Imagínate vivir en un pueblo con un ser querido. Poder recorrer libremente cada calle sin presencia de nadie. No tener vecinos. Que cada rincón sea un lugar para disfrutar y donde no tengas que preocuparte de nada que no sea respirar aire puro. Silencio, tranquilidad y paz. Esto, que puede parecer tan idílico, es una realidad para Javier e Isabel, un matrimonio que lleva 30 años viviendo completamente solos en Crespos. Un pueblo de Burgos perteneciente al municipio de Valle de Manzanedo.
Todo comenzó cuando empezaron a buscar un lugar para poner un hotel rural con la premisa de que fuera un sitio tranquilo. Les dijeron que ese pueblo era “muy bonito”, llegaron allí y se enamoraron. Javier es vallisoletano y trabajaba en una oficina, pero hace ya casi tres décadas que cambió esa vida por despertarse rodeado de color verde.
Desde que comenzaron a vivir en este lugar de ensueño nunca han tenido vecinos durante todo el año. Sólo había dos matrimonios que estaban ya jubilados y acudían en verano, pero al llegar septiembre- octubre se marchaban. Una situación que puede parecer extraña -o peculiar- pero que ellos tratan con total normalidad.
“Eso no lo piensas o no lo hemos pensado. Es lo que hemos elegido y nos gusta vivir aquí”, afirma Javier a EL ESPAÑOL- Noticias de Castilla y León. El día a día es “entretenido” porque pasan la mayor parte de él trabajando. Tienen un hotel rural y dos taxis con los que desplazan a niños hasta el colegio o a gente mayor al hospital, entre otros.
Y es que un medio de transporte es muy necesario. El colegio lo tienen a aproximadamente 15 kilómetros; a 25 está el instituto y a 75 el Hospital de Burgos. La distancia para ellos no supone nada porque han sabido adaptarse a este estilo de vida. “Hay gente que prefiere vivir rodeado de gente, escaparates y otros prefieren alejarse de eso”, puntualiza.
Él tiene claro que es un lugar “ideal” para vivir. Está rodeado de naturaleza en la comarca de “mayor biodiversidad” de España. Uno de los puntos fuertes de pertenecer a estos pequeños pueblos es que la vida es más “a escala humana” que en las ciudades. En ellas “todo el mundo va corriendo y nadie sabe por qué”.
Javier bromea con que este sitio es desconocido “incluso para los propios vecinos de la zona”. Lo cierto es que Burgos es una de las provincias con más pueblos de España y hay tantos que son pocos los ciudadanos que han descubierto este paraíso natural.
La soledad es uno de los aspectos que más aprecian y no echan de menos tener vecinos. “En los pueblos pequeños las relaciones son más intentas. Dependiendo de qué personas vengan puedes llevarte bien o no. Hay veces que es mejor solo que mal acompañado”, apostilla. Sus hijas han nacido en esta pequeña localidad burgalesa. Pese a que ahora se han tenido que marchar a Madrid por estudios, han pasado toda su vida en este lugar. Y nunca ha sido un impedimento que no hubiera nadie más allí: “Aunque no hubiera más niños en el pueblo, los llevábamos a casa de otros y hacían actividades. Nunca se han sentido solas”.
Por ahora, no se plantean marcharse. Quizá cuando se jubilen irían “cerca del mar” pero aún queda mucho y lo tienen que pensar. Uno de los puntos que más tendrán en cuenta será el hotel rural que lleva funcionando 28 años. Además, son muchos los que frecuentemente los visitan. “Viene gente todos los fines de semana y en estas épocas lo hacen diariamente”, garantiza. Todos los que van le trasladan lo mismo: “Esto es muy bonito y tranquilo. Un paraíso”.