España en general y Castilla y León en particular han entrado este lunes en una nueva fase de la pandemia del coronavirus al dejarse de contar todos los casos positivos para centrarse solo en los graves y en los vulnerables. Además, se acaba también el confinamiento de los casos positivos asintomáticos o sintomáticos leves.
“Si hubiera dependido de mí, habría esperado a después de la Semana Santa. Fundamentalmente para ver cómo evoluciona el repunte que tenemos ahora”, asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León, Alfredo Corell.
El inmunólogo madrileño con residencia en Valladolid y vicerrector de Innovación Docente y Transformación Digital en la Universidad de Valladolid asegura además que la nueva variante de ómicron “no debe preocuparnos” y apuesta por “el sentido común” del ciudadano para tomar las precauciones pertinentes ante estas nuevas medidas.
P.- ¿Cómo ve la situación por el coronavirus en la actualidad en el mundo en general y acotando el espectro, en España y en Castilla y León en particular?
R.- En este momento, tanto en Castilla y León como a nivel nacional, mirar la evolución de la pandemia con el índice de la incidencia acumulada no es correcto. Tenemos una inmunidad de base muy alta que se ha conseguido gracias, básicamente, al alto porcentaje de vacunación que hemos conseguido para la población mayor de 12 años y a la inmunidad natural que nos ha dejado el virus, fundamentalmente tras la última ola y al efecto de la variante ómicron, que se calcula, podría haber infectado a la mitad de la población. Con estos mimbres, la incidencia acumulada no es lo más correcto para medir. Puede haber mucha tasa de transmisión, ya que ómicron es muy contagiosa, pero eso no se traduce en un empeoramiento en los parámetros clínicos. Hoy es más interesante mirar la evolución de la pandemia con la tasa de hospitalización y la de ocupación.
P.- ¿Cree que las medidas que han entrado en vigor este lunes son precipitadas para la situación en la que estamos?
R.- Enlazando con lo anterior, puede parecer precipitado porque estamos con una incidencia acumulada de 400-500 casos. Es alta. Valorando la tasa de ocupación y mirando, sobre todo, a la hospitalización en las UCI, parece prudente hacerlo ahora.
Lo importante, y eso creo que no se ha hecho bien, es llevar a cabo una buena comunicación a la ciudadanía. Alguien que se infectara el viernes y tuviera que esperar una semana confinado, se encuentra con que el lunes puede salir a la calle. Sorprende y hace que la gente se quede estupefacta por estos cambios de patrón tan grandes. Durante esta pandemia hemos aprendido a cuidarnos y a cuidar a los demás. Cambiar ahora las reglas del juego tan drásticamente y sin mucha explicación no es bueno y creo que es lo que ha pasado. Se ha podido despertar un poco de miedo, de pensar que nos podemos contagiar todos por este cambio de normas. Probablemente, haber esperado un poco más para ver si este repunte bajito remite o no, habría sido lo adecuado, pero siempre hay que tomar la decisión en algún momento. Se ha hecho con el índice de ocupación en hospitales y en UCI y con esos parámetros sí que podemos permitirnos, dado que la población está muy inmunizada, cambiar las normas. Lo que se ha hecho muy mal es comunicarlo.
P.- Desde este lunes se dejan de contar todos los casos positivos de COVID-19 para centrarnos en los graves y en los vulnerables. ¿Cómo ve la medida?
R.- Eso significa que se normaliza esta enfermedad. Que deja de ser excepcional y sobre la que se centran todas las vigilancias y esfuerzos y pasa a ser una enfermedad como otras a la que se le vigila de una forma más sosegada y sin tener una lupa en el día a día. Este es el proceso de dejar de llevar a cabo una medicina de guerra, en la que se hacía lo mismo para todos, a una personalizada en la que cada paciente es atendido por sus enfermeras y sus médicos en el centro de salud. Cada uno toma un camino en cuanto a la vacunación o el confinamiento, por poner dos ejemplos. Es una transición que hay que hacer.
P.- Además, finalizan las cuarentenas de las personas contagiadas asintomáticas o sintomáticas leves. ¿Valoración?
R.- Insisto en que la comunicación ha sido muy mala. Va a recaer en cada persona el hacer uso del sentido común. El ciudadano ha aprendido en la pandemia. Si mañana tengo fiebre, dolor de garganta y malestar, lo lógico es que no vaya a trabajar. Igual que si tuviera una gripe. Lo que hay que hacer es dar ese salto, pensar que es una enfermedad respiratoria más. Si tengo síntomas no tengo que ir a trabajar. He de comunicarlo en el centro de salud.
Si no tengo síntomas, antes teníamos un catarro e íbamos a trabajar. Hay que tener cuidado ahora. Si ocurre, podemos hacerlo, pero con mascarilla. En la actualidad hemos aprendido que tenemos una serie de medidas como son la distancia, el uso de la mascarilla o la higiene de manos que antes no teníamos tan presentes. Con estas medidas protegemos a las personas con más riesgo, como los mayores de 60 años o enfermos con patologías y podemos realizar una actividad casi normal. Es fundamental la mascarilla y mantener las distancias con aquellas personas con las que nos encontremos en esta situación.
P.- ¿Si hubiera estado en su mano lo hubiera hecho o habría esperado?
R.- En cuanto al momento, si hubiera dependido de mí, habría esperado a después de la Semana Santa. Fundamentalmente para ver cómo evoluciona el repunte que tenemos ahora. Insisto, con las tasas de hospitalización y las de ocupación de UCI y la inmunidad de la población, no parece un riesgo extremo. La Semana Santa va a dar lugar a encuentros y aglomeraciones masivas y pueden producirse ondas de contagio como ha pasado en Las Fallas. Con independencia de si es en interiores o en exteriores, en lugares en los que se junta mucha gente durante más de 15 minutos y hay conversaciones, gritos o cánticos, se exhala mucho aire y se pueden producir contagios. En estas situaciones son en las que hay que reforzar la protección.
P.- ¿Qué recomendaciones daría a estas personas contagiadas? Al final tiene que primar el sentido común.
R.- Fundamentalmente quedarse en casa ante cualquier síntoma y si tu trabajo te lo permite: teletrabajar. Así quitas riesgos de transmisión del virus. Si tienes que ir, con todas las precauciones de higiene de manos, y la mascarilla permanentemente. En aglomeraciones daría otra recomendación: aunque las mascarillas en exteriores no sean obligatorias, en esos lugares, usarla como método preventivo.
P.- ¿Estamos más cerca de olvidarnos para siempre de la mascarilla, también en interiores?
R.- Creo que se va a debatir esta semana. Yo, de nuevo, esperaría a comprobar el impacto de las nuevas medidas que entraron en vigor este lunes. Para ello hay que aguardar dos semanas. Esperaría este tiempo y sí que soy partidario de eliminar las mascarillas en el entorno educativo. También en hostelería.
P.- ¿Dónde las mantendría?
R.- En centros sanitarios, sin ninguna duda. En centros sociosanitarios y en el transporte público, de momento. Luego, recomendaría su uso, pero no obligaría, en aglomeraciones en las que se van a producir gritos, cánticos, etc. Desde eventos deportivos, musicales, religiosos, políticos o eventos festivos como Las Fallas. En situaciones en las que haya mucha gente, aunque sea en la calle.
P.- ¿Cómo ve el futuro del COVID-19 con esa nueva variante de ómicron?
R.- No parece que la nueva variante nos tenga que preocupar. No es más grave que ómicron. Se transmite un poco más, pero las personas que han sufrido ómicron están protegidas.
El futuro, si fuera por ahí, sería maravilloso, pero no sabemos si en algún país sin tasa de vacunación alta, pueden surgir nuevas variantes que nos pongan todo patas arriba, de nuevo. Esperaría vacunas nuevas. Dejaría de vacunar con las que tenemos. Tengo ganas de ver el fármaco nuevo antiviral para ver si detiene los casos graves de coronavirus ya que ayudará mucho a controlar la evolución.
Además, me gustaría apuntar que se ha perdido un momento fabuloso para hacer una buena regulación de la pureza del aire que respiramos en interiores. Se tenía que haber regulado en colegios, comercios, restaurantes.
Otra cosa que creo que quedará para bien es el uso de las mascarillas. Igual que se habla de “gripalización” de la COVID-19, habría que hacer una “coronización” de la gripe porque el uso de la mascarilla y le higiene de manos han reducido mucho, no solo la acción del coronavirus, sino otras infecciones respiratorias. Si la gente sabe que si está con tos y mocos no debe socializar y debe ponerse mascarilla ayudará a reducir la acción de estas enfermedades.