El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, mantendrá mañana miércoles 11 de abril una reunión de trabajo con la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. Un encuentro que llega tras el cruce de acusaciones entre ambos políticos, precisamente, por la falta de encuentros entre la Junta y el Gobierno de la nación, y en el que sin duda se ha convertido en uno de los momentos de más tensión entre el Gobierno autonómico y el Ejecutivo central.
Sin embargo, parece que los gabinetes han logrado ponerse de acuerdo y cuadrar agendas, pues mañana a las 12:30 Alfonso Fernández Mañueco será recibido por Teresa Ribera en la sede de su ministerio en Madrid para mantener un encuentro de trabajo en el que abordarán diferentes cuestiones relacionadas con Castilla y León.
El último encontronazo entre ambos comenzó en una intervención de Mañueco previa a la Junta Directiva Nacional del PP del pasado 2 de abril, donde más allá de no cerrarse a participar en la comisión bilateral propuesta por el Gobierno para abordar las leyes de Concordia por las diferentes comunidades autónomas gobernadas por PP y Vox que han propuesto leyes similares en los últimos meses, el presidente reconoció que muchos ministros no le "quieren recibir".
"Yo estoy dispuesto a hablar con el Gobierno, me gustaría hablar con tantos ministros que no me quieren recibir... pero no me ofenden a mí, ofenden a Castilla y León", manifestó.
Sus palabras no tardaron en ser comentadas por el Ejecutivo. La reacción tuvo lugar al día siguiente en redes sociales y de manos de Teresa Ribera, quien acusó a Fernández Mañueco de haber "cancelado" dos reuniones "ya fijadas" en los últimos tres meses, llegando incluso a definir al presidente como "un ejemplo de manual de cortinas de humo".
"En tres meses, Mañueco ha cancelado dos reuniones ya fijadas y ha declinado mi invitación para inaugurar conmigo en Ponferrada la Conferencia de Centros de Innovación Territorial frente a la Despoblación. Sigo disponible", afirmó la vicepresidenta tercera en una publicación de X.
Pero la cosa no quedó ahí. Mañueco también quiso responder a Ribera a través de su cuenta oficial de X, donde desmintió a la vicepresidenta tercera al asegurar que él no había cancelado ninguna reunión fijada, defendió su ausencia en la inauguración de la citada conferencia y, ya de paso, le anunció sus intenciones concretar una nueva cita para poder verse y dialogar.
"Estimada ministra: como bien sabe, no he cancelado ninguna reunión fijada y sigo esperando una respuesta al encuentro que propusimos para febrero. Por otro lado, la invitación a esas jornadas llegó con tan solo tres días de antelación, lo que imposibilitó mi presencia en el acto por motivos de agenda, aunque le acompañó el consejero de Medio Ambiente. Pero no se preocupe, yo estoy aquí para trabajar por Castilla y León y no para generar polémicas. He dado instrucciones para que mi gabinete se ponga en contacto con el suyo y fijen una reunión a la mayor brevedad. Espero su pronta respuesta", escribió Mañueco.
Si bien, cabe destacar que este no ha sido el único rifirrafe que Teresa Ribera ha mantenido con la Junta de Castilla y León, sino que la relación entre ambos siempre ha sido tensa por varios motivos.
Las diferencias entre la ministra y el Gobierno regional se han debido a sus desacuerdos sobre determinados asuntos como la gestión del fin de la minería del carbón, el cierre de las centrales térmicas, la protección del lobo ibérico, el futuro de la estación de esquí de Navacerrada y hasta la gestión de los incendios forestales.
Sin embargo, una de las polémicas más destacadas entre Mañueco y Ribera se remonta a cuando la ministra afirmó en el Congreso de los Diputados que en Castilla y León "las cosas van fatal por los recortes de maestros y de aulas rurales y cierres de consultorios", a lo que Mañueco respondió con el envío de una carta en la que, más allá de exigir una rectificación, pedía su dimisión.
Por su parte, Ribera envió otra carta al presidente de la Junta instándole a realizar unas políticas demográficas adecuadas y no “una antítesis” de lo que a su juicio debía hacer un Gobierno para ganar población y gestionar del modo correcto los servicios públicos básicos en las zonas con menos habitantes.