Fuera modestia: somos de los pocos países que ya han puesto al menos una dosis a más del 70 % de su población. ¿Cómo lo hemos conseguido? Conviene saberlo para saber qué mejorar en el futuro y, por el contrario, qué evitar. Lo que está claro −advierten expertos y expertas− es que no hay que bajar la guardia.
Las estadísticas mundiales sobre el avance de la vacunación tienen poco de éxito global: en muchos países el porcentaje de vacunados no llega al 2%. Pero en España, por ejemplo, donde sí hay vacunas, el país "es un modelo a seguir con sus excelentes cifras de vacunación", afirma a SINC Astrid Wagner, investigadora del Instituto de Filosofía del CSIC. "Es un buen momento para apreciar y analizar los éxitos", añade.
En los países sin carestía, que asumen una capacidad logística similar, el avance de la vacunación depende de la disposición de los ciudadanos a vacunarse. "Nosotros hemos llegado a hacer horas de cola mientras que otros países ofrecían cerveza por vacunarse, y ni aun así", señala a SINC Pep Lobera, sociólogo de la Universidad Autónoma de Madrid.
La explicación del triunfo español no está en uno, sino en muchos factores provacuna que se han ido retroalimentando. Lobera habla de una "bola de nieve". Pero también vale la metáfora del castillo de naipes, que describe la necesidad de entender el porqué de nuestro éxito. Si la vacunación ha crecido a base de factores que se apoyan entre sí, conviene identificar cuáles hacen de muro maestro; si se debilitan el castillo se desploma −y aumenta el rechazo a vacunarse−.
Había reticencias
En primer lugar, Lobera insiste en que "no es cierto que en España no haya polémica en torno a la vacunación. Sí la hay". Y continúa: "El arco de opiniones es muy amplio. Hay gente que lo tenía muy claro, gente que tenía dudas y se ha vacunado, y también gente que cree en teorías conspiranoicas. Pero han predominado los factores que han impulsado la bola de nieve a favor de la vacunación".
Wagner también destaca esta diversidad de posiciones: "Existen diferentes formas de oposición a la vacunación: las que se basan en razones ideológicas muy arraigadas, otras por temores muy concretos o circunstancias sociales, otras basadas en la inseguridad provocada por los bulos, etc.".
Por eso no es sencillo identificar los factores en juego. El dato de vacunados es conocido, pero los mecanismos mentales individuales que lo generan están en una caja negra. "Nosotros conocemos el producto final de una decisión, pero no vemos lo que hay detrás", dice a SINC Pablo Simón, politólogo de la Universidad Carlos III, en Madrid.
A lo largo de la pandemia, varias encuestas han abierto agujeros-mirilla en la caja negra. COSMO-Spain, realizada por el Instituto de Salud Carlos III y la Organización Mundial de Salud, ha publicado resultados cada dos meses desde mayo de 2020. La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) ha hecho tres Encuestas de Percepción Social de la covid-19, en junio-julio de 2020, enero de 2021, y mayo de 2021. Sus resultados están en el informe Evolución de la percepción social de aspectos científicos de la covid-19.
Estos estudios reflejan cambios en la intención de vacunarse en función del devenir de la pandemia. Como escribía en The Conversation María Joao Forjaz, epidemióloga e investigadora de COSMO-Spain, "en julio de 2020 un 70% estaba de acuerdo en vacunarse; este número bajó hasta cerca del 40% en noviembre de 2020 y subió al 72-74 % después de la tercera ola de la pandemia, coincidiendo con el inicio de la campaña de vacunación".
El estudio de la FECYT corrobora la tendencia positiva. "La confianza en la vacunación sigue en aumento continuado desde finales de diciembre", señala. "En mayo solo dos de cada 30 residentes en España expresaban reticencias a la hora de aceptar la vacunación".
Cuestión de confianza
En esta evolución, el primer factor clave que señalan los expertos es la confianza en los médicos, los científicos y el sistema público de salud. "La disposición a vacunarse es siempre una cuestión de confianza", recalca Wagner.
Para Txextu Ausín, del Instituto de Filosofía del CSIC, "en España mantenemos una confianza en la ciencia superior a otros países, y muy por encima del escaso crédito que tienen otras instituciones como la monarquía, los partidos políticos o los medios de comunicación. Esta seguridad en la investigación, y por tanto en las nuevas vacunas, es un elemento crucial".
En efecto, en todas las rondas de COSMO-Spain son los científicos, los hospitales y los centros de salud las instituciones en las que más se confía. También en el estudio de FECYT se confirma que la confianza en las instituciones es central en una menor difusión de las teorías de la conspiración, se afirma en las conclusiones.
Otros elementos clave en el éxito de la vacunación son la solidaridad, una alta percepción de riesgo y la poca repercusión de las teorías conspiranoicas.
"Mucha gente se ha vacunado para proteger a miembros más vulnerables de su familia", explica Lobera. Wagner está de acuerdo: "En el contexto cultural español son de gran importancia los lazos familiares intergeneracionales, así como el estrecho contacto social en general. Esto era especialmente importante ahora en verano, cuando muchas familias se reúnen".
España partía con ventaja
Confiar mucho en las instituciones sanitarias −y por tanto una alta aceptación de las vacunas− y tener densas redes familiares y sociales implica partir de "una situación de ventaja" respecto a otros países. También tenemos menos teorías conspirativas: "Tradicionalmente, el grupoantivacunasen España no es tan amplio como, por ejemplo, en Alemania o Francia", señala Wagner.
Sin embargo, Lobera advierte que "no hay que bajar la guardia: si disminuye la percepción de riesgo −lo que puede ocurrir precisamente con el avance de la vacunación−, la de que al vacunarte proteges a los demás, o si aumentan las teorías conspiranoicas, los resultados pueden cambiar. El efecto bola de nieve también funciona al revés".
Por ejemplo, si el punto de partida es de más rechazo, teniendo que animar a la vacunación con regalos, eso puede activar sesgos negativos. "Si me ofrecen algo, dudo; si se plantea la obligatoriedad; dudo un poco más….", asevera Lobera.
Que un regalo desincentive no es la única paradoja en lo relativo al comportamiento social. Esta es otra: "El mal ejemplo de los políticos que se saltaban la cola puede haber creado un efecto de ‘bien valioso", señala Simón. "Si hacen trampa para conseguirla, debe ser buena", continúa.
El experto ve más factores provacunación complementarios. El haber organizado la estrategia de vacunación con prioridades claras, comunicadas de manera transparente, seguramente ha hecho más deseable un bien escaso. Si, además, su acceso está garantizado según principios éticos de justicia y equidad, la confianza en el sistema sanitario público se refuerza aún más.
La combinación de no obligatoriedad e incentivos también ha contribuido: "Para nosotros es tan importante la vida social que el coste de vacunarse se considera bajo si a cambio podemos ir de cañas con amigos", observa Simón. Se entablaría así un quid pro quo con el Estado, que a medida que la vacunación avanza −y bajan los casos de enfermedad− iría eliminando restricciones.
Efecto llamada
Publicar el momento pinchazo en las redes sociales "puede parecer banal, pero quizás no lo ha sido tanto", añade el politólogo. Habría potenciado un efecto llamada: cuanta más gente sube su foto, más gente quiere subir la suya.
La psicóloga experimental de la Universidad de Deusto, Helena Matute, añade a la lista una cuestión práctica: organizar un sistema de citas personalizado, con un mensaje al que había que responder en poco tiempo.
"Ha funcionado muy bien", dice Matute, que explica un cierto efecto de "oportunidad". Las personas se han sentido cuidadas de manera personal por el sistema, una atención a la que se debía atender rápido o el sitio pasaba a otra persona.
"Sin duda es un éxito logístico de la sanidad pública", coincide Astrid Wagner. "Se ha demostrado la importancia de una salud pública accesible a todos en tiempos de crisis. Además, el sistema de citas ha funcionado bien. En otros países europeos los ciudadanos tuvieron que inscribirse en la vacunación".
"Desde el principio las vacunas estaban vistas como única vía de salida de la crisis", concluye Wagner. "Y la experiencia de la crisis ha sido muy fuerte en España".