Dentro de los espectáculos taurinos son muchas las personas que participan. Toreros, banderilleros, picadores, cortadores, corredores, médicos…, y el veterinario. La labor de este último no es tan conocida como la del resto. Muchas veces pasan desapercibidos aunque su trabajo empieza antes de las propias corridas o encierros, puesto que se encargan de la clínica, la genética y el cuidado de las reses en el campo.
Una labor importante, como lo es cuando acuden como profesionales al espectáculo. En Castilla y León, uno de los refrentes en este campo es Juan Manuel Arnaiz Esteban. Con sus más de veinte años de experiencia, este veterinario explica que “las actividades profesionales que llevamos a cabo en este tipo de espectáculos son muy amplias”.
Varían en función del tipo de fiesta, diferenciándose los conocidos como espectáculos taurinos populares y las corridas de toros. Los primeros se regulan, en Castilla y León, con el Decreto 14/1999. “Abarca los encierros, tanto mixtos como de campo, la suelta de vaquillas y los concursos de cortes”, indicó Arnaiz.
Por otro lado, está el Decreto 57/ 2008 en el que se fijan las normas relativas al reglamento general taurino de Castilla y León. “En él se regulan las funciones del veterinario de servicio, que es como se les denomina, en las corridas de toros, las novilladas picadas, las que se hacen sin picar, el rejoneo, los festivales taurinos, los bolsines o el toreo cómico”.
Pero no es solo esa normativa la que deben de tener en cuenta, sino que también se les unen tareas de actividades derivadas de reglamentaciones autonómicas, nacional y europea. Porque “además de las funciones propias determinadas en los dos decretos, existen funciones que debemos de realizar como es la comercialización de la carne derivada de las reses lidiadas o de la sanidad animal”.
Incluso del movimiento pecuario para así hacer un seguimiento de la conducción de los animales a las plazas de toros o, en algunos casos, de su regreso desde el coso a las explotaciones ganaderas. Igualmente, estos veterinarios vigilan los medios de transporte que se utilizan para los toros.
Seguimiento del bienestar animal
Es más, “hay algunas actividades que no están del todo reguladas y esperamos que se haga pronto, de las que también nos ocupamos”. Son todas las relativas al bienestar de los animales y la ausencia de maltrato en estos espectáculos.
Estos sanitarios no se limitan solo a lo que se hace durante los festejos, sean del tipo de que sean, sino que mucho antes comienza su trabajo. En el caso de las corridas, “lo iniciamos con los reconocimientos de las reses que van a intervenir; en él, fundamentalmente, identificamos el origen porque solo pueden intervenir animales inscritos en el árbol genealógico de la raza bovina de lidia”.
Además, se hace un control de la edad de los animales ya que, en función del tipo de espectáculo, se autoriza su uso según los años que tengan. Hasta el peso pasa por sus manos y, sobre todo, el estado de sus defensas. “En el caso de los espectáculos populares se evita la peligrosidad de sus astas, comprobando que los animales tienen limitados los cuernos sin afectar a su clavija ósea”. En cambio, en las corridas de toros “salvo excepciones, lo que se cuida es que la integridad de las astas sea perfecta”.
Estos veterinarios, por tanto, realizan una labor ímproba para cuidar que los animales sean respetados al máximo, tal y como marcan las diferentes normativas. Y aunque son muchas las reglas marcadas por las diferentes administraciones “creo que, aunque ambos decretos hayan sufrido algunas modificaciones, hablamos de normas antiguas”.
Porque en el caso de los festejos populares tenemos un decreto de hace 22 años y en el de las corridas de hace trece. “Es necesario que se cambien algunos aspectos, ya no solo en nuestra labor, sino en otras que han ido evolucionando a lo largo del tiempo y se hace precisa una actualización”.
La afición es recomendable pero no imprescindible
Respecto a si un veterinario taurino debe ser aficionado a este tipo de festejos, Arnaiz tiene claro que no es imprescindible pero tampoco viene mal. “Los requisitos que se establecen para que un veterinario pueda ser nombrado por los delegados Territoriales de la Junta de Castilla y León en la provincia en que se celebren los espectáculos no piden que seas aficionado o no. Lo que sucede es que, si eres aficionado, aspectos que no son tanto técnicos, sino que rodean al mundo de la tauromaquia, facilita la labor profesional”.
Lo que se exige es que tenga la titulación de veterinario, que esté colegiado profesionalmente y disponer de formación técnica adecuada para las funciones establecidas en el reglamento. ¿Cómo se logra esa formación? “A través de dos cursos de especialización, uno básico que realiza el Consejo General de los Colegios de veterinarios de España, y otro que es el curso avanzado de especialización en espectáculos taurinos”.
A lo largo de sus años de experiencia Arnaiz ha detectado muchos cambios. Todos a mejor porque “en nuestros inicios, en los espectáculos taurinos, por ejemplo, había una ausencia absoluta de documentación que ahora se cumple de forma generalizada, o a la hora del respeto al bienestar animal con una ausencia casi absoluta del maltrato”.