Tras realizar la reciente EBAU y unas merecidas vacaciones, muchos de los futuros universitarios compaginan ilusión y nervios por entrar en la carrera deseada. Una decisión que marcará su futuro y, en buena medida, sus aspiraciones laborales tras cuatro años, como mínimo, en las aulas.
Las nuevas motivaciones y un cambio de aires hacen que los universitarios encaren la experiencia con ganas e ilusión. Estudiar lo que les apasiona y llegar a especializarse es una meta para nada despreciable. No obstante, según una encuesta de la Fundación Universidad Empresa, el 60% de los entrevistados no se ve capacitado para emprender una nueva etapa en el mundo laboral debido a los escasos conocimientos adquiridos en las aulas. Alejandro acaba de finalizar Publicidad y Relaciones Públicas en Segovia, y, a falta de defender el Trabajo de Fin de Grado, se sumará al mundo laboral. “Destaco negativamente la poca utilización de programas de diseño, muy importantes en el día a día de la publicidad: Adobe Illustrator, Photoshop e Indesign. Apenas se han tocado junto con lo referente a nuevas tecnologías. Hoy en día la publicidad se elabora en su mayoría en redes sociales, páginas web y casi no lo hemos visto”, denuncia tras su paso por el Campus María Zambrano de Segovia.
La decepción es compartida con Yuri Karish que, tras cursar Formación Profesional, decidió estudiar Administración y Dirección de Empresas. “Con respecto a la carrera, por una parte, estoy decepcionado. En ADE se da mucha carga teórica y poca importancia a la práctica. En áreas como Contabilidad o Finanzas apenas dimos práctica de cómo funcionan las empresas y eso en el mundo laboral te pasa factura”. Sin embargo, antes de su etapa universitaria, ya tuvo una experiencia laboral que le ayudó a desenvolverse.
Al contrario de ellos se encuentra Inés, que se graduó en Magisterio Infantil y Primaria. “Reforzó más mi vocación. Aprendí muchísimo y si hubiera otra carrera de Magisterio, seguramente la haría”, sostiene entusiasmada. El problema que se presenta tiene que ver con las opciones laborales y la alta competitividad. “Me planteo hacer un máster ya que significa un punto más en la oposición. Al ser complicado conseguir una plaza en la administración pública, todo lo que sume es bueno para mí. Por otra parte, siempre quise hacer el máster de psicopedagogía. Es cierto que en la carrera en ese ámbito no te forman mucho ya que en mi carrera hay muchas especialidades, por ello cursaré el máster”.
Alejandro, no renuncia a seguir estudiando debido a la escasa oferta. “Me planteo ampliar mi formación. Primero quiero encontrar trabajo y ver si accedo a una empresa que me proporcione estabilidad. De lo contrario, realizar un máster y complementar mis estudios con lo que abarca la publicidad. Pienso que en mayor medida profesionalizarse en una rama puede facilitar el empleo. No tener un máster me va a penalizar en la búsqueda de oportunidades”. Un problema que están sufriendo muchos jóvenes y que ven en los planes de formación una alternativa: “Por desgracia tendré que mirar la opción de una beca para, posteriormente, tener una oportunidad estable”.
Inés tiene las cosas claras y ya planifica su futuro apostando por la educación pública. “Tuve una entrevista en un colegio privado del que no me han vuelto a llamar. En caso de que me contraten, opositaré ya que en la educación pública dan más herramientas a los profesores para desarrollarse y es más inclusivo”. Con todo, las pocas facilidades para la inserción laboral de los jóvenes es un problema grave. “Las empresas utilizan los mecanismos que les proporciona el Gobierno. Si pueden contratar a una persona en prácticas, todos van a hacer eso. Las personas no salen todas tan preparadas como ellos piensan y, antes de hacer un contrato fijo, quieren ver si son capaces de desarrollar las tareas que se les encomienda”, sentencia Yuri.