Uno de los mejores planes para el fin de semana es poder visitar aquellos lugares que todavía resultan desconocidos. Perderte en otra Comunidad, ciudad o en sus rincones mágicos es lo que muchas personas buscan tras una ajetreada semana. Visitar castillos es un plan perfecto y más en Castilla y León, una región repleta de ellos y de historias que atrapan.
Una escapada que se puede realizar en pareja, familia o con amigos, pero que a todo el mundo le gusta y entretiene. Esta vez el viaje comienza en Segovia, concretamente en la localidad de Coca. Allí, un imponente castillo deslumbra a todos los turistas que acuden a disfrutar de sus fortificaciones y la historia que esconde.
La estructura está formada por grandes recintos. El recinto exterior tenía la función de defensa con torreones y murallas. El interior tenía las saladas y dependencias. Una de las partes más significativas es la Torre del Homenaje, que se utilizó como prisión, y posee una escalera de caracol que da acceso a distintas plantas. En la sala de armas hay una bóveda de nervaduras góticas con mosaicos decorados. Tiene ocho torres: cuatro para vigilar la muralla exterior y cuatro para la interior. El foso presenta una profundidad de 20 metros.
Es, también, uno de los mejores conjuntos de pintura mudéjar de España. Se utilizaba el ladrillo y se pintaba con motivos geométricos. Los colores más utilizados eran el rojo, negro y azul. Una curiosidad es que, desde él, se pueden observar también a lo lejos los castillos de Cuéllar e Íscar.
Data de 1453 y fue mandado a construir por don Alonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla, y tuvo el permiso del rey Juan II de Castilla. Tal es su belleza que en 1928 fue declarado Monumento Histórico Nacional. El estilo es gótico-mudéjar y se considera una de las joyas de España en este estilo.
El castillo está construido sobre un cerro, un hecho que no solía ocurrir porque, generalmente, se solían realizar en lo alto de las colinas. Cabe destacar que a finales del siglo XV se convirtió en una residencia señorial y fue un espacio de grandes fiestas a las que asistían personalidades como la marquesa de Moya, Beatriz de Bobadilla o Jean Jouffroy, el cardenal francés. A principios del siglo XVI, los Reyes Católicos garantizaron la herencia del castillo al hermano de don Alonso, Antonio de Fonseca, quien se encargó de ampliar las defensas del castillo.
En 1460 los derechos de la villa los tenía Fernando de Fonseca, que los ejerció hasta que falleció en 1463. Cuando Alonso murió, fue heredado por su sobrino Alonso de Fonseca y Avellaneda, quien llevó a cabo la construcción de gran parte del castillo. En 1502, los Reyes Católicos se aseguraron de que cuando Alonso muriera, pasara a ser de su hermano Antonio Fonseca. Un hecho que se produjo dado que la reina Isabel decretó que la villa de Coca solo podía ser heredada por varones, motivo por el cual no era posible que fuese heredado por una de las hijas del dueño.
Este castillo fue atacado en 1521 por las tropas comuneras en represalia del incendio de Medina del Campo que llevo a cabo el propio Antonio de Fonseca. Como no lograron acceder, destruyeron la cercana fortaleza de Alaejos. En 1645 se convirtió en la prisión del duque de Medina Sidonia. Más tarde, pasó a ser propiedad de la casa de Alba.
Un lugar que ha pasado por distintas reformas. En la Guerra de la Independencia, los franceses ocuparon la villa de Coca y las tropas se instalaron en él, provocando grandes destrozos. Lo abandonaron en 1812 cuando sólo quedaban ruinas. Finalmente, en 1954 fue cedido al Ministerio de Agricultura durante 100 años con la condición de que fuera restaurado y se instalara allí la Escuela de Capacitación Forestal. En la actualidad, sigue en funcionamiento con gran éxito.
Asimismo, ha sido escenario de rodajes. En 1995 lo fue de tres de los 15 capítulos del concurso televisivo de TVE titulado ‘La noche de los castillos’. En 1926 fue declarado Monumento Nacional y en 1931 Monumento Histórico Nacional.