En la España que riega el Segura, la sequía no acaba nunca. El sureste Peninsular fue el menos beneficiado por el húmedo año hidrológico de 2018, aquél que puso fin a la concatenación de años secos que llevaron a los embalses al borde de la crisis. El escenario para 2019 era hasta hace unos días mucho más pesimista: arrancábamos el verano con un 26% menos de precipitaciones, septiembre prolongaba los cuatro meses en los que no ha caído una gota en grandes zonas de Murcia, Alicante y Almería, y las reservas de la Cuenca del Segura estaban al 21,1% el día que llegó la DANA.
Las lluvias torrenciales provocadas por la Depresión Aislada en Niveles Altos de la Atmósfera (DANA) han dejado registros históricos, publica la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). En las últimas 48 horas se han recogido en Beniarrés (Alicante) 452,4 litros por metro cuadrado; en Orihuela (Alicante), 425,4 litros por m2; y en Onteniente (Valencia), 339,2 litros por m2. "Podemos decir que hoy ha llovido en Orihuela en unas pocas horas lo que suele resultar normal en un año y en Ontinyent la mitad del promedio normal anual", tuitea la agencia.
Hay una directa correlación entre las zonas que han batido récords de precipitaciones y los desbordamientos del Segura. Deja imágenes sobrecogedoras en Orihuela (Alicante) a la altura del barrio de San Pedro y en el puente del Rey, así como en las pedanías de Desamparados y Las Norias. A media mañana del viernes, el ayuntamiento de Murcia tenía que desmentir que el río se hubiese desbordado en su tramo urbano, pero desde la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) alertaban de una crecida en Contraparada que no permitía descartar el riesgo para la capital de la región. Varios puentes permanecen cortados por precaución.
Uno de los puntos débiles del sistema ha resultado ser el canal del Trasvase Tajo-Segura a la altura de Molina del Segura, en el que se produjo una rotura. El caudal derramado fue recogido por una rambla que lo ha conducido al embalse de Santomera. Aunque la CHS descartaba abrir las compuertas como sí sucedió el año pasado con la crecida del Ebro, porque pueden acoger grandes volúmenes precisamente por la sequía endémica que los ha esquilmado en la última década, Santomera se ha llenado de un día para otro y la presa va a tener que "aliviar".
Los desembalses son un mecanismo habitual en los sistemas hidrológicos, una suerte de juego de "vasos comunicantes" por los que se crean volúmenes de reserva en previsión de nuevas avenidas. Inevitablemente, esto implica aumentar el caudal en tramos. "Si esto ocurriera, las aportaciones de la presa se unirán a las del río Segura, (...) lo que supondrá mayores desbordamientos en las poblaciones aguas abajo del punto de confluencia, especialmente en la población de Orihuela", avisa la CHS.
El delegado del Gobierno, Francisco Jiménez, ha anunciado que se desalojarán las pedanías de El Siscar y colindantes de forma urgente para evitar que haya incidencias, ya que el momento de ese desembalse será "crítico". En la mente de todos está el saldo más trágico del temporal: las tres víctimas
Tajo-Segura, el polémico trasvase
Irónicamente, el BOE publica hoy mismo una orden de trasvase de 16,1 hectómetros cúbicos de la cuenca del Tajo, desde los embalses de Entrepeñas y Buendía, para los regantes del Segura, una decisión basada en que la situación de sequía hidrológica está vigente hasta final de septiembre, término del año hidrológico. Los agricultores, sin embargo, ya miran con inquietud al primero de octubre: "Va a ser inviable mantener en explotación a partir del 1 de octubre todas las baterías de pozos. No vamos a tener agua ni en cabecera ni en la Vega Media", alertaban hace pocos días.
El trasvase Tajo-Segura es un campo de batalla enquistado en la política nacional y autonómica desde hace décadas, una infraestructura concebida para nivelar recursos para el sector primario en todo el territorio que ha desembocado en un pulso entre regantes castellanomanchegos y murcianos. La situación no ha dejado de agravarse debido a las condiciones climatológicas cada vez más áridas en el sudeste mientras se ha producido un 'boom' de la explotación de la denominada "huerta de Europa" alimentado por un uso intensivo y a menudo irregular del agua.
"Los recursos hídricos han descendido mientras que la demanda no ha parado de aumentar", denunciaba Santiago Martín Barajas, ingeniero agrónomo y responsable de aguas de Ecologistas en Acción, en conversación con EL ESPAÑOL. "Y se debe a la agricultura. Los regadíos han crecido un 21% en las últimas dos décadas. Los embalses ya no son un almacén, sino una estación de paso camino del campo".