Recientemente un equipo de investigadores norteamericanos se encontraba investigando cómo afecta al ambiente la descomposición de animales muertos, cuando el cadáver de un ternero, que había sido utilizada como cebo para atraer a los carroñeros, desapareció delante de sus narices. El pobre animal no había podido marcharse solo, por lo que algún otro debía haberle ayudado pero, ¿cómo?
Las primeras teorías apuntaban a un gran depredador, que habría dado cuenta de la res muerta rápidamente. Pero la realidad demostró que esta hipótesis estaba equivocada y que el ladronzuelo resultó ser un tejón americano que había dedicado cinco días a enterrar al animal, protagonizando una hazaña que nunca antes había sido observada en otros ejemplares de su especie.
Un precavido tejón
Cuenta la fábula de la cigarra y la hormiga que un caluroso verano una cigarra se encontraba cantando tranquilamente cuando vio pasar a una hormiguita, que se dirigía al hormiguero cargada con comida para el invierno. La cantarina cigarra se rió de ella, por estar trabajando en vez de disfrutar del día estival, pero en invierno todo cambió, pues la hormiga tenía reservas para alimentarse durante el frío, mientras que ella se moría de hambre.
Pues parece ser que el tejón es la hormiga de los mamíferos, según el equipo de investigadores de la Universidad de Utah que ha descrito el nuevo oficio del tejón en la revista Western North American Naturalist.
Un video demuestra que el becerro que enterró el animal pesaba casi cuatro veces más que él. El objetivo no era otro que almacenar su carne en un lugar donde no se echara a perder.
En busca del carroñero equivocado
Los hechos tuvieron lugar en el invierno de 2016, cuando los investigadores depositaron sobre el suelo del Desierto de la Gran Cuenca de Utah el cadáver de una vaca joven (Bos taurus), que les permitirían atraer a los carroñeros.
Pasado un tiempo, el animal muerto había desaparecido y la sorpresa de estos científicos fue mayúscula; pues, si bien, ellos achacaban el robo a la presencia de algún coyote, el responsable que capturaron las cámaras que habían dejado para la ocasión resultó ser mucho más pequeño.
El proceso no fue fácil, ya que el animalito pasó cinco días enteros abriendo galerías y zanjas en torno al cadáver, con el objetivo de facilitar su enterramiento, cuyo fin no era más que conservar su carne, como dirían los envases de muchos de los productos de nuestras despensas, "en un lugar fresco y seco".
Una vez finalizado su trabajo, pasó 11 dando cuenta del festín que tanto trabajo le había costado, pasando después hasta 52 días sin apenas salir de la madriguera.
Según el investigador responsable del vídeo, Evan Buechley, el cuerpo de estos animales, con garras afiladas y párpados diseñados para evitar que el polvo entre en el ojo, les convierte en grandes excavadores, pero jamás se había pensado que pudiesen enterrar animales tan voluminosos.
Sin embargo, parece ser que no es un caso aislado, pues después de este vídeo consiguieron grabar a otro tejón llevando a cabo una maniobra similar.
Sea como sea, tanto estos investigadores, como otros que han sido atraídos por su trabajo, están de acuerdo en que los ganaderos deberían renovar la mirada con la que hasta ahora enfocaban a los tejones, pues han pasado de ser cazadores de gallinas y destructores de cosechas a verdaderos enterradores, capaces de eliminar rápidamente los cadáveres de grandes animales, antes de que la enfermedad que los llevó a la muerte se propague por el resto del ganado. Además, supone un nuevo punto desconocido en el reparto de nutrientes dentro de los ecosistemas que resulta emocionante para los sorprendidos estudiosos del tema.
Así que, ya saben, si alguna vez piensan que no son suficientemente fuertes para conseguir alguno de sus propósitos, piensen que un pequeño tejón pudo enterrar todo el cuerpo de una vaca y darse un generoso festín con ella después. Lo importante es no desistir en el empeño y emplear el tiempo que sea necesario para ello.