Mario Bros, The Last of Us o el recién estrenado Elden Ring, son videojuegos que la mayoría de los jugadores habrán probado e incluso completado, y aunque pueda no parecerlo, tienen un gran punto en común: han sido desarrollados en las dos grandes cunas de la industria, Japón y Estados Unidos. Pero esto no quiere decir que en otros países no se creen buenos títulos, es un sector en auge, e incluso comunidades envejecidas como Castilla y León están viendo como numerosos jóvenes deciden emprender y crear su propia empresa de desarrollo de videojuegos.
Es el caso de Pentakill Studios, Nada Studio o Uprising Studios, compañías castellanas y leonesas creadas recientemente y que se han lanzado a un mercado tremendamente masificado y globalizado. Y a pesar de que esto pueda verse como un punto positivo al tener tantos posibles compradores, no es así, si la gente no te conoce, no va a gastar en tu juego. Es un problema al que se enfrentan todos los estudios, pero que se ve engrandecido al residir en Castilla y León.
Como muchos otros emprendedores de diferentes sectores de trabajo, la forma más fácil y factible de darse a conocer es en ferias, en este caso de videojuegos, en los salones del manga o incluso en ferias culturales que aglutinan una gran variedad de disciplinas. Sin embargo, como menciona Pentakill o Nada Studio, lo más útil es que un Publisher financie el proyecto y se encargue de publicidad, desarrollo y relaciones públicas. Es una tarea realmente complicada, que muchas veces desemboca en meses de reuniones, llamadas y de tener una red de contactos a la que poder recurrir.
A pesar de convivir todos en la meseta castellana, unos han tenido más “facilidades” que otros. Pentakill Studio no era una novata en la industria, pues su CEO, David Lorenzo, es el propietario de una de las pocas escuelas de diseño 3D, animación o efectos especiales (entre otras muchas disciplinas), que hay en Valladolid. El desarrollo de The Occultist, el título en el que se encuentran inmersos ahora mismo, está siendo financiado, en gran parte, gracias al colchón económico formado gracias a la escuela, desde donde trabajan. Incluso alguno de sus empleados no eran nada más que alumnos hasta que comenzó el proyecto.
The Occultist es un juego de terror que “surgió durante el confinamiento, teníamos mucho tiempo libre y era una espinita que teníamos clavada, nos dedicamos a los videojuegos, pero no a hacer videojuegos o aplicaciones propios, siempre a otras empresas o compañías”, subraya David Lorenzo. Cuando apenas llevaban unos meses de desarrollo y planificación, decidieron presentarse con el proyecto a diferentes concursos de videojuegos indies, pero que no confiaban demasiado pues “había treinta y pico estudios a nivel nacional y algunos llevaban trabajando años en un mismo título”, resumen desde Pentakill Studios.
A pesar de que “ni de coña” se lo esperaban, ganaron uno de los premios de la octava edición de los PlayStation Awards de 2021 y el primer puesto de la FreakCon 2022 como mejor juego indie. Gracias a estos logros, recibieron una gran repercusión e incluso contactos. A veces, que la gente sepa de tu proyecto es casi más importante que hacer un buen juego. Como mencionan Sergio y Jacobo de Nada Studio, antes de el lanzamiento de su primer juego se centraron mucho en que saliese un título redondo, y no en la publicidad. Hoy en día creen que “un juego buenísimo si no tiene publicidad y una comunidad fiel, no va a vender lo mismo que un juego mediocre con mucha publicidad y comunidad detrás”.
El caso de Nada Studio es, cuanto menos, curioso. Sergio y Jacobo Abril son dos hermanos vallisoletanos graduados en arquitectura que, tras la crisis de 2007 y ver como la burbuja del mercado inmobiliario había explotado, decidieron emprender juntos en algo que les gustase a los dos. Tras el lanzamiento de Monument Valley por parte de un estudio londinense, supieron que era lo que querían hacer: juegos en los que la estética fuese el punto fuerte, pero que también “contasen una historia, que los terminases y te diesen que pensar, no queríamos un Candy Crush o un Age of Empires”, comentan desde el estudio.
Pero desarrollar un videojuego no es para nada fácil, y supone invertir mucho tiempo y dinero en el proyecto. Jacobo y Sergio al inicio eran un equipo tan pequeño, que llegaron a realizar jornadas de trabajo de más de 12 horas, aunque entre risas aclaran que “es algo que sufríamos para entregar prácticas en arquitectura, estamos acostumbrados”. Pentakill y Uprising, al trabajar un mayor número de personas en sus juegos, no tienen que soportar tantas horas continuadas de trabajo, generalmente.
Que en la industria estén “normalizadas” las largas jornadas de trabajo o los sueldos menores para la media de los trabajos relacionados con nuevas tecnologías, Nada Studio lo resume como “pasión”. Una pasión que los lleva a corregir errores de actualizaciones de sus juegos -Starman, 1slands y Flocks- incluso estando de viaje en otros países. Porque si algo tiene este trabajo, es que se puede realizar desde cualquier lugar del mundo.
Aunque se pueda desarrollar juegos en cualquier lado, como Celer Gutiérrez de Uprising Studios que teletrabajaba desde antes de que se normalizase con la llegada de la pandemia, no es algo que convenza a todos. Carlos Bueno, compañero de David Lorenzo en Pentakill Studios, cree que es un buen sistema en algunos momentos, pero que no es un recurso al que les guste recurrir pues “al ser una empresa reciente no tenemos el sistema estructurado, lo cambiamos cada semana, por eso es mejor trabajar en una misma sala y comentar las cosas o que se conecten por el servidor a nuestros ordenadores”.
Uno de los desarrolladores de The Occultist trabaja desde Argentina, pero no es más que uno de los indicadores de la crisis de profesionales que sufre Castilla y León y el sector en toda España. Bueno aclara que “no miramos los currículos, miramos su portfolio, nos interesa lo que puedan hacer”. Que tengan que recurrir a trabajadores extranjeros no significa que el nivel en la Comunidad sea malo, sino que la mayoría huye de Castilla y León en busca de buenas oportunidades laborales.
Celer Gutiérrez y otros compañeros del sector, en una ponencia en el festival Weird de Segovia de 2021, mostraron su descontento pues “aunque se creen trabajos y nuevas empresas en la Comunidad, lo ideal sería formar aquí a profesionales autóctonos para que no tengan que desplazarse a otras autonomías o países”. “No hay una carrera o máster relacionada con el mundo de los videojuegos, y la recién estrenada en Salamanca no tiene ningún sentido” aclara el creador de Scarf.
David Lorenzo difiere de la idea de que es necesario una institución para aprender, y subraya que “el que no aprende a hacer juegos es porque no quiere, la información está en internet, solo necesitas un ordenador, ganas, constancia y un poco de obsesión”. “Aun así no va a ser una tarea fácil, requiere estudiar mucho, es mucho más complicado de lo que pensábamos todos en un principio”, aclara el desarrollador de Pentakill Studios.
Al ser un mercado en auge, cada día nuevas empresas surgen con el fin de desarrollar videojuegos y, aunque se trate de un mercado tan masificado, los estudios castellanos y leoneses confían en que unas ideas y equipos buenos resulten en un título que no solo venda bien, sino que guste a los jugadores y que, con un poco de suerte, influencie a más personas a entrar en este sector y que siga creciendo en Castilla y León.