Hace unos días se viralizó en las redes sociales una noticia alarmante: una emisora de radio de ámbito nacional habría revelado que "cuatro trabajadores del Instituto de Meteorología han confesado bajo un informe a la Unión Europea que España entera está siendo rociada con dióxido de plomo".
El uso de esta sustancia, vertida desde aviones, tendría como fin "alejar las lluvias y poder subir las temperaturas para crear un ambiente climático veraniego para el turismo y a su vez ayudar a los agricultores". Pero también tendría graves efectos secundarios en forma de terribles sequías y catastróficos fenómenos de gota fría, además de envenenar a la población.
Pero naturalmente, no hay nada demostrado en todo esto. "Los bulos son como virus", escribía el sociólogo Joost Van Loon. Los expertos han destacado la similitud entre los memes virales en Internet y los verdaderos virus, los que infectan nuestro cuerpo. Una de estas similitudes es que las mentiras en redes, como la gripe, suelen rebrotar cada cierto tiempo, siempre adaptándose al momento actual como si fueran noticia de "esta mañana".
En el caso del falso bombardeo tóxico sobre los campos españoles, el bulo se remonta al menos a 2014, si no antes. Entonces un blog anónimo publicaba el siguiente titular: "Meteorólogos españoles denuncian ante la UE que España está siendo fumigada por aviones para cambiar el clima".
En el texto se apuntaba que la presunta noticia había estado "circulando por la red" y se atribuía su origen a una entrevista en la Cadena Ser del 4 de octubre de aquel año, en la que al parecer se había revelado la denuncia de los cuatro meteorólogos. Pero curiosamente, incluso el propio autor aclaraba que no le había sido posible encontrar tal entrevista, lo cual no le impedía abrir la falsa información con el alarmista titular.
Misterio y esperpento
El bulo sobre los meteorólogos alcanzó tal magnitud que llegó a motivar una pregunta a la Comisión Europea firmada el 19 de mayo de 2015 por el eurodiputado Ramón Tremosa, de Convergència Democràtica de Catalunya, un personaje conocido por sus tergiversaciones que sin embargo continúa sentado en el Parlamento Europeo. En su escrito, Tremosa pedía confirmación sobre la denuncia de los meteorólogos y solicitaba la postura de la CE al respecto, citando como fuente el blog que propagó la supuesta noticia.
En su respuesta, publicada el 16 de julio, la CE aseguraba que no había recibido informe alguno de meteorólogos españoles, añadiendo: "la Comisión ha investigado la materia con las autoridades españolas y no ha encontrado pruebas de las alegaciones de un esquema de geoingeniería militar para cambiar el clima en España".
Al mismo tiempo y en meses sucesivos, la bola de los meteorólogos rebotaba por el pinball de Internet. Y como en el juego del teléfono roto, se iba añadiendo color: en algunos casos se citaban declaraciones literales de los meteorólogos en la inexistente entrevista, y en otros incluso se facilitaba un enlace al archivo sonoro en la web de la cadena Ser.
Sin embargo, el audio enlazado correspondía en realidad a la edición del 6 de octubre de 2012 del programa de misterio y pseudociencias Milenio 3 del periodista Iker Jiménez. En aquella emisión se abordaba el asunto de los chemtrails, una teoría de la conspiración que asocia las estelas de aviones en el cielo a la dispersión de productos químicos con fines que varían según la versión, desde la manipulación del clima o provocar enfermedades al exterminio de una parte de la humanidad.
El mito de los chemtrails se originó a finales de los años 90, probablemente inspirado por un informe publicado en 1996 por la Fuerza Aérea estadounidense sobre la modificación del tiempo atmosférico. Ciertos foros de Internet y programas nocturnos de radio en EEUU comenzaron a dar forma al bulo, a cuya popularidad puede haber contribuido también la práctica de la siembra de nubes mediante yoduro de plata, un procedimiento empleado legal y públicamente en muchos países, incluyendo España, para aumentar las precipitaciones y mitigar las granizadas.
Otro posible ingrediente en la fabricación del bulo fue la desclasificación en 1977 de varios proyectos secretos del gobierno de EEUU que en los años 50 y 60 dispersaron bacterias y compuestos nocivos sobre varias regiones pobladas de aquel país como simulacros de guerra bacteriológica y nuclear.
Pseudocientíficos y bromas
Pese a su juventud, el bulo de los chemtrails ha alcanzado una gran popularidad que, como suele ocurrir en otros casos semejantes, viene alimentada por pseudocientíficos y pseudopruebas. Entre los primeros se encuentra J. Marvin Herndon, un físico autor de varias teorías estrambóticas que en 2015 publicó un estudio en el que pretendía demostrar la presencia de restos de chemtrails en el medio ambiente. El trabajo fue posteriormente retirado debido a la manipulación de los datos y las conclusiones.
Entre las segundas se cuenta el vídeo que el británico Chris Bovey grabó en 2014 desde su asiento en un avión de línea y que mostraba la expulsión de una sustancia del ala del aparato. El documento de Bovey fue enarbolado por los conspiracionistas como la prueba definitiva, hasta que el propio autor confesó en un programa de radio en directo que se trataba de una broma.
Su avión iba a realizar un aterrizaje de emergencia, explicó, y siguiendo el protocolo habitual, se desalojó el combustible de los depósitos. Tras su declaración, Bovey contó que le acusaron de haberse dejado comprar, y que algún conspiranoico iracundo había llegado a desearle que "le dieran por el culo en prisión".
Entretanto, en EEUU diversas agencias incluyendo la Administración de Aviación Federal, la NASA, la Agencia de Protección Medioambiental o la Administración Atmosférica y Oceánica han desmentido repetidamente la existencia de chemtrails, aunque parece obvio que estas declaraciones oficiales difícilmente van a convencer a los adeptos.
Por su parte, los científicos tratan de desterrar el mito explicando que no existen tales chemtrails o estelas químicas, sino sólo contrails o estelas de condensación que se producen en ciertas condiciones atmosféricas cuando el vapor de agua forma gotitas o cristales de hielo debido a la acción de los motores de los aviones, creando nubes artificiales persistentes similares a los cirros.
Incluso entidades conservacionistas como Ecologistas en Acción se han desmarcado del conspiracionismo ofreciendo ciencia rigurosa como antídoto contra el mito. Lo que, como no podía ser de otra manera, le ha valido a esta organización la acusación de venderse a las subvenciones gubernamentales.
Como dijo en 2016 el científico atmosférico Ken Caldeira, coautor de un amplio estudio que desmontaba el bulo de los chemtrails, todo esto "no va a convencer a los creyentes a muerte de que su amado programa secreto de dispersión es sólo una fantasía paranoide". O como dijo Mark Twain, "nunca dejes que la verdad te estropee una buena historia". Claro que al parecer Twain nunca dijo tal cosa; es sólo un bulo más.
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