Cada día está más de moda el turismo vinculado al vino, o enoturismo, que busca exclusividad y calidad, no reñida con el precio. Y si de por medio existe un paraje natural pues mejor será el viaje. En estos idílicos lugares que aún quedan, también se cosechan productos exclusivos y únicos en el mundo, como una casta de uva, la variedad Bruñal, que se puede considerar, con casi total seguridad, autóctona. Y, cuya máxima expresión se encuentra en Villarino de los Aires y produce Bodega Viña Romana.
Aunque Villarino no es el único pueblo, dentro de las tierras que abarca la D. O. Arribes, sí es el lugar donde se encuentra la variedad más antigua y de mayor calidad, con cepas de cerca de 150 años de vida. Cuando en el resto de los lugares de producción no llega a los cien. Por eso es selecta y única.
La variedad Bruñal es muy apreciada y valorada por los viticultores de Arribes, que la cosechan en los parajes cercanos a las laderas del Duero, donde su maduración es más tardía y, por tanto, se vendimia la última, lo que, dicen los expertos, aporta "mucho color y grado, siempre por encima de 14º". Y, además, la consideran como una joya de estos territorios vitivinícolas y un legado de los antepasados.
Su historia comienza a finales del s. XIX en Villarino, y a principios del siglo XX, una vez que pasó la filoxera que arrasó la mayoría de los viñedos, en municipios también de Arribes como Aldeadávila de la Ribera y Pereña de la Ribera.
La uva Bruñal es muy escasa por lo que es empleada para los vinos de más alta gama. Tiene un alto contenido en polifenoles, con taninos más bien dulces. Es una uva que permite la obtención de vinos con mucho cuerpo, tiene un buen poder alcohólico y una acidez equilibrada, tiende a reducirse y a ocultar sus aromas. Suele usarse en mezclas como variedad mejorante de otros vinos, aunque en la Bodega Viña Romana de Villarino de los Aires elaboran un caldo 100% variedad Bruñal.