Inodora, insípida e incolora. Esas son las tres cualidades del agua, pero también se dice que, depende de la ciudad o comunidad donde se consuma, ésta sabe de una manera u otra, una particularidad que ha causado más de un debate. Y, sí, somos conocedores de la famosa discusión sobre el agua de Madrid, pero, por lo visto, algo de razón hay.
Pues bien, en realidad, el agua pura no existe, ya que lo que los seres vivos disfrutan es de una incolora disolución de minerales y algunos compuestos químicos, además de H2O. Es más, se dice que el agua es un disolvente universal, ya que es el líquido que más sustancias disuelve.
Eso, lejos de ser un inconveniente, es una bendición, ya que algunos de los minerales necesarios para realizar las funciones vitales más básicas se encuentran en este líquido. Incluso el agua embotellada lleva minerales, algo que puede consultarse en su misma etiqueta.
No obstante, algunos de estos añadidos no son tan eco ni tan positivos, ya que, a veces, el agua puede incluir desechos químicos de fábricas o pesticidas, aunque en el caso del agua del grifo, esto no ha de ser motivo de preocupación, ya que pasa una serie de procesos de 'limpieza' de estos componentes nocivos.
El agua del grifo, de hecho, supuso un antes y un después en la mortalidad humana, ya que beber directamente de la fuente conlleva una serie de peligros, como la presencia de microorganismos que pueden ser perjudiciales para nuestra salud.
Si bien, el agua del grifo no es del todo nueva, el invento del mecanismo de grifería sí. Mientras, el filtrado del agua viene de lejos y ha evolucionado desde su mecanismo primigenio, hecho con ramitas y arcilla, hasta filtros de carbono activado capaces de absorber cualquier partícula voluminosa y compuestos químicos nocivos.
Entonces, ¿por qué el agua del grifo tiene sabor si ha sido depurada? Cuantos más filtros se añaden, menos cantidad de agua por segundo llega, por lo que, para abastecer a grandes poblaciones, siempre se acaban dejando algunos restos que no suponen ningún riesgo para la salud. Además, se añade una pequeña proporción de cloro para evitar que algún microorganismo se cuele.
Un líquido muy controlado
"El agua es uno de los productos alimenticios que más controles pasan", explican desde la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS). De hecho, en ciudades como Madrid se realiza un control cada cinco segundos. Asimismo, existen distintas directivas, tanto europeas como nacionales, que establecen los requisitos mínimos que tienen que cumplir las aguas del grifo respecto a factores microbiológicos y posibles contaminaciones fecales y/o químicos.
Teniendo en cuenta que la que sale del grifo se recoge a nivel regional en pantanos y presas, el sabor del agua depende mucho del terreno. En Madrid estás bebiendo los sedimentos que arrastran los ríos y riachuelos que alimentan los pantanos, es decir, pequeños trocitos de sierra madrileña, pero al ser un suelo silíceo, igual que en la zona cantábrica, apenas desprende minerales.
Sin embargo, en Valencia, el suelo calcáreo de la cuenca de sus ríos Júcar y Turia, tiene unas altas concentraciones de calcio que, con las lluvias, acaba disolviéndose y nutriendo de un característico sabor las aguas de la región.
Según el informe técnico sobre la Calidad del Agua de Consumo Humano, Madrid, San Sebastián, Bilbao, La Coruña, Orense o Pamplona son las ciudades con mejor agua del país. Por el contrario, el Levante y las islas son las que peor fama tienen entre los sumiller de tuberías. Si bien, todo es cuestión de gustos.