El incendio de la Sierra de La Culebra ha estremecido a la provincia de Zamora desde que se declarase el fuego el pasado 15 de junio. Sentimientos de dolor, ira y tristeza han aflorado en los corazones no solo de los zamoranos, sino de todos los españoles. No sólo es preocupante la inmensidad del incendio, la evacuación de pueblos o el paisaje que ha dejado, sino el impacto que esto tendrá en el medioambiente a todos los niveles. El fuego ha calcinado 30.800 hectáreas de la Sierra de La Culebra, siendo el mayor incendio en Castilla y León en las últimas décadas.
Las pérdidas son incalculables. Este año, muchas especies han perdido su etapa reproductiva, los preciados ejemplares de árboles han ardido hasta sus raíces y las cenizas han llegado a las aguas. La biodiversidad de esta joya natural ha sido reducida a un paraje grisáceo que inspira derrota.
Cada año miles de incendios se producen en España, pero la estadística de Incendios Forestales clasifica su magnitud en función de varios criterios como la extensión afectada. La mayor parte de los incendios sueles ser conatos, es decir, con un área inferior a una hectárea. A partir de esta extensión se denomina incendios; sin embargo, existe otra categoría: los Grandes Incendios Forestales, que comprenden un área igual o superior a las 500 hectáreas (700 campos de fútbol).
Según los datos aportados por Greenpeace, ya son tres los incendios de este calibre en Zamora, siendo este último uno de los mayores incendios que se han producido en décadas. Por ello, todo esto supondrá un gran impacto en el medio natural.
El impacto en el medioambiente
Tal y como relata Mónica Parrilla, portavoz de Greenpeace, "lo que se ha perdido es incalculable" a todos los niveles. Los efectos más visibles son en el paisaje. La desolación que transmiten las nuevas vistas de la Sierra resulta abrumadora. Los bosques verdes y los sonidos de los animales e insectos se han convertido en un paisaje negro y gris, en el que se han desaparecido los silbidos de los pájaros. Los incendios destruyen la biodiversidad de los espacios forestales y todos los usos asociados a los mismos.
Otro de los impactos más llamativos que destaca Greenpeace es el efecto sobre la vegetación. Aunque las plantas herbáceas tienden a regenerarse con facilidad, los árboles tardarán décadas en recuperarse. Pero lo que se ha perdido no volverá a su estado anterior. En palabras de Parrilla, "el fuego tiene memoria" y es que la nueva vegetación tiende a ser más propensa a la combustión y a ser el pasto perfecto para las llamas.
Los animales sufren los efectos más directos, especialmente en esta época del año, donde gran parte de las especies acaban de dar a luz a las nuevas generaciones que tienen una gran dependencia y escasa movilidad. A esto se suma la ruptura con los ciclos y dinámicas en los ecosistemas. La ausencia de vegetación por la infertilidad del suelo conlleva que escasee el alimento para animales herbívoros que a su vez son el sustento de aquellos que se encuentran en lo alto de la cadena alimentaria.
Por otra parte, existe un gran impacto en la atmósfera y el agua. Durante los incendios se produce una ingente cantidad de CO2, gases tóxicos y partículas en suspensión que contribuyen al efecto invernadero y, por ende, al cambio climático. Por otra parte, las aguas se ven frecuentemente contaminadas por las cenizas lo que, según afirma Esaú Escolar, presidente del sindicato de agentes medioambientales, lleva a que muchos pueblos de la zona no tengan acceso al agua potable. Embalses, ríos e incluso aguas subterráneas se ven afectadas por este tipo de contaminación.
Además, el mayor impacto y riesgo ante la recuperación de estos bosques calcinados es el suelo. El delicado equilibrio entre agua y vegetación es lo que hace que el suelo permita el crecimiento de los árboles. La cubierta vegetal del suelo hace un “efecto esponja” por el cual las lluvias penetran paulatinamente en la tierra. La desaparición de esta especie de paraguas transforma en suelo en un terreno impermeable y seco, y con él, uno de los efectos más destructivos de los incendios: la erosión. Aunque llegue el agua, no podrá humedecerlo y hacerlo fértil de nuevo. En los suelos habitan multitud de microorganismos como los hongos, que carecen de cualquier ecosistema idóneo para su regeneración.
El lobo ibérico en el punto de mira
El pasado septiembre de 2021, esta especie pasó a ser catalogada como protegida, lo que ha hecho que la preocupación por su población haya hecho saltar todas las alarmas. Sin embargo, Jorge Echegaray, representante de la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (ASCEL), desmiente con datos agridulces esta "preocupación". Para empezar, indica, la Sierra de La Culebra es una Reserva Natural de Caza y no es el mayor santuario del lobo, ya que, según los datos, hay varios lugares en la región con una población mayor de esta especie.
En esta reserva, hay 8 grupos reproductores de lobos en los cuales, en el momento en el que se produjo este incendio, las crías tendrían entre 30 y 45 días de vida. Esta especie de lobo solo se reproduce una vez por año y grupo, por lo que resulta devastador lo ocurrido para la demografía del lobo. Aunque esto no tenga efectos a corto plazo, es probable que sí sea el caso en el largo. Esta catástrofe alterará las dinámicas reproductivas y territoriales del animal ya que, siendo territorial, buscará mantenerse en el lugar y sobrevivir en un hábitat que ya no es tan ideal para su continuidad.
Para Escolar, "resulta llamativa la preocupación porque entre 2004 y 2020 ha sido un matadero de lobos, autorizando la caza de 113 ejemplares". El representante de ASCEL critica muy duramente a la Junta, acusando de una "falsa promoción" que, en lugar de proteger, promueve la caza deportiva y recreativa.
Medidas inmediatas y prevención
Pese a que el incendio ya ha sido controlado y estabilizado, el trabajo que queda por delante es aún más complejo. Las casi 31.000 hectáreas calcinadas tardarán varias décadas en regenerarse, confiando en que las condiciones posteriores al incendio faciliten este proceso de forma natural. Es por ello, que según informa Escolar, lo primero es proteger el suelo de la erosión, especialmente con la lluvia. Si en los próximos días cayeran lluvias torrenciales, la fertilidad del suelo sería arrastrada por el agua. Además, destacan las plagas forestales, por lo que toda la madera quemada debe retirarse de la zona afectada, lo que espera que pueda conseguirse "antes de acabar el verano o al menos antes de que comience el invierno".
Por otra parte, todas las flechas señalan a un solo factor para evitar que este desastre vuelva a producirse: la prevención por parte de las instituciones. Fuentes de Greenpeace y agentes forestales denuncian la falta de un plan efectivo con el que afrontar en esta época la proliferación de incendios, que si bien, no puede evitarse que ocurran, sí es posible evitar que se extiendan hasta estas magnitudes.
Con el cambio climático, los meses precedentes al verano son cada vez más cálidos y con la aparición de las tormentas secas, también regresa la época de más peligrosidad en los casos de incendios forestales. Según Escolar, del sindicato de agentes forestales, esto se podría haber evitado si se hubiera adelantado el operativo ya que desde hace años la época de incendios se ha ido adelantando, aunque no es así con el inicio de estos operarios que velen por la seguridad de los bosques.
Si bien, coincide en que estas circunstancias (la ola de calor, los rayos y fuertes vientos) han favorecido la extensión del incendio, tanto Greenpeace como el sindicato demandan que se adelanten los operativos de vigilancia de manera para adaptarse a unas nuevas circunstancias, señalando de ejemplo el gran incendio que se produjo en Ávila el pasado año y que ha sido sobrepasado en magnitud por el de la Sierra de la Culebra.
Asimismo, concluyen en que el medio rural está más desesperanzado que nunca en esta zona, la ya conocida como 'España Vaciada' ha perdido en Zamora una de sus joyas naturales más preciadas, no solo por su valor ecológico y visual, sino como medio de vida y sustento.
En definitiva, las pérdidas del incendio de la Sierra de La Culebra son incalculables y este paisaje natural no volverá a su estado anterior. Aún es pronto para analizar el impacto que tendrá sobre el medioambiente, pero, sin duda, el pueblo zamorano tardará en cicatrizar la herida que ha dejado esta quemadura en sus corazones.