"Me hice monja de clausura a los 17 años y he sido y soy muy feliz, porque la vida religiosa merece la pena"
Cuando desempeñan sus trabajos diarios y labores cotidianas acostumbran a hacerlo siempre en un profundo silencio, que solo es roto en los momentos posteriores a la comida y la cena, cuando conversan entre ellas aprovechando unos minutos de pequeño esparcimiento y relajación. Se levantan a las seis de la mañana todos los días y lo primero que hacen es rezar, antes incluso del desayuno. Así se resume, básicamente, el día a día de las monjas de clausura de la Orden de las Dominicanas en el convento salmantino de Las Dueñas, según atestigua, en conversación teléfonica con El Español-Noticias de Castilla y Léon, Sor María Eugenia Maeso, quien con solo 17 años se ordenó monja de clausura en su Palencia natal al sentir la llamada de Dios. "Entonces eran otros tiempos, éramos un grupos de chicas en Palencia que éramos amigas y sentimos la llamada de Dios y por eso quise ordenarme para servir al Señor, entonces había muchas más vocaciones que ahora", recuerda Sor María Eugenia a la hora de descibir su entrada en la vida religiosa. "Llevo 60 años en este convento y puedo decir que la vida religiosa merecece la pena y que he sido y soy muy feliz".
Pese a esta crisis de vocaciones de la que habla esta monja dominica, lo cierto es que Salamanca sigue siendo una provincia especialmente fértil en relación a la vida monacal y de clausura. Así,en la Diócesis salmantina hay actualmente 19 monasterios de clausura, de los que 18 son femeninos (ocho de ellos situados en la capital salmantina y el resto repartidos por el ámbito rural) con un total de 275 religiosas. El otro monasterio de clausura es masculino y el de los Carmelitas Descalzos en las Batuecas.
En el convento de las Dueñas viven 22 hermanas domicanas. "En mi caso siempre he vivido en este convento, dado que lo normal en la vida de clausura es quedarse para siempre en el convento donde se ingresa, salvo que hagas falta en otro convento donde hay pocas monjas y te manden allíi", explica Sor María Eugenio Maeso, quien insiste en que en su caso, como en el de sus compañeras de clausura, se trata de "llevar una vida dedicada al Señor, una vida de oración para rezar tanto por nosotras como por todas las personas que están en el mundo".
Sor María Eugenia vuelve a aportar más datos de su vida diaria. "Después de levantarnos a las seis y de rezar y de dar gracias a Dios, celebramos la Eucaristía, cada una arregla su celda y luego cada hermana realiza el trabajo que tiene asignado". Las Dominicas son especialmente conocidas en Salamanca por la calidad de la repotería que preparan. "El principal trabajo que hacemos es la repostería, aunque este último año, debido al coronavirus, no han venido muchas personas a comprar dulces", señala.
Televisión, Intenet y móviles
¿Qué relación tiene las monjas de clausura con el exterior? ¿Usan Internet? ¿Ven la televisión?... Sor María Eugenia no tiene inconveniente en aclarar todas estas dudas que surgen sobre los conventos de clausura. "Tenemos una televisión, pero la vemos muy poco... Sobre todo la ponemos paraque puedan ver la misa del domingo las hermanas más mayores que por motivo de su edad y su salud no pueden bajar al coro a rezar". Pese a ello, lo cierto es que a través de la televisión y de las visitas que reciben cuando vienen personas a comprar dulces, "estamos al tanto de lo que pasa en el mundo, por ejemplo ahora con todos los problemas que hay en Cuba", señala esta monja dominica.
En el convento también hay un ordenador, pero lo utiliza fundamentalmente la hermana que se encarga "de llevar la administración y de las cuentas". Algunas tienen hasta teléfono móvil y sus únicas salidas al exterior están relacionadas con gestiones tan cotidianas como "visitar al médico cuando se pone enferma alguna hermana o ir al banco, aunque de esto se encarga la hermana que lleva la administración del convento".
"Estamos al tanto de lo que pasa en el mundo y rezamos por todas las personas... Sabemos que hay muchos problemas en el mundo y lo que está pasando en la sociedad laica, pero nosotras rezamos por todos sin ninguna distinción, porque personas buenas las hay en todo los sitios", enfatiza esta monja, quien se despide de El Español-Noticias de Castilla y León subrayando especialmente una frase sencilla, pero cargada de una enorme profundidad, como es que "la vida religiosa merece la pena".