Eva es una perra escocesa de la raza munsterlander, que tenía sólo un año cuando fue atropellada por un coche que le rompió la pata derecha. Hace apenas unos meses, sus veterinarios vieron que sus intentos de curar la fractura, de dos centímetros, no iban a dar fruto y se plantearon la amputación.
La perrita estaba condenada a un vida con tres patas, pero un ingeniero biomédico español radicado en la Universidad de Glasgow -Manuel Salmerón Sánchez- ha conseguido lo imposible: salvarle de la amputación con una novedosísima técnica de crecimiento óseo.
Fue William Marshal, veterinario del Hospital Animal de la universidad escocesa, quien recordó el trabajo experimental que llevaban sus colegas liderados por el español Salmerón en otro departamento del centro.
El objetivo de los ingenieros biomédicos no era ayudar a Eva, sino a las miles de personas que cada año han de ser amputadas por pisar una mina antipersona, una munición todavía presente en el suelo de muchos países, a pesar de los esfuerzos de limpieza que se están llevando a cabo.
El proyecto que lidera el español, que tiene un presupuesto de algo más de tres millones de euros, fue financiado por la ONG Find a better way, una entidad fundada por el exfutbolista inglés Sir Bobby Chalton dedicada precisamente a las minas antipersona.
Así, Eva no sólo ha conseguido salvar su pata, sino que ha servido de conejilla de indias del procedimiento desarrollado por los científicos de la universidad escocesa para regenerar huesos de personas afectadas por esta tragedia.
El tratamiento consiste en una nueva forma de administrar una proteína de origen natural llamada BMP-2 que hace que los huesos crezcan y que se adhiere al lugar requerido con un ingrediente utilizado habitualmente en pintura y esmalte de uñas, el poliacrilato de etilo (PEA).