Castilla y León es una de las regiones con más joyas arquitectónicas del país. Pasear por las calles de cualquier municipio de la Comunidad implica que lo más seguro es que te encuentres algún monumento de siglos pasados. Ya sea iglesias, monasterios, castillos, puentes o catedrales entre muchos otros elementos.
Si nos sumergimos por las calles de la capital zamorana encontramos, que a cada paso que damos hacía el casco antiguo de la ciudad nos encontramos con verdaderas joyas del románico español. Un total de 23 templos que sitúan a esta localidad como la de mayor número y calidad de templos románicos de Europa. Esta es la razón por la que Zamora está considerada como 'la ciudad del románico'. De todas las iglesias que hay en la capital, la iglesia de San Claudio de Olivares es considerada la más antigua de todas.
Este templo románico se sitúa a la orilla del Duero, en el barrio de Olivares. El origen y la historia de esta iglesia es un poco desconocido, ya que la primera referencia documentada que existe la datan en el año 1176. Se cree que esta es el primer templo románico levantado en la ciudad.
Su construcción se sitúa en dos fases, una primera a mediados del siglo XII cuando se levantó el ábside, y a finales de ese mismo siglo, se realizó el resto de la obra. Destaca una abundante decoración escultórica, en las arquivoltas del pórtico y en los capiteles de las columnas interiores.
Es un templo pequeño, construido con arenisca anaranjada local, formado por una única nave irregular con un tramo recto presbiteral y un ábside ultrasemicircular. Inicialmente esta obra tuvo forma abovedada, pero debido a la cercanía del muro sur al río Duero, las crecidas dieron en el suelo del templo y fue sustituida por una armadura de madera. Un muro que se ha rehecho y reforzado varias veces a lo largo de los años, en una de ellas se prescindió de la portada que había en el muro.
La parte situada en la cabecera de la iglesia donde se levantaron sobre las columnillas de las cuales solo se conservan las que están ubicadas en la parte sur. En la cornisa de la parte frontal de este templo encontramos una banda ajedrezada que tiene diferentes figuras que hacer referencia a temas de actitudes humanas.
La portada septentrional está presidida por la figura de un cordero, que simboliza la figura de Cristo. Además, hay pequeñas esculturas que hacen referencia al calendario litúrgico, donde se aprecian diferentes escenas cotidianas de la época como "la trilla en agosto" y "el motivo de la sed en julio".
La puerta de entrada al templo se encuentra en el lado norte. Está construida en forma de arco de medio punto con cuatro arquivoltas que decoran la entrada. Empezando desde el interior de la puerta, encontramos cuatro arcos con piedras sin labrar, que contienen diferentes figuras como, por ejemplo, leones en el segundo arco, o figuras que representan animales reales y mitológicos.
Dentro de la iglesia hay que destacar el altar mayor, que está organizado en dos tramos a través del arco triunfal que lo separa del resto del templo. Está cubierto de una bóveda de medio cañón, un elemento característico de románico. La parte superior de las columnas del interior están decorados con tallas que aún se conservan en buen estado.
Además, dentro de este templo se encuentra la imagen del Cristo del Amparo, una escultura anónima del siglo XVII, que procesione durante la noche del Miércoles Santo en la Hermandad de Penitencia que recibe el nombre de esta figura, conocida popularmente como 'las capas pardas'.
La iglesia de San Claudio de Olivares fue declarada monumento histórico-artístico nacional en el año 1931. También conserva una pila bautismal de origen impreciso, aunque se cree que sea medieval, al igual que los herrajes de la puerta del templo.