El corchopán (también conocido en España como porexpán, poliespán o cualquier término que suene parecido y se derive de la espuma de poliestireno expandido) es el típico material con el que los niños construyen sus sistemas solares en el colegio. Es fácil darle forma, es ligero para ser colgado y sobre todo, es resistente a las caídas.
Por tanto, no resulta del todo sorprendente que investigadores de la Universidad de Lehigh (Pensilvania, Estados Unidos) hayan descubierto que el planeta KELT-11b, que está a 320 años luz de la Tierra tiene una densidad de alrededor de 30 kilogramos por metro cúbico, justo como el corchopán.
"Está muy inflado, de modo que mientras que representa sólo una quinta parte de la masa de Júpiter, ocupa casi un 40 por ciento más, haciéndolo tan denso como la espuma de poliestireno y con una atmósfera extraordinariamente grande", dice Joshua Pepper, astrónomo en la universidad estadounidense que dirigió el estudio que esta semana aparece en The Astronomical Journal.
El planeta es un ejemplo casi inédito de un planeta gaseoso que, al girar muy cerca de su estrella, se ha hinchado y multiplicado su volumen. La estrella alrededor de la que gira, KELT-11, ha empezado a convertirse en un gigante rojo que acabará engullendo a este planeta antes de cien millones de años.
Sin embargo, antes de que eso ocurra, KELT-11b puede ser de una gran utilidad para los terrícolas. Lo brillante de la estrella que le acompaña permitirá a los científicos medir con exactitud la composición de esta curiosa atmósfera y desarrollar herramientas para discriminar entre diferentes tipos de gases, algo crucial para los telescopìos de última generación que aparecerán a lo largo de la próxima década, como el telescopio espacial James Webb. "Es un excelente banco de pruebas para medir las atmósferas de otros planetas", añade Pepper.
Los científicos no saben aún qué mecanismos producen el hinchazón atmosférico de planetas como éste, que es el tercero con menos densidad para su tamaño jamás descubierto. "El proyecto está diseñado específicamente para descubrir unos pocos planetas científicamente valiosos orbitando estrellas muy brillantes, y KELT-11b es un excelente ejemplo de eso", concluye el astrofísico.