Un equipo internacional de investigadores, liderados por la Universidad de Cambridge en EEUU, ha aportado nuevas pruebas que apuntan a la existencia de un lago de agua líquida bajo el casquete polar en el extremo sur del planeta Marte. Sus conclusiones, que publica Nature Astronomy, se han obtenido mediante la tecnología de altímetro láser espacial, que permite medir los cambios en la superficie del hielo e identificar los sutiles patrones que pueden indicar la presencia de un cuerpo de agua en su interior.
Estos datos confirman la controvertida medición por radar proporcionada por la sonda MARSIS de la Agencia Espacial Europea (ESA) en 2018. El registro apuntaba a la presencia de agua líquida, pero se rebatió dado que otros materiales secos presentes en Marte podrían producir los mismos patrones de respuesta al radar. "Se han hecho mediciones que son consistentes con la presencia de agua. Pero no se ha descubierto agua en Marte", explicaba entonces el físico español de la NASA Germán Martínez a EL ESPAÑOL.
Aunque el Planeta Rojo tuvo océanos, mares y ríos similares a los de la Tierra en el pasado, actualmente las posibilidades de encontrar agua líquida -fundamental para la hipótesis de la posible vida microbiana en Marte- son remotas. Ya en 2015 se identificaron escorrentías de agua salada, probablemente fruto de la "condensación por humedad", fluyendo por la superficie. El hielo bajo los polos Norte y Sur del planeta parecen mejores candidatos, pero el clima es mucho más frío que en la Tierra y se consideraban hasta ahora sólidamente congelados hasta el núcleo.
Los polos marcianos contendrían, todo sumado, una cantidad de hielo similar a la de Groenlandia. Sin embargo, no tienen la actividad de los polos terrestres, que están surcados en su interior por canales de agua en movimiento e incluso lagos subterráneos. Para que esto pueda existir en Marte se debe dar alguna fuente de calor geotermal desconocida hasta la fecha que evitaría su congelación. La confirmación de esta hipótesis tendría repercursiones aún mayores, ya que probaría que la energía geotérmica generada en el planeta es más activa de lo imaginado.
El proyecto, que sumó a equipos de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), la Universidad de Nantes (Francia), el University College de Dublín (Irlanda) y la Open University británica, empleó diversas técnicas para examinar la topografía de la superficie del casquete polar a partir de los datos recogidos por la sonda NASA Mars Global Surveyor. Se centraron en el lugar en el que MARSIS había dado con la señal compatible con agua líquida.
En la Tierra, explican, los lagos subglaciales modifican la forma de la capa de hielo que los recubre, al reducir la fricción entre el hielo de la superficie y el manto terrestre sobre el que se apoya. Esto forma depresiones y montículos que pueden ser reconocibles. Según los datos recopilados, la zona investigada en Marte presenta una ondulación de entre 10 y 15 kilómetros con su correspondiente surco y elevación, que causa una desviación de la superficie de su entorno de varios metros de altitud. Su forma es compatible con las provocadas por el agua subglacial en nuestro planeta.
Para comprobar la hipótesis del agua líquida, los investigadores aplicaron modelos de simulaciones matemáticas de flujos, adaptados a las condiciones de Marte. Como variable, se calculó como un lago subterráneo permitiría al hielo deslizarse y avanzar con mayor rapidez. También se simularon diferentes intensidades de calor geotérmico procedente del núcleo del planeta. Los resultados fueron ondulaciones en el casquete polar muy similares a las de la superficie real. La correlación entre el modelo y las dos observaciones corroboraría la presencia de agua en estado líquido.
La fuente de energía que mantendría el agua fluyendo, postulan, correspondería a una actividad magmática "reciente" bajo la superficie del Planeta Rojo. "La calidad de los datos que recibimos de Marte, tanto de los satélites en órbita como de los dispositivos en superficie, nos permite resolver preguntas muy complicadas sobre lo que esta ocurriendo en la superficie e incluso por debajo, usando las misma técnicas que en la Tierra. Es muy emocionante", valora el director del proyecto, el profesor Neil Arnold del Instituto Scott de Investigación Polar de Cambridge.