Horas después de conocerse que la Comisión de Salud Pública ha acordado "por unanimidad" reducir la cuarentena de todos los positivos por Covid-19 a siete días, frente a los diez actualmente fijados, y tras la locura desatada por unas Navidades con incidencias acumuladas récord y desabastecimiento de test de antígenos en las farmacias, hablamos con el Jefe de la Unidad de Microbiología del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, Antonio Orduña.
El objetivo es disipar toda duda acerca de una situación que ha desbordado a las familias y ha vuelto a poner a la atención primaria en apuros, a apenas, además, diez días para la vuelta al colegio de miles de estudiantes.
En este sentido, el doctor Orduña insiste en que "hay hechos que están constatados: a los diez días aún se puede cultivar el virus en algunos casos, no en todos. Se sabe que en la población normal, la no inmunodeprimida, a los diez días sigue activo aunque en baja concentración".
Sin embargo, añade que "en la inmensa mayor parte de los infectados, a los siete u ocho días el virus desaparece prácticamente con dosis que no llegan a la necesaria para poder seguir infectando".
Los test de antígenos y su fiabilidad
"Los test de antígenos detectan el virus pero sólo en concentraciones muy altas, con una sensibilidad del 60%, por lo que generan una falsa seguridad a todos los falsos negativos que se producen", comienza Orduña, que los considera "un fracaso desde un punto de vista de diagnóstico clínico".
Sin embargo, la fiebre desatada por hacerse con una de estas pruebas hizo a las farmacias de toda Castilla y León, así como del resto de España, colgar el cartel de 'no hay test' dos días antes de la Nochebuena: cuatro de cada diez que salieron negativos, podían ser positivos y aunque su concentración de virus era aún baja, seguir infectando.
"Hay que entender que la enfermedad, la Covid, es más una respuesta del sistema inmunitario exagerado al virus, para lo que disponemos de una herramienta fundamental: la vacuna".
"En un estudio que yo mismo he dirigido sobre población mayor, más del 90% de los vacunados con dos dosis tiene anticuerpos seis meses después. Pero aunque bajen los anticuerpos, hay células memoria por lo que la respuesta es más eficaz y rápida".
"Los anticuerpos tardan entre 15 y 20 días en producirse desde que el organismo se infecta. Y los test rápidos detectan normalmente anticuerpos frente al antígeno N, que no es protector. Son los anticuerpos S los que nos interesan desde un punto de vista de la protección, porque esa proteína S es la que une el virus a la célula permitiendo la entrada del virus. Si bloqueamos ese antígeno S, impediremos su entrada en la célula", explica Orduña.
"Los anti N indican que has tenido una infección previa, pero aunque esa infección se haya pasado, la vacunación completa les hace, nos hace, más resistentes a la infección", añade.
Estas pruebas diagnósticas "sí sirven pero con un control médico para decidir si hacer o no una PCR posterior y para el rastreo, pero no tanto dejando que sea la población quien por su cuenta haga un diagnóstico de su resultado", aclara.
Test de anticuerpos o serológico
Muchos ciudadanos consideran que haciéndose un test de anticuerpos y conociendo si disponen de ellos frente a la enfermedad, no sería necesario vacunarse, pero esto "no es así", aclara Orduña.
"Está demostrado que gente que tiene anticuerpos por la vacuna o infección previa, se pueden reinfectar, por lo que sabemos que la vacuna protege contra la gravedad de la reacción de nuestro organismo frente al virus, no de la infección en sí misma".
De hecho, añade, "gente que se vacuna puede seguir transmitiendo la enfermedad igual. Parece que tiene menos carga vírica, pero esto no está demostrado científicamente tampoco, porque el virus se multiplica a nivel respiratorio".
"Son las defensas del vacunado las que impiden que el virus se disemine por todo el organismo y sólo afecte al aparato respiratorio", explica.
En este sentido, Orduña, en cuyo hospital donde trabaja se hacen a día de hoy unas 2.200 PCR al día, insiste en que son éstas las pruebas diagnósticas que mayor fiabilidad aportan y que ofrecen una realidad frente a la cual sí se pueden tomar decisiones acertadas.
"Este virus tiene una altísima capacidad de mutación viable. Afecta a determinados genes. En las PCR no se utiliza una única diana, sino varias, así que aunque en una haya mutación, aparece en el resto", aclara.
Vacunación en niños y vuelta a las aulas
El Sistema de Salud Público de todas las comunidades autónomas, también de Castilla y León, ha pisado el acelerador de la vacunación infantil tras comprobar la facilidad con la que la variante Ómicron se ha extendido entre la población.
Sin embargo, el exceso de información produce cierta incertidumbre y reticencia en muchos padres que tienen dudas acerca de si vacunar o no contra el Covid a sus hijos pequeños.
En este sentido, este catedrático de Microbiología, quiere despejar esas dudas desde un punto de vista científico y trasladar así total confianza a las familias.
"Lo que se inocula es RNA y éste se degrada con el tiempo y desaparece del propio organismo. Una vez que se ha producido el antígeno S que es el que provoca la respuesta inmunitaria, desaparece del cuerpo".
Es la manera, indica Orduña, de "proteger a los niños y a sus familias, así que por lo tanto a toda la población, de un virus que seguirá infectando pero que pasaremos de forma más liviana porque dispondremos de las defensas para combatirlo".
Además, insiste, "no se observan reacciones adversas importantes en los niños, por lo que la vacuna también en este tramo de población ayuda a proteger al resto de edades que conviven con ellos".
El Jefe de Microbiología del Hospital Clínico de Valladolid recuerda, además, que "el Sistema de Salud Pública responde por el tratamiento inoculado como ha hecho siempre, por lo que es ridículo que la gente crea que nadie responde por esa vacuna".
Más restricciones
Es uno de los debates que más polémica ha generado tras aprobar la pasada semana el Gobierno de Pedro Sánchez el Real Decreto Ley por el que establece la obligatoriedad del uso de mascarillas también en exteriores.
Para el doctor Orduña esta medida es acertada porque "somos incapaces de estar con ella puesta sin quitárnosla cuando estamos con alguien a menos de dos metros de distancia".
Cuando lo preguntamos sobre la escasa capacidad de propagación del virus en exteriores, Orduña aclara que "para que eso ocurra ha de darse viento, y no siempre sopla el viento, si bien es cierto que está científicamente demostrado que la propagación se produce más en interiores, porque la gente sigue sin entender que hay que abrir ventanas aunque haga frío y ventilar".
Los virus seguirán mutando y, por de pronto, la mejor receta para poder hacerles frente es la vacunación, ventilación y la distancia social.