Llega la hora de hacer la lista de la compra y tu mente sostenible empieza a valorar ciertas opciones: ¿qué productos deberías incluir en el menú diario en una época en la que el cambio climático está en boca de todos y muchos se afanan en hacer el menor daño posible a la Tierra? Has de saber que tu consumo de marisco, pescado y carne afecta sobremanera a los recursos del planeta. Y conociendo el coste de su producción, puedes hacer algo por extender la vida útil de nuestro ecosistema.
Un estudio publicado en Frontiers in Ecology and the Environment y realizado por profesores de la Universidad de Washington presenta una perspectiva general sobre el impacto medioambiental de la producción de este tipo de proteínas de origen animal. "Hay algunos tipos de producción de comida que necesitamos incentivar y otros que debemos desalentar", ha dicho Ray Hilborn, uno de los autores del estudio y profesor en dicho centro.
Para ello recogieron datos durante una década sobre la cría de estos animales y vinculados a todas las fases de su vida, desde el nacimiento hasta su muerte. El objetivo era comparar el impacto medioambiental para obtener 40 gramos de proteína (una cantidad diaria recomendada de este nutriente) en diferentes variables: uso de energía, emisiones de gases invernadero y de sustancias que contribuyan a la lluvia ácida o utilización excesiva de fertilizantes y otros nutrientes. Si bien estas eran las variables principales, también se tuvieron en cuenta otros aspectos, como el uso de antibióticos o pesticidas, la demanda de agua o la erosión del suelo.
Sardinas, caballas y arenques, entre los pescados más sostenibles
Si se analizan cada una de las variables, se encontrarán diferencias que pueden afectar a nuestra forma de consumir. De este modo, si nos preocupa el uso de energía, los investigadores encontraron que la producción de ganado utilizó menos que las explotaciones de acuicultura. Esto se debe a que el agua de las piscifactorías circula constantemente en la producción de especies como el siluro, la tilapia (de poco valor nutricional, encima) o el langostino, lo que obliga a un mayor gasto de electricidad. Así, esta forma de producción es más dañina en ese aspecto que la cría de pollo o la pesca de captura de poca cantidad.
Eso sí, en la acuicultura de moluscos pasa algo interesante: animales como los mejillones, las vieiras o las ostras son capaces de absorber el exceso de nutrientes que pueden perjudicar a los ecosistemas, por lo que estos no llegan a la naturaleza. Si el uso de fertilizantes preocupa, lo mejor es comer solo pescado de captura, que no utiliza este tipo de recursos.
Ahora, bien, en este tipo de pesca no todo es tan bonito: los barcos utilizados para hacerse con ella en alta mar utilizan combustible responsable de gases perjudiciales para la atmósfera. De nuevo, para ayudar al medioambiente, habría que apostar por pesca de bajura o con métodos tradicionales, como las redes, que no hacen tanto daño al medio. Para ello, los investigadores proponen consumir anchoas o arenques.
Tras analizar las diferentes variables y de acuerdo a las conclusiones generales del equipo, la caballa, el arenque y las sardinas de captura están entre los pescados de menor impacto medioambiental. En este grupo también estarían moluscos y crustáceos cultivados. Si queremos comer pescado de mayor envergadura sin tener remordimientos, se puede optar por el salmón de cultivo, la merluza, el bacalao o el abadejo.
En cuanto a la carne, como ya hemos visto, el pollo puede ser una buena opción. Su producción, junto a la de salmón de cultivo, emite 20 veces menos gases invernadero que la del siluro de piscifactoría. La producción ganadera de carne es muy dañina para el ecosistema, por la explotación que se hace de los recursos y porque sus residuos pueden terminar en los ríos. Además, el metano de los excrementos provoca desajustes en la atmósfera.
Pescado de granja, una forma de salvar el ecosistema
Este no es el único estudio reciente que ha relacionado la producción de animales con el ecosistema y el medioambiente (de hecho, el ganado se suele llevar la peor parte). De acuerdo a una investigación del Centro Nacional y Análisis Ecológico Santa Bárbara de la Universidad de California, la acuicultura puede ayudar a alimentar a la población del futuro mientras se reduce la producción de carne, que daña mucho el suelo. Se esperan 10.000 millones de personas en todo el planeta para 2050.
La presión sobre el medio seguiría existiendo, pero en una cantidad "minúscula" en comparación con los animales de granja, aseguró Halley Froehlich, investigadora del centro. "La acuicultura ofrece un método para reducir algo la presión ejercida sobre nuestros paisajes naturales y fauna y lugares salvajes", añade Caire Runge, coautora del estudio e investigadora de la Universidad de Tromsø (Noruega).
De acuerdo a sus datos, si se sustituye la producción de carne y el pastoreo con piscifactorías, estanques y demás familias acuáticas, se liberarían entre 729 y 747 millones de hectáreas de tierra en todo el mundo, dos veces el tamaño de la India. Para ello, el agua usada en estos recintos debería ser marina o una mezcla entre dulce y salada.
Una clave para analizar la sobreexplotación de los recursos está en cómo ganan peso peces y animales de granja para convertirse en alimento humano. Una vaca necesita de 2,7 a 4,5 kilos de alimento para generar uno de masa; los peces, en cambio, se bastan con entre 450 y 900 gramos. No obstante, recordemos que el anterior estudio criticaba que la acuicultura consumía más energía que los ganados.
"Si eres ecologista, lo que comes marca la diferencia", resumía Hilborn al hablar del estudio más reciente. Y ante todas estas alternativas, recuerda que te quedan frutas, verduras, frutos secos y legumbres. En caso de que optes por el veganismo, los animales, ya sean terrestres o acuáticos, lo agradecerán.