En 2009, Disney y Pixar estrenaban el que sería uno de sus mayores éxitos del nuevo milenio, Up. Aunque el filme versaba sobre las aventuras de un viejo gruñón y un niño, la intrahistoria de amor eterno del anciano y su mujer conquistó los corazones del gran público. Después de todo, aunque el concepto de relación se haya ido diluyendo para dar lugar a nuevos tipos de pareja, parece que la aspiración a un amor para toda la vida es algo que todavía muchos anhelan.
El problema, aprovechando las referencias fílmicas, es que esto puede ser misión imposible. Para muestra, un botón. En España, se estima que seis de cada diez matrimonios acaban en divorcio. La ciencia tiene mucho que decir al respecto. Por ejemplo, desde la antropología se ha sugerido que estamos programados para que nuestras relaciones duren unos cuatro años, aspecto que habríamos heredado de nuestros primeros antepasados homínidos.
Afortunadamente, ese determinismo biológico en muchos casos queda para el papel. Como describe la psicóloga clínica Jorudan Travers en la revista Psychology Today, el amor apasionado puede desgastarse, pero el amor de compañía puede ser de lo más duradero.
[Por qué la felicidad ya no es lo que era: adiós al mito del "salud, dinero y amor"]
Según la ciencia, existen varios tipos de amor. La clasificación más conocida —vigente en la actualidad— fue publicada en 1986 en la revista Psychological Review por el psicólogo estadounidense Robert Sternberg y comprende siete clases, las cuales varían en función de lo que se conoce como las aristas del triángulo del amor: intimidad, que viene a ser la comunicación y la confianza en la otra persona; pasión, entendida como el deseo intenso y atracción sexual; y el compromiso de una vida juntos.
Transición de estados
"Existe, por ejemplo, el amor de una noche, donde sólo estaría presente la pasión; o el amor de dos abuelos que caminan juntos por el parque, en el que probablemente sólo predominan el compromiso y la intimidad", explica José Antonio Hinojosa, profesor de Psicología Experimental y Procesos Cognitivos y autor de un artículo divulgativo sobre los procesos psicológicos del amor.
En base a esto y en términos generales, la clasificación de Sternberg es la siguiente: cariño (intimidad), encaprichamiento (pasión), amor vacío (compromiso), amor romántico (pasión-intimidad), amor de compañía (intimidad y compromiso), amor fatuo (pasión y compromiso) y amor consumado (intimidad, pasión y compromiso).
"En la vida de una relación se producen cambios que tienen que ver con estos componentes. Al principio, está la pasión, pero con el paso del tiempo se van incrementando la intimidad y el compromiso. El pasional, normalmente, empieza a tener menos peso, aunque no significa que desaparezca", continúa el experto.
[Cinco cosas que la ciencia ha descubierto sobre el amor]
Si bien, el amor de compañía al que se refiere el artículo de Psychology Today elimina la pasión de la ecuación. Como dilucidaba Sternberg, lo habitual es que las parejas con el paso de los años pierdan la pasión y hagan una transición de amor consumado a amor de compañía. Incluso Sigmund Freud llegó a especular con la idea de que la pasión en relaciones largas respondía a una patología o a una sobreidealización por parte de uno de los dos miembros.
Dopamina y oxitocina
Las palabras del psiquiatra son una anécdota, pero hay investigaciones que han demostrado que en las parejas más duraderas lo que suele predominar es el amor de compañía. Es el caso de un estudio comandando por profesiones del Albert Einstein College of Medicine (Estados Unidos) y que analizó qué áreas cerebrales se activaban cuando una persona veía la imagen de su pareja. El requisito era que llevasen juntas más de diez años.
"Los resultados sugieren que el sistema de recompensa que se activa en determinadas parejas duraderas se puede prolongar en el tiempo como ocurre con un nuevo amor, pero también está relacionado con los sistemas implicados en el apego y el emparejamiento", describe el trabajo.
Al parecer, en algunos casos encontraron que se activaba la dopamina, coloquialmente conocida como la hormona del enganche, pero sobre todo destacaba la oxitocina, que en cuestiones de pareja va más ligada al cariño y al afecto.
[Luz en el cerebro para generar artificialmente el amor]
La cuestión ahora es cómo hacer una transición —en el caso de que se quiera, claro— del amor pasional al consumado y de compañía. El artículo de Psychology Today lo que recomienda es muy sencillo: "Trata a tu pareja como un amigo". Según describe, las personas que consideran a sus parejas como sus amigos más cercanos experimentan mayores efectos postitivos en el bienestar de la relación.
No todo es sexo
Algo parecido recomiendan las profesoras de la universidad The Open University (Reino Unido) Meg John Baker y Jacqui Gabbi, autoras de una conocida investigación sobre las claves de amores duraderos. De hecho, sus resultados terminaron convirtiéndose en un libro, The Secrets of Enduring Love: How to Make Relationships Last (Los secretos del amor duradero: cómo hacer que las relaciones duren, en español).
Tras entrevistar a más de 4.400 personas, descubrieron que lo que más valoraban las parejas duraderas no era el sexo, sino cuestiones como ser amigos íntimos, compartir valores e intereses, sentirse cuidados y apoyados por la otra parte y la confianza.
"Si bien las chispas iniciales del amor apasionado son innegablemente atractivas, a menudo pueden distraernos de las recompensas de la estabilidad y el amor de compañía", reflexiona Jourdan Travers. "Es importante ser paciente y estar dispuesto a invertir tiempo y esfuerzo en una relación que promete no sólo una pasión espontánea, sino una vida de calidad y satisfacción", termina.