Javier A. Muñiz / ICAL. - Fely Campo (Salamanca, 1959) debuta este sábado en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, cuya edición de 2022, además, es especial porque celebra su 75 aniversario. La diseñadora salmantina, quien desbloquea con su presencia en esta prestigiosa pasarela otro hito en su dilatada carrera profesional, desfila presentando en primicia su última colección de prêt-à-porter de lujo para la temporada de otoño-invierno 22/23, titulada ‘Diafonía’, y que tiene precisamente en sus orígenes, en la provincia salmantina, su principal fuente de inspiración. Durante una entrevista con la Agencia Ical, la experimentada modista se adentra en los detalles de estos diseños, repasa una trayectoria que arrancó con tan solo 13 años y profundiza en el momento que atraviesan la mujer, la moda y la industria textil.
¿Qué supone ejercer una vez más como pionera salmantina en una cita de referencia como esta?
Supone muchas cosas. Primero, la emoción de hacer esta colección que refleja, un poco, toda mi trayectoria y también esta ciudad y esta tierra. Y además, emoción por la gente que me conoce desde siempre y que también está muy emocionada de ver allí mi ropa. Alguien de las personas que van, que me quiere bastante, claro, me dijo el otro día que mi gente, la gente que me sigue, quienes saben cómo trabajo, lo que he trabajado estos años y lo que sigo trabajando, se merece ver esos vestidos en una plataforma como la Mercedes.
¿Hay mucho de Salamanca en esta colección?
Sí, además de mostrar imágenes de esta tierra maravillosa, porque tenemos una provincia y una ciudad increíbles, me parecía que, ya que se trata de una plataforma nacional e internacional, quería que supieran dónde nace todo este diseño, en esta tierra que yo quiero tanto y que es tan preciosa. Es la plataforma ideal para presentarla. Y arropa a la colección, propiamente.
¿Cuáles son los elementos más distintivos de ‘Diafonía’?
Quizá sea un contrapunto. He elegido un paisaje, los ‘balcones’ de las Arribes, que tiene algo impresionante cuando te asomas. Cuando miras y ves esa brutalidad de paisaje y, a la vez, esa poesía, ese silencio, ese lugar increíble, se produce como un contrapunto de sentimientos. La colección está basada en eso. Son tejidos que van muy gruesos en el exterior y luego están combinados con sedas, incluso con alguna pedrería, con cristal. Esa forma de mezclarlos y que se entienda y que tú veas que ese diseño, en el que todo va conjuntado siendo cosas tan diferentes, es el sentimiento que uno experimenta cuando se asuma al ‘balcón’ de Las Arribes.
Esta colección se presenta como prêt-à-porter de lujo, ¿no son conceptos antagónicos?
El prêt-à-porter de lujo es ropa que te pueda servir para ir a un acontecimiento, a una cena por ejemplo, o una mañana cualquiera que te apetezca ponértelo y salir así a la calle sin ningún problema, y sin ir disfrazada. Puedes salir a un evento importante como a darte un paseo.
¿Qué supone preparar una cita como esta durante las semanas previas?
Es un caos. En esta época presento esto, que es otoño-invierno 22-23, y lo tengo que coordinar al mismo tiempo con todas las colecciones que tienen que estar en las tiendas antes del 15 de marzo. Es todo junto. Eso ha sido el verdadero caos. Y ha supuesto trabajar fines de semana, mañana, tarde y noche. ¿La colección? Pues es algo que no me ha costado mucho esfuerzo porque me ha salido del alma, No estoy condicionada, como me puede pasar cuando presento en otros lugares. Por ejemplo, la cita de Barcelona, del 20 al 24 de abril, donde presento el verano 2023 para mis compradores. Eso sí es presión. Lo es porque son unas colecciones que tienen que tener mi sello, pero a la vez que sienten muy bien. Aquí van a verlo, no a compararlo. Es diferente.
¿Es lo más importante que le ha pasado a nivel profesional?
En España, sí. Es una meta, realmente. Estar en la moda nacional es muy importante porque la promoción es enorme, tienes una visibilidad grandísima y vienen compradores muy importantes, como Lafayette de París. Imagine que les gusta mi colección. Sería dar un salto bastante importante.
¿Se siente muy orgullosa?
Sí, porque quién me lo iba a decir a mí a los 13 años cuando empecé en aquel taller, que no sabía dónde se ponía el dedal ni había cogido una aguja para nada, que después de largos años iba a estar ahí.
¿Qué es lo más complicado de construir una carrera desde cero y hacerse a sí misma y que deban entender las nuevas generaciones?
Son tiempos totalmente diferentes. No es lo mismo hablar de los años 70 que hablar de la actualidad. En aquella época era un camino lento , lento lento. Estaba el esfuerzo y la pasión, que creo que son comunes y que ahora también existen, pero todo iba mucho más despacio. También ibas más seguro porque ibas haciendo las cosas lentamente, muy poco a poco, con mucho esfuerzo. Ahora también pasa mucho en muchas profesiones, sobre todo en la moda, que con un esfuerzo mínimo de repente subes y tienes, por ejemplo, muchos seguidores en las redes, pero luego mantenerse en el tiempo es muy complicado. A la larga, solo te mantienes cuando hay algo que mantener. Cuando no hay nada, hay humo, un continente precioso pero no contenido, no te mantienes. Ésa es la gran diferencia entre antes y ahora.
Aparte de su entorno, ¿qué es lo que más le inspira a la hora de diseñar?
La mujer y sus cambios. La mujer de la calle, realmente, y de cualquier edad. Cuando era jovencita diseñaba para mujeres de la edad que tengo yo ahora y eran muy diferentes. Hace 40 años eran distintas, hemos evolucionado mucho. Ahora, a los 60 puedes empezar una nueva vida, puedes casarte, puedes viajar, puedes vivir sola, puedes tener hijos si quieres: eres muy libre. Esos cambios de la mujer me apasionan. Yo empecé a hacer trajes a medida en el año 75. Ha sido una evolución tan exagerada y tan buena. Entonces, me gusta vestir a esa mujer que ha ido cambiando. Y me gustaría muchísimo que no tuviéramos tantos complejos, que la sociedad no pusiera siempre como prototipo a una mujer joven. Realizan anuncios de cremas usando a una mujer que no tiene ni 30, claro, tiene una cara perfecta. El que no te hagan sitio, el que te aparten a cierta edad cuando tu mente, tu profesionalidad y todo está mejor que nunca, eso tiene que cambiar.
¿En qué punto está el sempiterno debate sobre el arquetipo de mujer y su conveniencia para la salud de las jóvenes?
Eso está caminado. Ahora ya hay modelos con talla grande, con curvas y también mayores. Está muy bien poner cierta diversidad dentro de la pasarela. Creo que están pasando a segundo término esas modelos tan delgadas y todas iguales. Hay, pero están pasando. Si poco a poco se buscase que el ojo se hiciera a otro tipo de belleza, sería maravilloso. No es real lo que nos ponen, por eso han surgido siempre los conflictos con la alimentación y con todo. No puede ser que una adolescente piense que la belleza es pesar 40 kilos. Si no nos metieran eso, sería maravilloso.
¿Es Castilla y León un buen lugar para vivir de la moda?
Es un buen lugar para hacer moda, por supuesto. Y exportarla.
¿No se viste bien?
En general, la gente en España no viste bien los últimos años. Perece mentira que seamos un lugar de referencia en muchas cosas, que hacemos realmente bien y en las que somos muy creativos. Todo eso es cierto, pero hay mucho abandono en la ropa. Por ejemplo, Italia o Francia no han caído tanto en las grandes cadenas como nosotros, los españoles. Usamos ropa de poca calidad, de usar y tirar.
¿Vestir bien es una cuestión sobre todo de dinero?
No, para nada. Simplemente hace falta conocerse a uno mismo. Tener personalidad, mirarse al espejo y combinar cosas. Y, sobre todo, empezar a cambiar de mentalidad y pensar que algo bueno y bonito lo sigue siendo dentro de un año, dentro de dos y dentro de tres. Es la forma que yo concibo de hacer moda sostenible. Que la ropa no sea de usar y tirar, que sea buena, de calidad, y que te guste. Antes tenías un abrigo que te encantaba, te lo ponías tres temporadas seguidas, lo dejabas y a la quinta te lo volvías a poner otra vez porque era tan bonito…
¿Cómo está afectando la crisis de las materias primas al sector textil?
Muchísimo. Es exagerado. Por ejemplo, muchas hilaturas vienen de China. Los pequeños almacenistas, a los que compramos los demás, han desaparecido porque no tienen capacidad de pagar un contenedor a los precios que están. La materia prima ha subido toda. Y luego, los retrasos que hay en los tejidos. Hay escasez, esa es la realidad. Sí, es muy problemático.
¿Qué será lo próximo en la carrera de Fely Campo?
Seguir trabajando en el verano 23 y empezar en agosto con el invierno 23-24. Es una cosa de locos. Después quiero reestructurar un poco todo, centrarme y hacer colecciones un poco más pequeñas, que yo pueda manejar y que no se me vayan de las manos.