Miriam Badiola / ICAL

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“La justicia es muy lenta y hemos sufrido muchísimo durante estos años, ahora esperamos que la justicia nos haga caso y que, por favor, se hagan las cosas como se tienen que hacer. Solo esperamos que la justicia sea implacable con ellos y que paguen lo que tienen que pagar, porque nosotros ya llevamos bastante pagado. A nuestro hijo no nos lo van a devolver, que es lo único que quisiéramos, pero ya que eso no va a poder ser, que paguen lo que han hecho, que lo paguen, porque se podría haber evitado sin coste ninguno”, aseguró este lunes la madre de Manuel Moure, uno de los seis mineros fallecidos en el pozo Emilio del Valle el 28 de octubre de 2013.

Toñita se desplazó, con seis rosas en las manos, este primer lunes de abril a las puertas de los Juzgados de León junto a las familias del resto de fallecidos en el trágico accidente minero por el que desde este 5 de abril se sientan en el banquillo de los acusados 16 personas como presuntos responsables, entre los que se encuentra la cúpula de la empresa minera Hullera Vasco Leonesa, su presidente, Antonio del Valle, el vicepresidente y consejero delegado, Arturo del Valle, y el vocal Aurelio del Valle, así como el director general y el director facultativo de la explotación, junto a ingenieros y vigilantes de seguridad.

La madre de Manuel Moure aseguró que su hijo lo avisó. “Un día va a haber algo, porque esto se está haciendo mal y va a pasar algo”, hasta que “llegó el día que pasó y no hacía tantos días que se lo había dicho a su mujer”. El trabajador del pozo Emilio del Valle no había dicho nada a su familia “para no hacernos sufrir y que no estuviéramos pendientes”, pero sí que se lo alertó a su mujer. “Le dijo que aquello estaba muy mal, que si le pasaba algo que les iba a dar unas hostias y mi nuera le dijo ‘¿y si no se las puedes dar?’ a lo que dijo pues alguien se las dará por mi. Mira si sabía lo que estaba pasando”.

Siete años y medio después del accidente que se acabó con la vida su hijo, Toñita reconoció que “ha sido un proceso muy largo” tras el que las familias se encuentran “agotados, muy cansados”. Para ella, “esto tendría que haberse hecho de otra manera. Aunque seamos mineros, hay otros casos que se solucionan antes y no aquí ahora que llevamos siete años y medio para que empiece el juicio”.

Su marido, también llamado Manuel Moure, aseguró que desde aquel 28 de octubre de 2013 “hemos estado viviendo, peleando y luchando contra todo”, por lo que ahora, “mucho tiempo después”, hay que esperar “que la justicia haga su trabajo”, ya que las familias “no podemos hacer mucho más”.

No obstante, para Moure, el hecho de que la cúpula de la Hullera Vasco Leonesa esté sentada en el banquillo de los acusados “es algo increíble que nadie se esperaba, porque todos decían que a la empresa no se le hacía nada”. No obstante, a pesar de que “se creían una empresa muy fuerte”, por el momento “ahí están”. El padre del minero fallecido lo tiene claro: “Vamos a jugar el partido y si lo perdemos , pues bueno, pero vamos a jugarlo como hemos hecho hasta ahora. Que la justicia decida”.

Junto a los padres de Moure, las familias del resto de mineros fallecidos y conocidos como ‘Los seis de Tabliza’, así como amigos y conocidos quisieron estar presentes a las puertas de los Jugados de León, con carteles, fotografías y flores para pedir que “de una vez por todas se haga justicia”.

“Podría no haber ocurrido”

También a las puertas del Jugado, el letrado de uno de los heridos en el accidente aseguró que el accidente “pudo haberse evitado”, ya que “existieron una falta de medidas de seguridad, que hicieron que no se cumpliera ni lo que establece la ley ni lo que tenía la empresa”, por lo que “el accidente podría no haber ocurrido si se hubieran seguido todas las prescripciones”.

El letrado dejó claro que “hubo muchísimas señales previas, como un aumento de gas, que todos los días había bóveda, el canal de ventilación que no bañaba convenientemente con oxígeno el centro de trabajo o que la ventilación se cortaba por falta de electricidad”. En definitiva, “una serie de condicionantes que deberían haber parado la explotación”, lo que habría hecho que “el accidente no se habría podido producir”.

Además, el abogado de la víctima, que “lleva en tratamiento psicológico desde la fecha del accidente que le dejó completamente sordo” puso de relieve que hubo trabajadores que “se marcharon del tajo porque sabían que existía una bóveda inmensa y que cualquier día iba a haber una desgracia, como así aconteció”.

“Las señales no indicaban que se fuese a producir”

Sin embargo, una visión completamente opuesta fue la expuesta por la defensa de los vigilantes de la explotación minera, quien aseguró que “fue claramente fortuito y no se esperaba por nadie”, ya que “si no habría muerto ahí algún vigilante y algún delegado minero” y “los trabajadores no habrían entrado nunca”.

Según aseguró, para los peritos de las partes de la defensa “realmente las señales no indicaban que el accidente se fuese a producir”, sino que “eran las propias de este tipo de explotación”, de manera que “si se hubiese esperado nadie hubiese entrado”.

En cuanto a los temores de los trabajadores ante la situación en la que se encontraba la explotación, la letrada señaló que es algo que “dicen ahora”, mientras que “en las primeras declaraciones dijeron que todo estaba normal”.

Ante estas declaraciones, vertidas a la entrada del Juzgado de León, una de las viudas de los mineros no pudo retener su rabia y gritó que los acusados por la causa “lo único que son es unos desgraciados y unos sinvergüenzas”.