En lo más profundo de Castilla se encuentran infinidad de lugares capaces de embelesar a cualquier viandante. Lugares repletos de templos, casas, naturaleza… Y que, por desgracia, muchos desconocen.
Covarrubias, una villa en plena comarca de Almanza, situada a orillas del río destaca por su gran conjunto monumental. Se trata de todo un símbolo de la arquitectura tradicional de Castilla y León. Además, para aquellos amantes del cine prerromano, se situarán en un auténtico escenario medieval, cuyas reminiscencias de una época pasada pueden verse en cada calle.
También, los edificios que aún quedan en pie en pleno casco antiguo mantienen su construcción tradicional, con vigas entramadas y adobe. Según CHAT GPT se trata del pueblo más bonitos de la provincia burgalesa.
Una ruta por la historia
Cuando la Alta Edad Media entró en terreno castellanoleonés, esta población comenzó a tener su verdadera identidad y su símbolo diferenciador frente a los pueblos de alrededor. Convirtiéndose en la villa más carismática que puede encontrarse en Burgos.
Son varias las figuras históricas legendarias que se cuenta que han pasado por estos lares, entre ellos, en el siglo X, Fernán González, que dejaría su legado en la villa a su hijo, Garcí Fernández. Este último, intentó mediar en Covarrubias. Fundó así, el Infantado de Covarrubias, en el año 972. Además, la villa sirvió de enclave estratégico en multitud de batallas.
La cantidad de edificios históricos que se conservan a día de hoy hace que Covarrubias sea una villa de gran interés turístico. Nada más entrar en la localidad, ha de pasarse por el Arco del Archivo del Adelantamiento de Castilla. Dotado de estilo herreriano y construido en el siglo XVI.
Después, la ruta continua por la plaza de doña Urraca. De ahí, se llega al Torreón de Fernán González, del siglo X. Es una torre que se utilizaba para la vigilancia de la villa, desde la que ver a tiempo al enemigo para preparar la defensiva.
Esta torre refleja lo avanzada que estaba Covarrubias en aquella época, por su altura y situación, muy estratégica, dado que a se encuentra a orillas del río.
Seguidamente, se encuentra la Ex Colegiata de San Cosme y San Damián, un templo de estilo gótico del siglo XV. Su interior está plagado de interrogantes y sorpresas para el visitante. Entre ellas su famoso órgano; el claustro; el museo parroquial, con grandes piezas de arte sacro; el sepulcro de Fernán González.
En una obra de remodelación, en el año 1958, se encontró un sepulcro medieval, en él, los restos de una mujer noble. Más tarde, supieron que se trataba de la princesa Cristina de Noruega. Su matrimonio con Felipe (el hermano de Alfonso X) hizo que la muchacha viajara desde tan lejos.
En honor a esta joven se hizo la capilla de San Olav, de estilo escandinavo, una verdadera joya, dado que es de las pocas iglesias vikingas que se sitúan en España. Se sitúa cercana a esta villa y se dice que fue su esposo quien mando construirla para ella.
Una vez concluida esta visita, se retoma en el paseo de la Solana, junta a los restos de las antiguas murallas y el ruido del río. Murallas que mando derruir el médico de Felipe II, “divino” Vallés, pero no por ninguna ínfula de poder, más bien para asolar la peste, provocando con el derrumbe que el viento despejara las calles de este mal.
Callejeando se ve la iglesia de Santo Tomás, del siglo XV. Construida sobre las ruinas de otra se conservan en la actualidad los trazos de una de las naves y la pila bautismal. Allí, puede verse uno de los vestigios más impactantes de toda Covarrubias, la escalera del coro, que con su estilo plateresco brinda una de las escenas más bonitas de la villa.
Otro de los platos fuertes, nunca mejor dicho, de esta villa, son sus restaurantes, aunque estos no difieren tanto del resto, pues la cocina castellana se deleita en todos sus pueblos. El cordero asado, la olla podrida o sus postres caseros de lácteos y frutas se pueden degustar de vuelta en la plaza de doña Urraca.