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Otoño siempre es tiempo de hacer una escapada. Los paseos por el campo o las visitas a algún punto desconocido se convierten en los planes perfectos de fin de semana.

Las hojas caídas y sus colores anaranjados provocan un ambiente de película en este municipio de Burgos. Sus tejados rojizos y sus casas de piedra se agrupan como si dibujaran un triángulo rodeado de vegetación y, cuyo apéndice señala a un horizonte con nubes espesas.

Esta comarca al norte de la provincia burgalesa cuenta con multitud de monumentos, salinas y, sobre todo, una curiosa historia que se ha forjado piedra a piedra en los muros de sus casas.

Se trata de Poza de la Sal que, junto a la villa de Oña y Frías, forman una mancomunidad de raíces castellanas.

Es una tierra legendaria, con gran legado medieval y perfecta para sumergirse un fin de semana entre sus calles.

Este pintoresco pueblo, además es la tierra natal de un gran naturalista como fue uno de sus municipios más pintorescos y pueblo natal del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.

Su historia

Fue en el 884 cuando el conde Castilla y fundador de Burgos, Diego Rodríguez Porcelos, decide repoblar esta localidad, un antiguo asentamiento romano perfecto para construir un castillo rodeado de grandes rocas que pudieran protegerlo.

Bajo la fortaleza se extiende el diapiro de este municipio que, visto desde el aire, parece la figura de un gran cráter salino, formado hace milenios, cuando estas tierras se encontraban aún bajo el océano.

Los vecinos comenzaron a llamarlo ‘El salero’, y ha sido explotado a lo largo de siglos, pasando a ser el sustento económico del pueblo.

Un recurso que ya los romanos consideraban valioso y, de hecho, llegaron a usar como forma de pago, de ahí la palabra salario.

Así es Pozas

Las primeras calles del pueblo se encuentran en la parte baje, y sus cuestas conducen a la plaza Nueva. En esa explanada se sitúa el Templete de la Música. Las bandas y las charangas forman parte de esa tradición tan arraigada.

Se considera uno de los pueblos más pequeños de Europa, con a penas más de 200 habitantes, pero que sí cuenta con su banda de música.

Imagen de las salinas de Poza de la Sal, en Burgos. Ricardo Ordóñez ICAL

Multitud de sus calles llevan por nombre el de músicos pozanos. Además, cada año acoge por mayo el Festival Nacional de Charangas.

Aún se conserva parte de su muralla, y el curioso nombre del arco que posee se debe a que desde allí se lanzaba el ‘tentenublo’, un conjuro que los paisanos hacían para “alejar la lluvia”, dado que ello perjudicaría a la producción de la sal.

Qué ver

Por un lado, se encuentra la iglesia de San Cosme y San Damián. Una iglesia gótica en el corazón del pueblo. También su ayuntamiento, que está junto a la iglesia y ambas están en las plazas más bonitas del pueblo por sus casas típicas.

Uno de los personajes ilustres de la localidad es Félix Rodríguez de la Fuente. En la localidad puede verse su casa, aunque no se pueda acceder al interior. Cerca de la plaza existe el Centro de Interpretación de su figura, la Casa de la Administración de las Reales Salinas.

Por otro lado, el monumento a Félix Rodríguez de la Fuente, construido y donado al pueblo por el programa de Televisión de Íker Jiménez.

Félix Rodríguez de la Fuente en Poza de la Sal en 1976. GTres.

Sus salinas se pueden ver dentro del diapiro. Este paraje aprovecha del desnivel del terreno en el que se excavaron pozos que se conectan entre sí a partir de galerías subterráneas.

También, el Palacio de los Marqueses de Poza y castillo de los Rojas, que son dos fortificaciones que destacan en Poza de la Sal.

Gastronomía

Después de recorrer las calles o hacer multitud de actividades como senderismo o ciclismo de montaña, entra el hambre.

Y Pozas de la Sal cuenta con varios productos típicos que no pueden faltar de probar en la visita.

Poza de la Sal es famosa también por su miel. La miel se produce en la propia localidad por las abejas que polinizan las flores silvestres de la región. Se reconoce por su sabor dulce y su textura suave.

También, con un toque más salado, el queso de oveja. Este producto se elabora con leche de oveja de la región y tiene un sabor fuerte y característico. Solo o acompañado, es un queso de categoría, que ha sido galardonado en varias ocasiones.

Finalmente, no se puede ir de Pozas de la Sal sin probar el embutido, otro producto muy apreciado y tradicional en la región. Entre ellos, priman la morcilla, el chorizo y el salchichón.