Nueve vidas rotas de Castilla y León en el 11-M: de fatídicas coincidencias a gente que no tenía que estar allí
Los atentados en los trenes de Madrid provocaron 193 muertos, nueve de los cuales eran de la Comunidad. Cada muerte con una historia detrás
11 marzo, 2024 07:00Noticias relacionadas
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El 11 de marzo de 2004 está marcado en la memoria de todos los españoles. Ese día fueron muchas las familias que lloraron como nunca lo habían hecho nunca. Los atentados en los trenes de Madrid provocaron 193 muertos, o lo que es lo mismo, 193 vidas rotas por la sinrazón. De esas 193 muertes, según la web del Mapa de Terror, nueve fueron de personas nacidas en Castilla y León. Nueve vidas destrozadas por un destino que no estaba escrito.
Historias que cuando se analizan con detalle duelen aún más en el alma. Historias como la de Julia, que con 43 años, hacía poco que se había trasladado desde Salamanca y que cuidaba a ancianos a domicilio, y eso le costó la muerte. Una maldita avería en el choque provocó que Donino Simón subiera al tren cuando nunca lo hacía. Una fecha cruel con el palentino Félix González Gago, ya que ese día era el cumpleaños de unos de sus hijos. Estas son las historias de las nueve personas castellano y leonesas que murieron aquel día. Un homenaje que rendimos, desde el corazón, y un tributo de honor a las víctimas.
Julia Frutos Rosique tenía 43 años. Vivía en Salamanca, pero a su marido le destinaron a Madrid unos meses antes del atentado, tenía un trabajo como cuidadora de ancianos a domicilio y eso provocó su muerte. Entre sus múltiples aficiones se contaban comer, escuchar los Rolling Stone o las plantas. Falleció en el tren que estalló frente a la calle Téllez. Solo les quedaba un mes para volver a su Salamanca.
Ambrosio Rogado Escribano con 56 años, era procedente de Campo de Peñaranda (Salamanca). Estaba casado, con dos hijos y trabajaba en una compañía de seguros RGA. Amante del Real Madrid, su mujer cree que estaba leyendo un diario deportivo cuando le llegó la muerte.
Berta Gutiérrez García tenía 39 años y era natural de Villanueva de Gómez (Ávila) donde disfrutaba de lo lindo de sus fiestas patronales. Trabajaba como funcionaria en la Consejería de Hacienda de la Comunidad de Madrid. Casada y con una hija de seis años. Planeaba reformar la casa que ella y su marido habían comprado en el barrio de Vallecas.
Carlos Soto Arranz era procedente de Quintanilla de Onésimo (Valladolid). Huérfano desde los 14 años y soldador de profesión, vivía en San Sebastián de los Reyes con su pareja, Eva. Acababan de tener una hija
Miriam López Díaz de 31 años y de Salvadiós (Ávila). Trabajaba como administrativa en Alcatel (aunque era maestra) y murió en Santa Eugenia después de dejar a su hija de 22 meses en la guardería. Le encantaba la lectura.
Julia Moral García de Milagros, nacida en Burgos. Con 51 años era ama de casa y se había mudado hace cinco años a Madrid junto a su familia. Trabajaba de forma esporádica como monitora en un autobús escolar, por esta razón estaba en el tren aquella mañana. Las pruebas de ADN confirmaron su fallecimiento varios días después.
Félix González Gago, 52 años, natural de Guaza de Campos (Palencia). Más de dos décadas de carrera militar, tenía el rango de subteniente del Ejército del Aire. El destino cruel quiso que el pequeño de sus hijos cumpliera años el 11 de marzo. Su pueblo le sigue recordando con cariño.
Donino Simón González 45 años de Guardo (Palencia). Trabajaba en la Mutua Madrileña Automovilista. Por culpa de una avería en el coche tuvo que coger el tren, junto a su mujer, Cristina. Los dos fallecieron en la estación de el Pozo y tenían dos hijos de once y cuatro años.
La vallisoletana Laura Isabel Laforga Bajón, de 28 años, daba clases de español a niños rumanos y chinos de un colegio de Carabanchel. Después de terminar la carrera en Valladolid, marchó a la capital en busca del sueño madrileño. Compartía piso con otras jóvenes en San Fernando de Henares.