Iván Martín Miguel es un hostelero vallisoletano de 37 años que vive en Boecillo desde entonces. Suma 21 años en el sector y ama su profesión, y también la localidad vallisoletana en la que vive, un municipio que se ubica a 15 minutos, más o menos, de la capital del Pisuerga.
Nuestro protagonista ha abierto, el pasado 16 de junio una nueva pizzería en el pueblo: Malabares Pizza Bar, se llama. Esto se añade a su Bar Bossanova, que se ubica a escasos 50 metros del primero.
El hostelero quiere dar la mejor oferta a sus vecinos y que se chupen los dedos con sus mejores elaboraciones. La valentía de un hombre que regenta dos negocios en un pueblo de la provincia pucelana.
Años de experiencia hostelera
“Empiezo a trabajar en el mundo hostelero con 16 años, como office, en las bodegas de Boecillo. Después me puse a poner copas en locales del centro de Valladolid y, posteriormente, mis padres cogieron las piscinas municipales para que trabajáramos mi hermano y yo”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Iván Martín Miguel, hablándonos de sus comienzos.
En el año 2010 también comenzó con el proyecto del Bar Bossanova, junto con su hermano y madre. Después, después, durante cuatro años, contaron con el bar del campo de fútbol y ahora, este pasado 16 de junio, ha inaugurado el Malabares Pizza Bar, todo ello compaginándolo con el catering y eventos durante todo el año.
“Mi vida detrás de la barra es fácil, gracias a mi madre y al gran equipo de profesionales que tengo junto a mí. Me lo ponen muy fácil. Lo mejor es crear un buen ambiente de trabajo para que el trabajo fluya y el ambiente sea bueno. Cuando estás cómodo trabajando, los clientes lo notan y ellos también están felices”, añade nuestro protagonista.
Iván añade que son “muchas horas de trabajo” y “horas muertas” en las que “la cabeza da mil vueltas”. Afirma que la gente piensa que llevar un negocio de hostelería “es fácil y bonito” pero matiza que es “precioso, pero de fácil no tiene nada”.
La idea de la pizzería, hecha realidad
La idea de abrir una pizzería surgió hace año y medio. Vieron que era una muy buena oportunidad de negocio, ya que en Boecillo no había un sitio para poder comer una pizza. Se les presentó una oportunidad hace un mes y se lanzaron en busca de afrontar el reto. Así comenzó a andar el nuevo Malabares Pizza Bar, que abre de martes a viernes de 19.00 a 00.00 horas, y sábados y domingos de 11.00 a 00.00. Se ubica en la Plaza del Vendimiador.
“Tenemos una carta que creo que está bien planteada. Para una cocina que no es tan grande como nos gustaría. Contamos con cinco entrantes, dos platos de pasta, dos ensaladas, diez pizzas y tres postres. Todos nuestros alimentos son frescos y las masas las hacemos nosotros. Queríamos un negocio más artesano. También disponemos de una carta de vinos en la que puedes encontrar desde un Ribera del Duero hasta un lambrusco”, explica nuestro entrevistado.
Es pronto para valorar el inicio, pero están contentos con la “aceptación y afluencia” con la que han contado durante el fin de semana. Son un total de 12 personas trabajando en el lugar, todo codo con codo para sacar el negocio adelante con un compañerismo único. Entre la pizzería y el bar Bossanova.
De momento, añade, hará “muchas horas” para alternar ambos negocios y “echará carreras” ya que entre la pizzería y el bar. Entre el Malabares Pizza Bar y el Bossanova Lounge Bar hay escasos 50 metros de distancia.
Ayudar al pueblo
“Vivir en un pueblo como Boecillo es fácil. Tienes de todo y lo que no, a 10 minutos en coche. Tienes la ventaja de poder aparcar en la puerta de casa y conocer a casi todo el mundo”, asegura Iván cuando le preguntamos por el hecho de vivir en el mundo rural. Él está encantado.
El hecho de contar con dos negocios y poder sacarlos adelante es importante y “fácil” con la ayuda y el apoyo que le prestan los vecinos de la localidad. “Nos gusta ayudar al pueblo a crear eventos o fiestas, siempre que nos piden ayuda, ahí estamos con cualquier vecino o el propio ayuntamiento”, añade.
Iván está seguro de que el mundo rural tiene futuro. De hecho, en su Bar Bossanova, muchas veces le dicen que el café o las copas “son mejores que en muchos sitios de Valladolid” y, sobre todo, “más baratas”.
“El objetivo es sacar adelante el negocio, y que sea rentable lo antes posible. Todo el mundo trabajamos por dinero, bueno no puede ser cuando pagan por ello. El deseo, poder llegar a los domicilios con reparto lo antes posible, estamos trabajando para lanzarlo en septiembre”, finaliza.