Carlos López Otín, el genial científico español que 'enamora' a la reina Letizia con sus clases
Catedrático de la Facultad de Medicina de la Univerdad de Oviedo, su nombre es uno de los más importantes en la investigación sobre el cáncer.
15 septiembre, 2022 03:45La reina Letizia acudía el pasado martes 6 de septiembre a la conferencia Tour del Cáncer, celebrada en Lleida. Lo hacía como presidenta de honor de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), aunque, según ha demostrado en alguna que otra ocasión, ésta es una causa en la que tiene una gran implicación personal, algo que evidenció a través de las cariñosas palabras que intercambió con uno de los ponentes, el científico español Carlos López Otín.
"Profesor, maestro, mentor, sabio entre sabios", expresaba doña Letizia, que este jueves cumple 50 años. "Es de rigor y justicia darle las gracias por su generosidad", continuaba. Además, la monarca se lanzaba a preguntar dos cuestiones sobre el cáncer, las cuales, reconocía el propio López Otín que era de una "gran profundidad".
La primera de ellas: "Para lograr que no haya esa interferencia biológica y para lograr que ese 90% de origen de los cánceres, el replicativo y el que tiene que ver con el medioambiente y el estilo de vida, eliminar la toxicidad provocada por la mala nutrición, disbiosis o desequilibrio, obesidad, sedentarismo, estrés y pérdida regulación circadiana, ¿eso ya sería suficiente para potenciar la capacidad de reparar y corregir los errores?". Y, la segunda: "¿Por qué hay tanta resistencia entre la medicina tradicional y ortodoxa a la medicina integrativa?".
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López Otín (Sabiñánigo, Huesca, 1958) es catedrático en el área Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo. Famoso por ser uno de los nombres de referencia en la investigación del cáncer, es asimismo académico de la Academia Europea, la Real Academia de Ciencias de España y, desde 2009, codirige junto Elías Campo el proyecto español para la secuenciación del genoma de la leucemia, que forma parte del Consorcio Internacional del Genoma del Cancer.
También es conocido por ser el autor de La trilogía de la vida, unos libros que comenzó a escribir tras un mal momento personal, en el que llegó a preguntarse qué es la felicidad y cómo se puede actuar sobre la genética para ser feliz.
El que quiera conocer la respuesta tendrá que leer la obra fruto de esa pregunta, La vida en cuatro letras (Paidós, 2019). Tras ella vino, El sueño del tiempo: un ensayo sobre las claves del envejecimiento y la longevidad (Paidós, 2020) y Egoístas, inmortales y viajeras. Las claves del cáncer y de sus nuevos tratamientos: conocer para curar (Paidós, 2021).
De Zaragoza al mundo
Los tres libros son la traducción para el gran público del trabajo que le ha ocupado toda su vida. Su carrera comienza en Zaragoza, tras licenciarse en su facultad de Ciencias Químicas. En 1984, se doctoró por la Universidad Complutense de Madrid y, tras eso, vino la estancia post-doctoral en el laboratorio del conocido biólogo Eladio Viñuela, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid.
Del Severo Ochoa pasó al Ramón y Cajal de Madrid y, de ahí, a los laboratorios más prestigiosos del mundo. Así lo demuestra el hecho de que, en 2001, el biólogo Craig Venter contara con él para hacer algo histórico: formar parte del Proyecto Genoma Humano, el cual consiguió, por primera vez en la historia, descifrar el ADN humano.
"Aún conservo los dos regalos que me dio en agradecimiento: el primero, un jersey de Celera Genomics —la empresa de Venter— y, el otro, la conferencia que tuve que impartir ante el propio Venter y su perro, el que luego fue objeto de la primera secuenciación del genoma de esa especie canina", recordaba el científico en una entrevista para El Mundo.
Sin embargo, su sitio siempre ha estado en Oviedo, el lugar que le dio la oportunidad de dedicarse a lo que él verdaderamente quería, la enseñanza. "El mayor privilegio que he tenido en la vida, el mayor, ha sido tener la oportunidad de enseñar, durante 35 años seguidos, a miles de estudiantes", confesaba en la charla que tuvo con EL ESPAÑOL.
Además, en la Universidad de Oviedo abrió la primera consulta genómica social del mundo, en la que, cada viernes, recibía a personas que necesitaban una respuesta desesperada sobre la enfermedad que padecía alguno de sus seres queridos.
Durante todos esos años cosechó gran éxito y felicidad. Fue nombrado doctor honoris causa por varias universidades, como la Menéndez-Pelayo, Nebrija y la de Zaragoza. Ha hecho carrera en la de Lund (Suecia) y Nueva York y Harvard (Estados Unidos) y ha sido distinguido con multitud de galardones, como el prestigioso premio Dupont, en Ciencias de la Vida, o el Premio Nacional de Oncología Fundación Echevarne.
Sus publicaciones en revistas científicas se cuentan por centenas y, precisamente, fueron ellas las causantes de ese fatídico momento vital que le llevó a escribir su primer libro. La polémica tuvo lugar en 2017, cuando fue acusado de mala praxis en unos artículos publicados en la revista Journal of Biological Chemistry y otro en Nature Cell Biology. Tras ello, el grupo Nature le retiró un galardón que le había concedido, el Nature Mentoring Award.
La exculpación
Varios científicos y divulgadores cargaron duramente contra él y la cosa no hizo más que empeorar en 2019, cuando más de cinco mil ratones de su laboratorio, los cuales poseían, tal y como describió él mismo, "extraordinario valor médico y científico" morían a causa de una infección por un virus murino, según concluyó la propia universidad.
Finalmente, en enero de 2020, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le dio la razón en la polémica de los artículos científicos y le descargó de responsabilidades en el escándalo, asegurando que su comportamiento sí había sido ético. También colegas de profesión, como la bioquímica Margarita Salas, aseguraron que las anomalías que habían sido detectadas en los trabajos publicados "no invalidaban en absoluto los resultados obtenidos".
Mientras, la Universidad de Oviedo llamó a declarar a varios profesores tras la denuncia de acoso laboral en lo que derivó todo el escándalo y que se ha saldado, por el momento, con varios profesores expedientados del departamento al que pertenece el eminente científico.
López-Otín consiguió encontrar en la escritura de estos libros parte de la paz que le habían robado. Quienes le admiraban, lo siguen haciendo y, en el camino, ha encontrado nuevos fans, como la reina Letizia, que en el evento sólo tuvo palabras de admiración hacia él: "Encuentren y busquen a alguien en la ciencia con ese nivel de excelencia que esté al pie del cañón".
Su relación viene de lejos, desde la presentación de su primer libro, a la que doña Letizia acudió a título personal y, según contó López Otín a esta sección, de una manera muy discreta: "Vino a la presentación de mi primer libro porque lo había leído. Acudió con la mayor discreción, porque recuerdo verla entrar y sentarse en última fila".
La considera una alumna, porque, para él, todo aquel que va a una de sus charlas y luego quiere saber más, ya es un pupilo más captado por el arte del conocimiento. Parece que, después de todo, sí ha cumplido su propósito en la vida, ser recordado "como un profesor que trató toda su vida de aprender para enseñar".