Los animales pueden detectar terremotos antes de que ocurran: "Perciben señales que nosotros no advertimos"
- Los cambios repentinos en el patrón de comportamiento de algunos ejemplares puede indicar la cercanía de una catástrofe natural.
- Más información: Pablo y Germán, los científicos que desmontan el mito de Chernóbil a través de 197 ranas: "Caminan a sus anchas"
Cuando ocurre una catástrofe natural, como un terremoto o una erupción volcánica, surge la eterna pregunta de si habría alguna forma de preverlas para poder proteger a la población. Existen sismógrafos y otras herramientas que pueden detectar los movimientos del terreno y se usan para estudiarlo, pero no hay que perder de vista a la naturaleza. Un proyecto liderado por el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal en Alemania está reclutando animales para estudiar su comportamiento y ver cómo actúan ante la llegada de este tipo de sucesos.
La literatura científica cuenta con evidencia observacional que afirma que los animales pueden detectar la llegada de terremotos o erupciones volcánicas antes que los seres humanos. "Están adaptados a percibir otro tipo de señales que nosotros no podemos", explica Mari Carmen Hernández, profesora ayudante doctora del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Los comportamientos que se observan en este tipo de casos están relacionados, sobre todo, con la huida, indica la bióloga. "Detectan el peligro y cambian su conducta". Esto ocurre con todos los animales, pero esa capacidad de detección, y la forma de hacerlo, puede variar entre unas especies y otras, cuenta Hernández. Por ejemplo, una especie que viva en madriguera serán más sensibles a ciertas ondas que los que viven en la superficie.
Animales como los elefantes o los roedores sienten las señales a través de la vibración del suelo. La bióloga desgrana que, en un evento como un terremoto, antes de la llegada de las ondas destructivas (las que afectan al ser humano), se producen otras de menos intensidad que las personas no pueden percibir, pero estos ejemplares sí.
Los animales que advierten estas señales cuentan con esta adaptación porque, a lo largo de la evolución, han desarrollado esa capacidad para comunicarse. Perciben las vibraciones ante un movimiento tectónico, pero también las pueden comprobar para comunicarse con sus iguales. "Se pasan información entre ellos, pero también perciben eventos catastróficos que nosotros no podemos", agrega la científica.
No todos se basan en la vibración del suelo, continúa Hernández. También se ha observado que algunos tipos de aves detectan este tipo de catástrofes porque perciben variaciones en el campo magnético de la Tierra. En este caso, normalmente emplean esa capacidad para las migraciones, pero se cree que al tener ese sentido más desarrollado, también pueden adelantarse a la llegada de un terremoto.
La bióloga destaca que hay que darle importancia a comportamientos anómalos que se puedan observar en los animales. Algunos pueden abandonar sus madrigueras o que dejan su hibernacióna antes de tiempo. También puede haber aves que vuelan "cuando no toca" o animales nocturnos a los que se les ve huir durante el día. "Si esto es solo un individuo, puede ser algo anecdótico, pero si lo vemos en varias ocasiones, es un signo de que algo está pasando", señala.
Hernández cree que el ser humano podría utilizar a los animales para adelantarse a este tipo de catástrofes, además de la tecnología con la que ya se cuenta. No obstante, para eso haría falta contar con una gran cantidad de información a tiempo real y con herramientas de inteligencia artificial (IA) que pudieran procesarla, indica. Una vez recopilados y tratados esos datos, se pueden crear modelos predictivos que fueran fiables, defiende la científica.
El problema es que conseguir esa información es algo bastante complicado. Aún no se han podido realizar estudios experimentales sobre ello. No se puede predecir exactamente cuándo se producirá un terremoto o una erupción volcánica ni se puede replicar para observar a los animales en ese momento.
Los datos de los que se dispone actualmente son lo que se conoce como "evidencia indirecta", explica Hernández. Es decir, los investigadores siguen el comportamiento animal en el laboratorio, o fuera, por otros motivos, pero ocurre uno de estos eventos. De esta manera, disponen de información anterior y posterior para poder compararla y detectar cambios en el patrón de comportamiento, expone.
Un satélite para seguir a los animales
Para poder llevarlo a cabo, el equipo está reclutando todo tipo de especies: perros, cabras y otros animales de granja, incluso una gran variedad de animales silvestres. Los ejemplares llevarán un pequeño transmisor y sus movimientos serán registrados por un satélite fabricado por el propio grupo investigador que se lanzará en 2025.
Estas características convierten al proyecto en algo pionero, cuenta la bióloga. "Es un paso importante, sobre todo por la cantidad de información que van a recopilar". Normalmente, los estudios en etología se centran en una especie en concreta. La investigación dirigida por la institución alemana es la primera que va a realizar este tipo de mediciones a gran escala, continúa.
Trabajos de esta magnitud son los que pueden acercar la posibilidad de emplear esta información para poder prepararse ante este tipo de catástrofes antes de que ocurran, detalla Hernández. Para poder lograrlo también hacen falta las herramientas adecuadas, entre las que se encuentra sí o sí la IA. "Ya se deberían estar desarrollando", señala.