De Ötzi, el hombre que vivió hace 5.300 años y cuyo cuerpo fue encontrado momificado por el hielo en el valle de Ötz, en la frontera entre Austria e Italia, se sabía prácticamente todo. Por ejemplo, que medía 159 centímetros, tenía 46 años al morir -en verano- o los ojos marrones.
Ahora, un nuevo estudio de las bacterias y patógenos contenidos en su tripa ha revelado nuevos secretos, no sólo de este habitante de la Edad del Cobre sino de la evolución demográfica de aquellos primeros europeos hasta los contemporáneos.
El trabajo, dirigido por Frank Meixner de la Academia Europea de Bolzano y en el que ha participado una veintena de científicos, aparece esta semana en Science. El patógeno analizado es la Helicobacter pylori, una bacteria que porta el 50% de la población mundial aunque sólo una pequeña parte desarrolla enfermedad.
Desarrollo demográfico
A partir del genoma de la bacteria "podemos obtener una mejor información sobre el desarrollo demográfico en Europa, ya que al estudiarla, los resultados señalan a poblaciones y no a individuos concretos", comenta Meixner a EL ESPAÑOL.
La principal diferencia hallada por los científicos es que la H. pylori actual "está compuesta por dos antiguos grupos genéticos, uno de origen asiático y el otro africano", explica el investigador.
Estos grupos, denominados AE1 y AE2, se mezclaron en algún punto en Oriente Medio hace entre 10.000 y 52.000 años, entrando posteriormente en Europa con la recombinación genética habitual hoy en día.
Sin embargo, "en comparación con nosotros, el 'hombre de hielo' no tenía en los patógenos de su estómago nada del componente africano y era casi todo asiático, muy cercano a la H. Pylori que tienen hoy en la India, no idéntico pero sí parecido", añade Meixner.
La momia aún tiene secretos
La historia que cuenta el genoma de estas bacterias estomacales congeladas es que los cambios demográficos en Europa, inicialmente liderados por hombres llegados de Oriente, fueron mucho más complejos de lo que se pensaba hasta ahora.
Pero no es el último secreto que queda por revelar a Ötzi. El siguiente paso de estos investigadores es reconstruir su dieta. "Es algo que vamos a publicar pronto, y no sólo incluirá lo que comía, sino también aspectos como la base proteica de su dieta o cómo preparaba su comida", dice Meixner.
Esto es posible gracias a que sus tripas aún conservan restos de lo que ingirió hace más de cinco milenios. "Los restos de alimentos en su estómago sólo están ligeramente degradados, al contrario de lo que pasa con el intestino", revela este investigador, que se siente un privilegiado por poder hacer biopsias a esta momia, la más antigua encontrada en Europa. "Es un muestreo único".