“Primera planta”, me comenta la joven de recepción. Allí espera Oriol Nolis. Se trata de su regreso a Madrid después de meses instalado en Barcelona. En la capital pasó dos años y, aunque siempre ha querido tener un pie en Cataluña, su trabajo encaminó su vida personal hacia otros lugares.
Durante dos años fue presentador de la edición de fin de semana del Telediario de TVE. Una función que le fue arrebatada el pasado mes de noviembre, tras el cambio en la dirección de informativos de la televisión pública. Nolis se convirtió en portada de todos los medios nacionales, aunque él nunca ha entrado al trapo. Se lo tomó como una oportunidad y regresó a su casa, a su Barcelona natal.
Ahora regresa a Madrid con razones bien diferentes. Publica su primera novela: La extraña historia de Maurice Lyon. Seguirá seguirá la historia de un joven sin problemas económicos que se verá envuelto en una oscura trama de venganza contra su familia que terminará haciendo tambalear sus principios más básicos.
¿Hay que ser un loco para crear a un loco? “Entonces el mundo estaría lleno de asesinos en serie”, contesta el periodista. No cree que sea un rostro televisivo más que se apunta a eso de estar encima de las estanterías. “Yo me considero un periodista que hace o ha hecho de presentador y un periodista que ahora ha escrito un libro, no un presentador que ha escrito un libro”, comenta.
“Un gran incendio comienza con un chispazo”. Así arranca ‘La extraña historia de Maurice Lyon’. ¿Te ha pasado esto muchas veces en la vida?
Por suerte, en mi vida muchos incendios no ha habido. Yo no creo que mí no me haya ocurrido nada parece a lo que le ocurre a Maurice en su vida. Yo no diría que en mi vida ha habido incendios, ha habido volantazos como mucho.
¿Ni en lo profesional ni en lo personal?
No, ha habido giros inesperados, volantazos… Pero un incendio lo destruye todo y se lo lleva por delante. Eso, por suerte, a mí no me ha ocurrido nunca.
El protagonista es oscuro, un personaje complejo. ¿Es el yo que tienes escondido dentro?
Maurice tiene muy pocas cosas mías. Tiene la sensibilidad por la belleza, el hecho de ser alguien que en algún momento se siente aturdido, solo, confundido. Ese sentimiento también lo he tenido alguna vez. Pero el resto del personaje es algo que surge de la imaginación, de mi imaginación. Hay algunos aspectos de su carácter que están inspirados en personas que he conocido y, sobre todo, tiene el magnetismo de esos personajes malos que a mí me gustan como lector y como espectador. He intentado crear un personaje de los que a mí me gusta ver en el cine y en la literatura, personajes que aunque uno no empaliza con ellos porque no haría lo que hacen ellos, siente una atracción fuerte.
Somos también lo que hemos leído, lo que hemos visto en el cine, lo que hemos viajado, la gente a la que hemos conocido.
¿Cómo se presenta en tu cabeza este personaje?
Hay gente que lo llega a entender y hay gente que no. Mi objetivo era plantear cómo actúa y después que sea el lector el que lo juzgue. El personaje de Maurice llega a mi cabeza fruto de lo que he leído y de lo que he visto. Siempre digo que cuando nos dicen que somos lo que comemos y lo que bebemos, somos también lo que hemos leído, lo que hemos visto en el cine, lo que hemos viajado, la gente a la que hemos conocido. Es fruto de todos los personajes que he visto y leído pasados por el filtro de mi cabeza. Yo quería crear un personaje malo porque me gustan los personajes malos. Tienen un magnetismo que atrapa a mucha gente. No quería que se pareciera a nadie, pero el protagonista de American Psyco o el de El silencio de los corderos son personajes que a mí me fascinan y yo quería un personaje así.
¿Hay que tener cierta locura para crear a un loco?
Lo que te permite la literatura y la ficción es sacar una serie de cosas que están en tu cabeza y que no las puedes llevar a cabo en la realidad. Si todo el mundo que ha escrito literatura negra tuviera una mente perturbada, el mundo estaría lleno de asesinos en serie. Las personas no somos buenas o malas y una manera de recrearse en determinados pensamientos es utilizar la ficción. Esta historia me ha permitido hacer volar la imaginación. Desde el punto de vista psicológico es muy atractivo pero creo que soy una persona bastante cuerda.
¿Has entendido a tu propio personaje?
Yo sí. Yo no le justifico ni le redimo ni le condeno, pero yo sí entiendo que actúe como actúa. Lo que ocurre es que él actúa por venganza y para mí el olvido y el perdón son la única venganza. Esta frase es de Borges: el olvido es la única venganza y el único perdón. Eso me hace distinto de Maurice.
Es muy egocéntrico. ¿Es bueno el ego en lo profesional?
Maurice es arrogante, egocéntrico, egoísta… En lo profesional es necesario quererte a ti mismo, es necesario tener autoestima. Pero como todo en la vida, en una buena dosis. Tener amor propio y autoestima es bueno para trabajos en los que estás expuesto a los demás como puede ser la literatura o la televisión. Es bueno tener, no una armadura, pero estar seguro de quién eres. Te tienen que afectar las críticas y los elogios pero no demasiado.
¿Qué sentiste cuando escribiste el último punto después de cinco años?
Descanso. La única sensación similar que he tenido en mi vida ha sido cuando aprobé la última asignatura de la carrera de Derecho, que me costó un gran esfuerzo. Yo, que soy más un velocista que un corredor de fondo, un proyecto como un libro que ha durado cinco años noté alivio y descanso. Pero entonces me vino el vértigo del qué dirán. Hay una cosa que no soporto que es dejar las cosas a medias. Cuando vi que lo había terminado sentí una paz interior enorme.
Imaginemos que llego a la librería y me encuentro este libro, escrito por Oriol Nolis, el chico de los informativos. ¿Qué imagen crees que proyectas?
Eso habría que preguntárselo más a la gente. Un informativo dice poco de la persona que está contando las noticias porque los informativos nos permiten decir poco. La imagen que puede tener la gente de mí, en el fondo no saben mucho de mí. Verán a alguien que es serio, si estoy al frente de un informativo es porque se me da credibilidad, pero soy mucho más. Soy periodista, presentador de televisión y puedo ser otras cosas. Pedir que la gente te escoja y te quiera leer por el hecho de que te hayan visto en televisión no sé si es un motivo suficiente o no. Ponerse a escribir algo y que la gente dedique unos minutos de su vida a leerte es una responsabilidad.
Puede haber muchos lectores con prejuicios que te pueden no tomar muy en serio por el simple hecho de salir en televisión.
Se critica mucho a los rostros televisivos que terminan en las librerías sin tener en cuenta que hay muchos que son periodistas…
Se escriben muchísimos libros. Todos queremos que la gente nos de la oportunidad de leernos y el hecho de ser un rostro conocido ayuda, pero puede ser un arma de doble filo. Puede haber muchos lectores con prejuicios que te pueden no tomar muy en serio por el simple hecho de salir en televisión. Eso puede ser porque hay gente que me ha precedido que no han tenido una suficiente calidad o han defraudado a una parte del público.
Yo me considero un periodista que hace o ha hecho de presentador y un periodista que ahora ha escrito un libro, no un presentador que ha escrito un libro. Con eso no quiero desmerecer el trabajo de los presentadores que es un trabajo muy duro y que lo hacen personas muy distintas. Me siento más cerca de los periodistas que han publicado un libro que de los presentadores que han escrito un libro que ha aparecido ahí como una seta.
¿Cuál es la metáfora con la que te gustaría que se quedase el lector al final del libro?
A mí me gustaría que el libro no dejara indiferente. El principal atractivo es que es una historia original. Tiene un protagonista que difícilmente te va a dejar indiferente. Si cuando lo lees deja algún tipo de huella me daré por satisfecho. Lo peor que le puede pasar a uno cuando lee un libro o ve una película es que ese tiempo que ha dedicado no le deje ningún tipo de huella.
El arte. Empieza hablando de vestidos y termina hablando de seres humanos como obras de arte. ¿Qué es el arte para Oriol Nolis?
El denominador común de esas piezas es la belleza.
¿Y el deseo?
El deseo de poseer la belleza. Lo que une a todas esas obras es que Maurice ve en ellas algo bello. El arte es algo que conmueve a quien lo ve. El deseo por poseer la belleza es lo que le lleva a esa espiral delirante de hacer todo lo que hace.
La historia se centra en Barcelona y en París. Hay mucho cuidado a la hora de hablar de las dos ciudades. ¿Qué significan para ti?
Barcelona es mi ciudad, la ciudad en la que he nacido y en la que he vivido. Los escenarios en los que me he movido. Para mí es una ciudad que me gusta muchísimo y aunque me gusta estar en otros sitios siempre querré tener un pie en Barcelona. Es la ciudad donde me he enamorado, donde me han ocurrido la mayoría de las cosas que me han ocurrido. París es menos importante. La conozco como visitante, como turista, y algunas que describo de París sí que me las he tenido que leer y me he tenido que documentar. Lo más complicado ha sido describir Barcelona con los ojos de alguien que no es de Barcelona. Yo soy de allí y no podía ver lo que ve Maurice con mis ojos. Eso ha sido lo que me ha costado un poco más.
Si vas con la verdad por delante y a pecho descubierto, eres mucho más fuerte.
Tiene y debe aparentar alguien que no es. ¿A ti te ha tocado aparentar mucho?
No, qué va. Tiene que ser muy pesado aparentar algo que no eres. Cuando uno va con la verdad por delante es mucho más fuerte. Creo que te hace muy débil aparentar o querer ser algo que no eres. Si tú vas en la vida con la verdad por delante y a pecho descubierto, eres mucho más fuerte. Nunca he pretendido o he intentado ser alguien que yo no fuera.
¿Cómo va la vida en Barcelona ahora? ¿Más tranquilo?
Bien. Más tranquilo desde el punto de vista personal porque no me paso el día en el tren. Contento de estar en casa. He recuperado muchos amigos que durante dos años me han demostrado que son buenos amigos. No me puedo quejar porque tengo una vida estupenda. Para mí es muy importante lo profesional, pero si tener éxito supone renunciar a lo personal no me interesa. No merece la pena.
¿Te sientes menos en la diana o te gusta estar en la primera fila?
¿Qué es la primera línea? Yo he trabajado en medios locales, he trabajado en medios regionales o autonómicos y a nivel nacional. Cualquier cosa que he hecho me la he tomado igual de serio. Es verdad que cuanta más gente te ve más responsabilidad tienes, pero yo no creo que uno sea más o menos por estar al frente de un proyecto u otro. Estuve en El debate para toda España y en El debat sólo para Cataluña y lo he hecho con la misma ilusión y con la misma profesionalidad, igual de bien e igual de mal.
Lo que sí que es cierto es que yo tengo poco apego al trabajo, al puesto de trabajo. Puedo estar haciendo una cosa y si tengo que hacer otra, pues hago otra. Mi vida no es sólo la televisión ni presentar un informativo. Mi vida son muchas cosas. El éxito o la proyección profesional están muy bien, pero si dependes del éxito, del reconocimiento o del dinero es un pasaporte a la infelicidad. En eso soy muy diferente a muchos de mis compañeros.
No me considero una persona vanidosa o que necesite el aplauso constante de la gente.
¿Tienes ego?
Yo tengo autoestima y orgullo. Yo funciono con retos. Si el éxito profesional va a costa del personal a mí no me interesa. Esto lo he dicho siempre y he sido muy coherente. Lo que más me interesa cada vez que inicio un proyecto nuevo es demostrarme a mí mismo si voy a ser capaz. Soy alguien que se quiere a sí mismo y que tiene autoestima, pero es que no podría hacer este trabajo. Pero es que no me considero una persona vanidosa o que necesite el aplauso constante de la gente. Es verdad que a todos nos gusta que valoren nuestro trabajo. A mí también.
Noviembre de 2014. Te dan la noticia de que dejas el informativo. ¿Cómo te sentiste?
Me dijeron que iba a haber un cambio en el Telediario y que iba a haber otra persona editando y presentando. Fue una decisión que me sorprendió porque no me la esperaba. Me lo comunicaron en un jueves para un sábado. Me sorprendió. El apoyo de compañeros y de espectadores me reconfortó mucho y le dio a mi salida un final de película de Frank Capra. Con eso me quedo.
No hubo unos motivos profesionales para ese relevo y se especuló mucho con otros motivos
¿Te molestaron cosas que se publicaron por aquel entonces?
Es que yo tampoco leo mucho lo que se publica o lo que no se publica. La misma dirección me dijo que no había un motivo profesional porque estaban muy contentos con mi trabajo. Como no hubo unos motivos profesionales para ese relevo se especuló mucho con otros motivos. Cuando te cambian de una manera tan súbita y tan rápida, pues se especula. Es lógico. Siempre he dicho que esa decisión es legítima porque había un cambio de dirección y quería darle es responsabilidad a otra persona. No hay más que discutir. Uno no puede atornillarse ni a la silla del Telediario ni a una silla que sea provisional. Siempre supe que eso era temporal.
Algunas voces dijeron que te quitaban del medio por ser catalán y otras por ser homosexual. ¿Crees que ha tenido algo que ver?
Yo creo que no, pero yo no fui quien tomó la decisión de apartarme del Telediario. Yo creo que no. Yo me quedo con que yo hice un buen trabajo porque eso es lo que me dijo quien tomó la decisión y que las audiencias iban bien. Ahora también van bien, lo que demuestra que todos somos imprescindibles.
Cuando se le pregunta por tu caso al presidente de RTVE y dice ‘¿Quién es Oriol Nolis?’, ¿cómo te sientes?
De esto hace un año y entiendo que un mal día lo puede tener cualquiera. Entiendo que el gossip periodístico tiene mucho interés, pero yo no pienso en este tipo de cosas.
Es verdad que he tenido más visibilidad por el hecho de ser gay después del Telediario, pero todo el mundo lo sabía.
Cuando te hicieron dejar el Telediario hubo ciertos cambios en tu vida social que comenzaron a interpretarse por parte de muchos. Además, hiciste una portada en la revista Shangay. ¿No te lo podías permitir antes o fue casualidad?
Cambié mi foto de Twitter poque ya no era un presentador de Telediario. Nadie me dijo que lo hiciera, pero me parecía una cosa coherente. Nunca he dejado de hacer nada por el hecho de ser gay o ser catalán. Siempre me he comportado con naturalidad, antes, durante y después del Telediario. Todo mi entorno sabe quién soy y que nunca me he escondido de nada. No ha cambiado nada mi vida.
Ahí se produjo la tormenta perfecta. Salí y ese mismo lunes estaba invitado a una gala, pero no decidí ni la fecha de la gala del Sida ni el día que me echaban del Telediario. Hubo una tormenta perfecta. Es verdad que he tenido más visibilidad por el hecho de ser gay después del Telediario, pero todo el mundo lo sabía. Yo ya había estado en una gala en 2007 de la mano de mi marido y dedicándole un premio a él. Es verdad que era en Cataluña. Quizá he sido más activo, pero es porque la gente me ha preguntado más. Pero yo no me he comportado de manera distinta. He sido muy coherente.
¿Cómo te ves dentro de cinco años?
No tengo ni idea. Si hace cinco años alguien me hubiera dicho dónde estaría ahora, dos años presentando un Telediario, con la novela publicada y hablando contigo, no me lo habría creído. Dentro de cinco años puedo seguir en televisión, en mi empresa, en otra o puedo estar en el campo plantando patatas y alejado de todo. Tener un camino trazado y querer algo y sólo estar dispuesto a eso te puede hacer muy infeliz. Si no lo consigues es muy triste. Uno tiene que tener capacidad de adaptación.
¿Te ves como presentador de entretenimiento?
Puede. Es una tecla que no he tocado y aunque tengo un punto gamberro y canalla es algo que no hemos visto. Podría ser. A mí me va la marcha.
Anímame a comprar el libro…
Quien debe hablar del libro es la gente que ya lo ha leído. Como ya hay mucha gente que lo ha leído diría que se fiasen de Enrique Vila Matas, que es una autoridad, y que ha bendecido esta historia con la frase que dedica en la fajilla del libro. Que lo quiera vender yo, es como si fuera mi hijo. Los padres ven a sus hijos como los más guapos del mundo aunque el niño sea un adefesio. Lo que diga yo tiene poco valor.