Hubo un tiempo en el que el acceso de la mujer a los estudios universitarios en España flotaba en el limbo de lo legal: oficialmente, nada lo prohibía, pero en la práctica era tabú. Ante tal situación y por la presión de jóvenes deseosas de estudiar una carrera, en el último cuarto del siglo XIX se decidió legislar al respecto. La Real Orden del 11 de junio de 1888 disponía que, si una mujer deseaba cursar estudios superiores, la superioridad correspondiente debía decidir sobre el caso concreto.
La orden fue derogada en 1910, cuando Emilia Pardo Bazán fue nombrada Consejera de Instrucción Pública por José Canalejas, presidente del Consejo de Ministros. El 8 de marzo de ese mismo año la consulta a la superioridad quedaba eliminada. El nuevo Real Decreto establecía que, siempre y cuando se ajustaran a las condiciones y reglas, a ninguna mujer se le impediría matricularse.
Tres años después, en el curso 1913-14, dos hermanas gemelas ingresaban en la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). Sus nombres: Jimena y Elisa Fernández de la Vega Lombán, nacidas 18 años antes en Vegadeo, Asturias.
Ambas querían estudiar la misma carrera que su padre, director médico del balneario de la población lucense de Guitiriz. El matrimonio formado por Wenceslao Fernández de la Vega y Dolores Lombán creía firmemente en la equidad, y se volcó en que las gemelas accedieran a la universidad en pie de igualdad con sus hermanos, Wenceslao y Virgilio. Cinco años después, Jimena y Elisa se convertían en las primeras mujeres en obtener un un título de estudios superiores en una universidad gallega.
Un expediente brillante pese al acoso
La vida de las muchachas en la universidad no fue un camino de rosas. El apoyo y tolerancia recibido en casa contrastó con el recibimiento al llegar a la USC. No solo por parte de los compañeros: hubo casos de profesores que, rebajando su decoro, no tuvieron reparos en soltar improperios de mal gusto hacia las alumnas por el simple hecho de ser mujeres. En al menos una ocasión, las hermanas decidieron levantarse y abandonar el aula en plena clase.
Esta situación de acoso fue contrarrestada por otros alumnos, que tomaron la costumbre de escoltarlas por los pasillos hasta el aula para evitar las vejaciones. Uno de esos compañeros con los que entablaron una buena amistad fue Gumersindo Sánchez Guisande, quien una década después, en 1925, se convertiría en el esposo de Elisa.
A pesar de todos los baches, el expediente de Jimena y Elisa fue inmaculado, y les mereció ser condecoradas con la Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII. Tras licenciarse, ambas tomaron diferentes rumbos para optar por separado al Premio Extraordinario que se concedía a estudiantes destacados para continuar con su formación en el extranjero. La afortunada fue Jimena, que estudió en Génova, Roma, Hamburgo, Berlín, Viena y, evidentemente, Madrid.
Se especializó en el campo de la genética, convirtiéndose en una de las más destacadas científicas de su época y llegando a dirigir a partir de 1933 la Sección de Genética y Constitución de la Facultad de Medicina de Madrid. Múltiples y valiosas fueron sus publicaciones científicas y las conferencias que impartió a lo largo de su vida, falleciendo en Santiago de Compostela en 1984, a la edad de 89 años.
La vida y la carrera de Elisa fueron muy diferentes, además de tristemente cortas. Se especializó en pediatría y, a pesar de recibir una beca de la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE) con la que poder seguir formándose en Berlín, tomó la decisión de hacerlo en Madrid. Fue igualmente prolífica en publicaciones y conferencias pero una neumonía atípica se interpuso en su camino en 1933, falleciendo a la temprana edad de 38 años.
A pesar del enorme mérito de las hermanas Jimena y Elisa Fernández de la Vega Lombán, su reconocimiento llegó tarde. Y no se ha debido por entero a sus incuestionables méritos, sino por su vinculación familiar con María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2010. Es la hija de Wenceslao, hermano menor de las gemelas, lo que la convierte en su ínclita sobrina.