Eugenio y Carmen han estado al frente de la Librería Líneas, en la zona de Los Almendros durante 36 años. Toda una vida viendo crecer a los ávidos escolares que correteaban con sus libros nuevos para acudir al CEIP Sancho II, ubicado apenas a unos metros. Estos han seguido viniendo, ya con sus apuntes del instituto o la universidad a por las siempre necesarias fotocopias. Y, como no, ha llegado un momento que esos infantes ya eran padres que, con el recuerdo de su librería 'de toda la vida', han vuelto para comprar los libros de sus propios hijos.
El resumen es que la Librería Líneas lleva atendiendo a generaciones de zamoranos desde hace tres décadas. Y no solo a los vecinos del barrio, Carmen explica que "muchos vienen del centro, o de los pueblos" dada la facilidad para aparcar en la calle Villalpando y alrededores. Por eso, cuando esta librería familiar colgó el cartel de jubilación la respuesta fue inmediata y masiva.
"Al día siguiente ya nos paraban por la calle para decirnos que cómo íbamos a dejarlo ya, que no podíamos dejar sin librería al barrio", explica Carmen. Llegó un momento que hasta ella misma le pidió a su marido que quitara el cartel "para que nos dejaran un poco porque era un no parar".
Pero las quejas, dudas y penas duraron apenas 10 días. Y es que el destino tenía un plan muy concreto para la Librería Líneas y ese destino se llama Eva. Esta zamorana de 48 años llevaba 24 años fuera de Zamora y antes de Navidad decidió dar un giro a su vida y regresar a su tierra natal. Llevaba años trabajando como depiladora láser, pero se había cansado de "no trabajar en un centro fijo, sin horarios y cada día en un sitio". Eva había estudiado magisterio, pero la vida le había llevado a trabajar como comercial, en hostelería, como auxiliar de clínica... "Venía cada poco a ver a mi familia y también trabajaba con el láser algunas veces, pero extrañaba mucho Zamora", explica.
Esta mujer había vivido siempre en el barrio de la Vaguada, por lo que conocía la Librería Líneas "de toda la vida". Quiso este caprichoso destino que un día entrara en ella y charlara un rato con Eugenio en una inocente conversación. "Le dije que le veía muy bien, aunque ya no tuviera bigote y él me contó que se iban a jubilar", detalla. Fue en ese instante cuando a Eva se le encendió la bombilla y tuvo claro que ella se haría cargo del negocio sí o sí. "Sabía que era lo mejor para mi bienestar mental, me parece un negocio precioso y yo lo conocía desde los 7 años que llegué con mi familia a vivir a este barrio", explica.
Así que manos a la obra. Eva consultó con su familia, sobre todo con su madre, y se puso a recorrer los bancos para obtener la financiación necesaria para hacerse con la librería. La nueva librera explica que "el procreso con los bancos ha sido fácil, no me han puesto pegas". Pero sobre todo ha ido a las mil maravillas el trato con Eugenio y Carmen. "Me dieron la prioridad que tanto necesitaba, no tengo respaldo de pareja ni nada, me daba mucho miedo emprender, pero ellos han sido maravillosos", dice emocionada.
El aprendizaje
Eva nunca ha sido dueña de un negocio, así que la ayuda de Carmen y Eugenio está siendo fundamental para ella. "Son los mejores enseñando, tienen muchísima paciencia, todo te lo dicen con cariño, son inmejorables", confiesa. Y es que el matrimonio le ha enseñado el negocio "desde cero", aún hoy, Eva reconoce que sigue necesitando "a su lado" en el mes que lleva haciéndose cargo de la librería, pero ellos están más que encantados y "bajan todos los días mañana y tarde".
Un apoyo con el que Eva reconoce que "estoy encantada, no me molestan, sino al contrario". Por su parte, Carmen explica que lo hacen porque desean que Eva "esté, por lo menos, otros 36 años". Como librera experta sabe que "estar cara al público es difícil y no solo es lo que se ve, hay que controlar muchos artículos".
Por eso, Eva agradece enormemente sus enseñanzas "no solamente con la librería en sí, sino porque saben de orden, de cómo mantener las cosas, el escaparate...". Reconoce que jamás se imaginó lo complicado que podría llegar a ser. Pero está muy contenta porque los clientes de Librería Líneas "son muy buenos y especiales, son fieles y algunos son amigos de años ya".
Eva sabe la responsabilidad que eso supone y quiere estar a la altura de las expectativas del legado que dejan Eugenio y Carmen. "Quiero que los clientes noten que solo he cambiado yo, pero que no noten cambios en el negocio, porque ya funciona muy bien y cualquier cambio sería equivocarme", explica. Por su parte, Carmen la corrige y le anima a "darle su toque, que funcione bien, incluso, mejor que nosotros y quedarnos tranquilos".
La cercanía como clave
La mayor particularidad de la Librería Líneas es que "nadie se va con un no". Es decir, que Eugenio y Carmen siempre han intentado complacer a los clientes en sus peticiones. "Siempre intentamos buscar soluciones y sino aconsejar para llegar a lo más cerca", explica Carmen.
Su clave estos 36 años ha sido tener claro que el negocio "funciona a base de trabajarlo y echar horas". Y teniendo muy claro "que nuestros clientes no son un número, sino personas a las que hay que atender personalmente".
Algo que Eva ya tiene muy interiorizado y mientras charlamos con ellas podemos verlo en pleno directo con una clienta que necesitaba urgentemente hacer unas fotocopias y no sabía enviarlas. La nueva librera paró todo de inmediato y le ayudó con su teléfono móvil para conseguir lo que necesitaba. "La gente valora la confianza y eso es fundamental", añade.