Un comentario del presidente de EEUU, Donald Trump, al firmar la Directiva de Política Espacial que ordena al director de la NASA a liderar un programa de exploración espacial innovador para enviar astronautas estadounidenses de nuevo a la Luna y, a largo plazo, a Marte, llama particularmente la atención. "Esto es muy excitante, y muy importante para nuestro país, y también significa puestos de trabajo. ¡Trabajos! Y nos encantan los puestos de trabajo, ¿verdad?".
Podría pensarse que se refiere a un plan de contratación para empleados de la NASA y sus empresas subsidiarias. Sin embargo, la directiva no contiene especificaciones en cuanto a presupuestos o plazos para la Agencia Espacial. Lo que Trump tiene en mente es usarla como trampolín para que empresas privadas estadounidenses emprendan la conquista de las oportunidades comerciales que ofrece nuestro satélite y su órbita, de la minería al turismo espacial.
La medida también tiene una medida militar y estratégica, según confiesa él mismo. "El espacio tiene que ver con muchas otras aplicaciones, incluida una aplicación militar. Así que somos los líderes, y vamos a seguir siendo los líderes, y vamos a incrementarlo significativamente". El arrebato de retórica trumpista es un reto para las agencias espaciales de países competidores, pero también de potencias emergentes expansionistas como China y la India.
El Tratado del Espacio Exterior de 1967 prohíbe específicamente la "explotación unilateral y privada de los recursos económicos", pero eso no ha impedido que varias empresas se lancen al desarrollo de tecnología para la minería espacial. Y si Donald Trump ya desdeña los tratados internacionales que afectan a la Tierra, es demasiado optimista confiar en que respeta al espacio gris legislativo del espacio.
De hecho, conocer los planes de la NASA para fomentar la explotación económica espacial fue una de las prioridades del equipo de Trump cuando accedió a la Casa Blanca, según reveló una filtración el pasado abril. "Provean datos y ejemplos de cómo la NASA desarrolla tecnología en colaboración con la industria privada, por ejemplo tipos de contratos o acuerdos y atribuciones de propiedad intelectual. El interés está en conocer cómo se difuminan los proyectos subvencionados por el Gobierno o no" - era la solicitud remitida a la administración Obama saliente.
La respuesta por parte de la Agencia incidía en los planes de privatización a cambio de poder seguir investigando: "La NASA contempla un futuro en el que la órbita cercana de la Tierra sea principalmente el dominio de la actividad comercial mientras la NASA lidera a sus socios internacionales y comerciales en la exploración del espacio profundo". Adjuntaban un Powerpoint describiendo los planes para la minería en la Luna, describiendo como paso previo la necesidad de enviar una misión de prospección, ya que los depósitos son difíciles de localizar desde la Tierra.
¿Dónde está el negocio en la Luna?
Hay cientos de miles de millones de dólares flotando sobre nuestras cabezas, en forma de recursos raros. Los asteroides contienen metales del grupo del platino extremadamente valiosos que hacen que los cazadores de meteoritos se peleen por los que caen a tierra. La revista Forbes revelaba el pasado enero que el Gobierno de Luxemburgo está invirtiendo intensamente en desarrollar la minería de asteroides.
Empresas como Space X de Elon Musk y Virgin también compiten por este mercado emergente. En cuanto a la Luna, ha vuelto a considerarse un objetivo idóneo por los indicios de agua y metano, que facilitarían tanto la implantación de una base como la creación de combustibles. El recurso más preciado aquí sería el Helio-3, inexistente en la Tierra pero una potencial fuente de energía nuclear segura, ya que no es radioactivo.
Las posibilidades de crear un asentamiento permanente tanto en la Luna como en Marte están sobre las mesas de diseño tanto de las agencias espaciales como de iniciativas privadas. No se trata solo de minería, exploración y defensa: hay emprendedores tratando de financiar hoteles lunares. La colonización espacial ha sido comparada a cómo brotaron las megaciudades del Golfo Pérsico favorecidas por los recursos económicos pese a las condiciones extremas. No es casualidad por tanto que Dubái planee un emirato en el planeta rojo.