La Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJ de Castilla y León ha dictado sentencia por la que se condena al Sacyl a indemnizar con 142.787 euros a la familia de un paciente fallecido por un infarto no diagnosticado. El paciente, de 65 años, había sido remitido en dos ocasiones por su médico de cabecera al hospital Rio Hortega de Valladolid, al presentar un cuadro de disnea (sensación de falta de aire), a fin de que se realizaran las oportunas pruebas para descubrir la causa.
Según cuenta el Defensor del Paciente, el 10 de agosto, a su llegada al Hospital Río Hortega, en el Servicio de Urgencias no realizaron ninguna prueba para llegar a averiguar la causa de esa sensación de asfixia que refería. Y fue dado de alta igual que llegó, desconociendo qué motivaba ese cuadro clínico. Al día siguiente, su médico de cabecera le remitió de nuevo al Hospital, dado que el paciente seguía igual, y el día anterior no se había realizado ninguna prueba para averiguar qué le causaba esa sensación de falta de aire. En esta ocasión, en el Hospital Río Hortega fue diagnosticado de ansiedad, pautándole medicación para ello. Ese día, si bien se realizaron algunas pruebas, éstas no fueron suficientes para averiguar la causa. No solicitándose la realización de más pruebas hasta dar con la causa que provocaba el cuadro.
Así pues, “no se estudiaron ni investigaron las causas que provocaban esa sensación de falta de aire, que era el motivo por el que su médico le había derivado al Hospital, ya que no encontraba una causa que justificase sus síntomas”, denuncian desde la defensa del caso, que ha sido dirigida por el abogado Santiago Díez Martínez, especialista en Derecho sanitario y adscrito a los Servicios Jurídicos de ‘El Defensor del Paciente’ y que ya adelantó esta sentencia en una entrevista concedida hace unas semanas a El ESPAÑOL Noticia de Castilla y León.
Las pruebas realizadas, analítica y Rx simple, descartaban una posible causa respiratoria. Se tenía que haber buscado entonces una causa cardiaca. La causa más frecuente de las disneas en urgencias es la causa cardiaca. Y en este caso, no existió una correcta valoración tanto de las causas cardiacas como respiratorias. Así, reprocha la sentencia el hecho de que el paciente había sido derivado al Hospital por su médico de cabecera precisamente para realizar un estudio de las causas de su disnea. Y ese estudio no se hizo.
Dos simples pruebas rutinarias en el Servicio de Urgencias, como son la gasometría y determinación analítica de Pro-BNT, sirven para diagnosticar de forma rápida y sencilla una insuficiencia cardiaca y su causa. Estas pruebas no se realizaron al paciente, quien fue dado de alta en dos ocasiones, sin conocerse la causa de su disnea.
Finalmente, el paciente sufrió un infarto, falleciendo el día 14 de mayo. “Este fallecimiento se hubiera podido evitar con la realización de esas sencillas pruebas, o aquellas que hubieran resultado necesarias y útiles para conocer la causa de su sensación de asfixia. Causa que nunca llegó a diagnosticarse precisamente por no agotar los medios diagnósticos disponibles”, denuncian desde El Defensor del Paciente.
A pesar de que la Inspección Médica había emitido informe favorable a la Reclamación inicial formulada por la familia del paciente, la Consejería de Sanidad y su Aseguradora se opusieron a una resolución favorable. Y ha debido de ser un juzgado quien, finalmente, dicte una sentencia que reconozca lo que informó Inspección Médica: que no se pusieron a disposición del paciente los medios necesarios para averiguar la causa de su cuadro clínico.
La familia, satisfecha
Su viuda, madre e hijos reciben la noticia satisfechos al ver que se reconoce el error por parte del Servicio de Urgencias del Hospital Río Hortega de Valladolid, y solicitan encarecidamente a los médicos de urgencias que optimicen los recursos cuando se trata de averiguar las causas por las que un paciente dice que “se ahoga”, pues puede estar en juego su vida.
Por su parte, Carmen Flores, presidenta de la Asociación ‘El Defensor del Paciente’, opina al respecto que: “Era necesario realizar un examen completo del paciente y conocer la causa que provocaba esa sensación de ahogo, y descartar de forma urgente entidades graves que pudieran comprometer la vida del paciente. Como así sucedió finalmente: el paciente falleció como consecuencia de un infarto que no fue diagnosticado por ausencia de realización de las pruebas diagnósticas necesarias y disponibles en todo servicio de urgencias”.