNIR - Universidad Internacional de La Riojad.
** Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.